Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Vértigo

Vértigo

 

Fernando Yacamán

 

La transición es siempre un alivio. Destino significa muerte para mí.

Si pudiera encontrar una manera de permanecer para siempre en transición,

desconectado y desconocido, podría permanecer en un estado de libertad perpetua.

 

David Wojnarowicz

 

No podemos regresar. Allá abajo queda un mundo de cadáveres, la sangre cambió el color de la tierra, en los templos resuenan plegarias, la ciudad es humo que se eleva a esta altura; se percibe el olor a piel quemada. El océano se desborda fuera de sus límites.

El único escape es esta espiral que se pierde en el fondo del cielo. ¿Lograremos llegar a la cumbre?

 

Las tinieblas descienden como espuma. En este abrazo quiero morir bajo tu piel y dejar de existir; ojalá terminemos como estatuas en este escalón.

 

Un hombre desciende la escalera y sus pasos la cimbran. Su grito retumba en el espacio, y deforma su rostro. Su mirada nace desde otra realidad en sus ojos de pupilas inexistentes ¿Podremos seguir a la cima o esta escalera se pierde en el infinito? Y el hombre se arroja al mundo que tal vez ya no existe, a esta altura solo quedan las tinieblas y éste será nuestro último hogar.

 

Cadáveres aparecen bajo mis párpados y no quiero perderme en ellos.

 

Las escaleras vuelven a cimbrar, en cualquier instante nos perderemos a la deriva; en la tiniebla aparece otro hombre. Él debe saber si la espiral conduce a un precipicio para retornar muertos al mundo en el que nacimos o si después de la oscuridad descubriremos las constelaciones más cercanas ¿Cuántos escalones

faltan para encontrar otro horizonte? El hombre tropieza, su cráneo se abre en el escalón que pisamos; la sangre gotea al abismo.

 

En las cuencas de los muertos se forman astros y son los únicos que brillan en el cielo.

 

A esta altura, la tiniebla desciende como la espuma en un río: es la marea que nos envuelve y nos deja ciegos. Encuentro tu extraña sonrisa, mi razón de seguir en pie que destrozas al saltar. Al cerrar los párpados te encuentro, sonríes y vuelves a saltar. Y solo ahí te encontraré ¿Acabaré muerto en algún escalón o, si decido seguirte, te alcanzaré?

 

Que esta escalera, la recorran héroes, sabios, dioses…

 

 

 

Vértigo, pertenece al libro “La virgen del sado”