Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Un asomo a Nietzsche

an

¡Ciertamente así ama un amigo a otro, como yo te amo a ti, misteriosa vida! Si en ti me alegré o lloré, si me has dado dolor o placer, así te amo vida, con tu felicidad y tus penas. Y cuando tú misma hayas de aniquilarme, dejaré tus brazos con dolor; con el mismo dolor con el que un amigo se aleja del regazo de su amigo.

Lou Andreas-Salomé.

¡Qué existir es considerado de mayor plenitud si no la vida, y sí, la vida el rango más elevado de toda realidad que no sólo bordea al hombre y mujer como también a la tierra! ¿Podría disolverse su altitud si la carga poderosa de la misma en algún momento merma su soberanía orgánica? Es decir, se le consideraría una vida no grata. Entonces, si en aquel existir, se hallan retazos de escoria en ella, unos tras otros, hasta acumularse como desperdicio entre la precariedad entera de los días y los años, ¿será esto una vida plena? Vivir unos cuantos meses con alborozo; para que en algunas ocasiones la enfermedad no deje de asolar la existencia, y entonces aquello continúe en un vaivén de dolor, de sufrimiento.

No es acaso ésta la historia de un pequeño de Röcken que perdió al padre y al hermano en sucesivo; al primero le fue descubierta una enfermedad terminal en el cerebro, y quedaría demostrada su verdad cruel en 1849. El año siguiente a la muerte del padre, el hermano menor de Friedrich Wilhelm Nietzsche, padecería graves convulsiones que acabaron con la vida de quien fue nombrado Ludwig Joseph.

¿Quién sería en aquel tiempo el gran filósofo alemán, en ese ayer de su devenir histórico? Estos dos acontecimientos, le sucedieron apenas cumplidos los cinco años de edad. Así la muerte fundó su renacimiento.

Acentuar ésta parte fatídica de perder a los entes masculinos, nos pondría a ahondar en diferentes perspectivas del alma, personalidad y obra del filósofo; de igual manera podríamos interiorizar y -que muy a menudo al Dr. Friedrich Nietzsche se le ha mirado como un misógino- observar de qué manera influyeron en él, las mujeres, muy en especial su madre Franziska Oehler y su hermana Elisabeth Nietzsche. Sin embargo, este diminuto desliz en el que se pretende esbozar a grandes rasgos la figura más representativa del pensamiento moderno, intentaría en este escrito un suicidio sin conseguir más que horrendas huellas de inhabilidad y expresión.

De regreso al padre: culto, refinado y de integridad serena, heredaría para el joven Nietszche el gusto por la música, quien el mismo autor de El anticristo, tomaría, a la música, como el arte más elevado de la especie humana. A éste respecto, la perspicacia de Nietzsche, se presenta a temprana edad (en estos saltos a su niñez, recurriremos en contadas oportunidades). Con 12 años de edad, comienza la redacción de su biografía y dentro de aquellas palabras propias del filósofo podremos ir concretando ciertas verdades. Sus tantas ganas de componer piezas para piano y voz, surgen de escuchar a los grandes músicos alemanes como Mozart, Haydn, Beethoven y Schubert. Con dichas obras de estos hombres de genio indiscutible de la música alemana, Nietzsche reforzaría su identidad. Con 13 años de edad, escribe: La música nos habla a menudo más profundamente que las palabras de la poesía, en cuanto que se aferra a las grietas más recónditas del corazón.

Esta astucia por encontrar en la composición musical el alma de su pueblo, y como tal su intrínseco páramo artístico, lo llevará a crear junto con sus demás amigos la sociedad Germania: Un círculo de intelectuales, melómanos que, se reunían a menudo para hacer crítica, creación literaria, filosofía y música.

 

Cascaron de huevo de niño, quebrado en dos.

 

Si bien nadie, puede ahora, definir de dónde y de quién venimos; esta suerte de capricho mundano que es nacer en el planeta como miembro de una progenie evolutiva. Tantas y en muchas circunstancias puede re escribirse nuestra etapa en el curso de la historia humana. Resulta hoy más convincente creer que, nosotros construimos lo que nos sucede, por medio de nuestra voluntad de poder (por lo menos, en últimos siglos) y es sin duda con Nietzsche que el pensamiento tiene este nuevo despertar. Antes de la muerte del padre del filósofo, quizá entre los tres y cuatro años de edad, un dato resplandeciente azota la mentalidad del infante Friedrich.

