Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Visión en una calle rota

ILUSTRACION Visión en una calle rota

Visión en una calle rota

Autor: José Manuel Vacah 

16 Junio 2019

 

Cuando giré para que la bicicleta no se destrozara

contra el día blanco, el frío y el taxi mutilado por el odio,

miré al caballo que venía hacia mí, sus dulces ojos manchados,

y lo encontré hermoso

y lo admiré.

 

Una mujer me ha despreciado, se ha burlado:

“qué mierda eres, incapaz de compadecerte de las flores”.

Pero qué es una flor, comparada con un ángel destruido.

 

Arrastro una carreta de basura,

a mí también me fustigan, laceran el costado,

también trabajo para imbéciles y salvajes,

siento cómo mis cascos, quebrados por el óxido,

chocan contra la calle rota.

 

Pero el caballo

me miró con ternura; presentí el recuerdo de mi madre muerta,

y en sus ojos bebí leche, comí pan y mordí una fruta negra.

 

He bebido de él, he comido, he escrito,

y no dejo de admirarlo, estoy aquí como si por primera vez,

como si su recuerdo volviera para enmudecerme.

 

¿Qué eres tú, magnífica bestia?

Toma de mí el alcohol y la venganza,

toma mis pulmones, respira, y fumemos hasta reír,

¿hace cuánto que no estás contento?

 

¿Has escuchado una canción de Patti Smith

mientras haces el amor?

Aquí no, en esta ciudad,

en esta orilla de la muerte,

 

en esta calle reventada por una visión:

he decidido amarte,

esquirlas de una hierofanía

—qué palabra distante—

me cortan.

 

Escucho tus cascos fracturados

contra mis costillas,

como si muy adentro caminaras para pedir perdón por no sé qué;

contemplo tus huesos astillados.

 

Canto a tus crines mordidas por la sarna,

a tus muelas podridas, a la desnutrición,

a la orfandad, a la tristeza.

 

Cruzas la calle arrastrando la carreta,

cargando el triciclo destrozado que una vez una niña

rompió contra la calle blanca,

contra el frío,

contra el desquiciado autobús,

 

mientras tu dueño, drogado con la mona, te fustiga.