Un paseo por el cine mexicano / Francisco Javier Maciel Flores

Por Francisco Javier Maciel Flores.

Octubre 2024

En 1896, año en que el cinematógrafo de los hermanos Lumière llegó a México de la mano de Ferdinand Bon Bernard y Gabriel Veyre, comenzó la aventura.

Si bien las primeras 35 vistas filmadas en nuestro país pretendían capturar solamente los aspectos exóticos y pintorescos, hoy pueden tomarse como los testimonios de un pueblo poseedor de una vasta cultura y rico en sus tradiciones.

En los primeros años del siglo XX, las divas silentes con cuerpos romanos y languidez de lirio, embellecieron la pantalla de plata, al tiempo que El Automóvil Gris recorría las calles de la ciudad haciendo sus fechorías.

Con la invención del sistema sonoro de los hermanos Roberto y Joselito Rodríguez, se filma Santa en 1931, la primera película con sonido sincrónico en el mundo; y ya para 1936, Fernando de Fuentes inaugura la Época de Oro con la película Allá en el Rancho Grande.

Es imposible mencionar a todos los grandes actores, actrices, directores, fotógrafos, músicos, guionistas y productores que contribuyeron en la grandeza de los años dorados de nuestra cinematografía, un periodo identificado por la comedia ranchera, el drama cosmopolita y el melodrama de arrabal.

Ya en la década de los cincuenta nace un nuevo género: el cine de luchadores. Héroes enmascarados que defenderán al mundo de monstruos, mujeres vampiro, brujas, científicos locos y extraterrestres.

En los años sesenta se desarrollarán los jóvenes rebeldes que cantan rock and roll, pero serán los indígenas inmersos en el realismo mágico del paisaje provinciano los que ganarán los primeros premios internacionales.

De la nota roja de los periódicos y revistas amarillistas saldrán las historias en la década de los setenta, pero también será la época del destape. Ahora las rumberas serán ficheras y los cinturitas seguirán siendo vividores. A lo lejos se escucha una canción de la Santanera: Fue en un cabaret donde te encontré bailando…

Después del terremoto de 1985, un grupo de nuevos directores buscarán rescatar la abatida industria cinematográfica nacional dando paso al llamado Nuevo Cine Mexicano, una interesante etapa en la que se llevaron a la pantalla las adaptaciones de reconocidas novelas y se explorarían las más innovadoras propuestas cinematográficas.

Con el éxito de Amores perros, el cine nacional inicia con el pie derecho el nuevo milenio. En lo que va del siglo hemos presenciado afortunados destellos en la pantalla grande y en las nuevas plataformas digitales, pero siempre prevaleciendo una marcada división entre el cine hecho para festivales (contemplativo y trágico) y el cine comercial (simplón y televisivo), no obstante, ha sido un momento de amplio reconocimiento internacional al trabajo de nuestros cineastas.

¿Qué futuro le espera al cine mexicano?

La respuesta la tienen los nuevos realizadores. Finalmente, el cine como fiel reflejo de la sociedad que lo produce, es un arte vivo en el que confluyen los diversos matices de la creación humana.