Se cuenta que el padre, pastor luterano, en un sermón presentó a Friedrich Nietzsche delante del público, mientras comentaba frente a ellos: ¿Qué vida le depararía a éste muchachito “el bien o el mal”? Aquella dicotomía fue captada con una radicalidad poderosa que daría grandes frutos en la mente del pensador. La mayor parte de su filosofía establecería esta división esencial de las cosas. Sus más altísimos esfuerzos por la superación del ser alejado de un Creador invisible, calumniado por la institucionalización del cristianismo y para entonces muerto; fundamentaría la crítica a un pensamiento occidental extinto que denigraba al hombre haciendo lo creer que la vida era un constante peregrinar entre culpa y pecado, y de ahí su castigo, el infierno. Nuestro pensador alemán distinguirá a los practicantes de la religión cristiana/católica como los enervantes para que el individuo y el pueblo sean manipulados y así mismo fomentar un hombre/mujer con carencias de espíritu y voluntad moral; mujeres y hombres de espíritus débiles que no son más que rebaño. No debe saltar a la vista, que por un tiempo, en su juventud, Nietzsche estudiara teología, para después abandonarla por completo. Quizá en ese breve lapso, toda su concentración le valdría acumularse de ideas, de cuestionamientos, recularse y tensar la ballesta para lanzar su arpón esclarecedor en el libro de El anticristo: El resto es la humanidad, la masa esclava incapaz de pensar por sí misma. Hay que ser superior a la humanidad, con la fuerza, con la valentía y con la grandeza del alma.

En el libro Humano, demasiado humano Nietzsche se refiere a él mismo como abogado del diablo: “enemigo y partidario de Dios”. Es inevitable no resumir que desde el comienzo y hasta el final, la obra del poeta; la del compositor-músico, filólogo y nunca aceptado filósofo, fue regida por los conceptos de asociación y disyunción; entre lo “dionisiaco y apolíneo”, estos últimos, son los elementos principales a los que se ajusta Nietzsche y formarían la primicia del El nacimiento de la tragedia: Éste libro inaugural, causó desavenimientos terribles, pues colegas, alumnos y profesores que respetaban a Friedrich, le dieron la espalda tomando su obra como un crimen y así mismo lo afirmaría Nietzsche en cartas de la época.

Comenta Guiliano Campioni, uno de los estudiosos más importantes a nivel internacional de la obra nietzscheana, que la opera prima de Niezstche toma como principios lo apolíneo y lo dionisiaco, contrastados desde términos meramente wagnerianos; acá otro resultado latente de la música fundamentada en su filosofía como el “sueño verdadero”. El mismo Campioni refiere que mito-ilusión son los factores que corona Niezstche en El nacimiento de la tragedia para acceder a la acción-conservación de la vida del individuo en comunidad. Así mismo Nieztsche concibe al libro y dice de él, para una nueva publicación de la obra: El nacimiento de la tragedia: Como se ve, hay todo un manojo de difíciles preguntas que este libro ha cargado sobre sí;… ¿Qué significa, vista bajo la óptica de la vida, la moral?… Para cerrar este diminuto bosquejo sobre este primer libro que fue publicado en 1871, agreguemos que la salud del filósofo para ese entonces estaba casi mejorada al momento de redactar y terminar la obra, Nietszche afirmaría que fue destinada al gremio de la música, sin lugar a dudas, expresamente forjada para el alma artística de sus lectores. Recurriendo al motivo del precario estado de salud de Nietzsche durante toda su vida, hagamos que el mismo autor nos cuente cómo sucedió: El nacimiento de la tragedia: … mientras convalecía lentamente de una enfermedad contraída en campaña, estableció en sí definitivamente el “nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música”.

 

Padecer  y resurgimiento.

 

Supongamos que el texto semi-ensayístico que están leyendo ahora, pulula en distintas direcciones que pretenden acaecer en algún punto en una circunvalación que nos dirija al redondel, y así mismo nos descubra el origen de los ejes centrales de un hombre que protegió del látigo a un corcel a ras de calle: enfermedad y supervivencia son nuestras flechas a seguir. Es decir, la vida y obra de Nietzsche ovula en una continua formula de destrucción y re configuración.

