Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Un poema de Fabio Morabito

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                                                                     a Mariapía Lamberti

Ahora,

después de casi veinte años

lo voy sintiendo:

como un músculo que se atrofia

por falta de ejercicio

o que ya tarda

en responder,

el italiano,

en que nací, lloré,

crecí dentro del mundo

–pero en el que no he amado

aún–,

se evade mis manos,

ya no se adhiere

a las paredes como antes,

deserta de mis sueños

y de mis gestos,

se enfría,

se suelta a gajos.

Y yo,

que siempre vi ese vaso

lleno,

inextinguible,

plantado en mí

como un gran árbol,

como una segunda casa

en todas partes,

una certeza, un nudo

que nadie desataría

(un coto inaccesible,

un refugio),

descubro una verdad

que por demás

siempre he sabido:

el que conquista

se descuida siempre

y por la espalda y la memoria

cojean los nómadas

y los advenedizos.

Hay que voltear atrás

tarde o temprano,

soldarse a algún pasado,

pagar todas las deudas

–de un sólo golpe

si es posible.

Así, si tú te vas,

idioma de mi lengua,

razón profunda

de mis torpezas

y mis hallazgos,

¿con qué me quedo?,

¿con qué palabras

recordaré mi infancia,

con qué reconstruiré

el camino y sus enigmas?

¿Cómo completaré mi edad?