Del Tamaño
Por José Antonio Lugo
16 Julio 2019
Nos fascinan los gigantes y los hombres más pequeños. En la literatura francesa, Rabelais creó a los gigantes Gargantúa y Pantagruel, que defecan, fornican y comen sin recato, demostrando su “joie de vivre”, su alegría de vivir.
Siglos después, Jonathan Swift escribió los Viajes de Gulliver, donde el personaje es, primero, amarrado por miles de hombrecitos menores que él, los liliputienses, para después llegar a Brobdingnag, donde los hombres medían 12 metros de altura y Gulliver era a su lado un ser diminuto.
En cine y televisión, recordamos a Ted Cassidy, que interpretaba a Largo, que tocaba el clavicordio con los Adams y a quien le enseñó Merlina a bailar twist. Del lado opuesto tenemos al personaje Tyrion Lannister, de Juego de Tronos, así como a los personajes pequeños de la escalofriante película Fenómenos (1932) de Ted Browning. En los años sesenta hubo una serie: Tierra de gigantes, y algún episodio de Dimensión Desconocida que jugaron con estas diferencias de tamaño.
El escritor guatemalteco Augusto Monterroso -de corta estatura-, escribió, con ironía: “Los enanos tienen un sexto sentido que les permite reconocerse”. En el polo opuesto, Flaubert era un gigante -para su generación- como lo fue Julio Cortázar, gran escritor por partida doble. Toulouse Lautrec fue otra persona baja famosa. Grandes o pequeños, hay otras grandezas: la del alma y la del talento.
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