 

Ahora que hemos dado unos cuantos puntos de sutura a esta especie de bifurcación de la niñez hacia la adolescencia de Friedrich, porque tomando en cuenta que el libro El nacimiento de la tragedia es, en palabras de Nietzscche: … el libro en el que se volcaban mi coraje y recelo juveniles… Entendamos así que, dicha obra la consideraba el propio filósofo, mal escrita, penosa, embrollada y fatalmente recibida por la academia y sus amistades. Un fiasco del cual sólo restaba resurgir; superarse a sí mismo. Hagamos un resumen: Han pasado casi 15 años desde que Nietzsche publico El nacimiento de la tragedia; existen entonces, pequeños eternos retornos que dan una claridad juguetona y tortuosa a la vez, sobre la vida y obra de Friedrich, puesto que dicha nitidez nos ofrece una integración entre estar en la cima de su pensamiento filosófico y la decrepitud física/emocional. Del mismo modo, podemos asimilar que la música y el estado de “superación” vinculado en el concepto de superhombre, va marcando su filosofar y su escritura.

Para poder esquematizar, los enlaces que hemos hilvanado sin utilizar un forzoso calzador. Recordemos una vez más, el momento cuando surgió El nacimiento de la tragedia y, sin quitar del renglón los contados 15 a 16 años en los que el autor alemán revive aquellos días, explica que su estadía al momento de meditar en torno a su obra, se hallaba en los Alpes, recuperándose de un mal que contrajo en “campaña”, tal vez la sífilis que varios biógrafos han atestiguado como el padecimiento que lo llevo a la locura. Con este pormenor visualizado, realizamos una costura de puente para hacer entroncar su otra obra, Más allá del bien y del mal que figura en iguales circunstancias, en esta ocasión, Nietzsche con 42 años viaja a Niza y después a Venecia para permitirse un sitio decoroso en el cual pueda redactar y hacer frente a las dolencias que lo lastiman.

 

 

La crítica a la moral y a la modernidad de su tiempo y el futuro.

 

Con una similar construcción filosófica de la antítesis que fue entre lo apolíneo y lo dionisiaco, empero ahora, pasados 16 años para su próximo libro. La derivación devendría entre lo moral y lo inmoral, Nietzsche escribiría Más allá del bien y el mal y lo publicaría en 1886. Retomando para este escrito el temple de los opuestos, Nietzsche volcaba todo su espíritu en restablecer los valores desde su origen hasta la modernidad; destruir para recomponer y así alcanzar su moral fidedigna. Más allá del bien y el mal en palabras del autor es en realidad el libro-borrador con el cual redactaría Así hablaba Zaratustra.

Se compone de nueva cuenta Más allá del bien y el mal, entre enfermedad y música. Acudamos a la segunda, pues se comenta que Nietzsche cumplidos ya 16 años desde su primer obra sobre los griegos y nada a gusto con la comitiva de enemigos que le acarreó. Utilizaría como referente el conocimiento musical, puesto que en ese nuevo libro imprimió… un sonido puro y cristalino que no se había oído jamás. Estas son las palabras de Enrique López Castellón para su prólogo de “Obras selectas” de Nietszche. Dicho sea de paso, en ese mismo año de 1886, para el Prefacio de Humano, demasiado humano el filósofo comenta: … Pero es la música la que me ama, y basta que alguien me abandone, para que ella se abra paso y quiera ser amada. Favorables son las palabras de López Castellón y las de Friedrich Nietzsche para dilucidar con cuánta precisión, el por siempre filólogo se preocupaba porque su filosofar encontrara la armonía y el ritmo perfecto.

En el otro extremo, el de la dolencia, nuestro autor, para esas fechas se dirige a Venecia para situarse en un lugar cálido y conveniente para concluir su trabajo, aun con semejante aire de felicidad, la insalubridad que le hace ver en Venecia lo lleva a Niza otra vez y Más allá del bien y el mal sería un libro cuasi finalizado. Los males físicos que le fatigaban con barbaridad, pueden reflejar el tono agresivo de su pensamiento, así como los falsos oasis que a menudo edificaba para poder escribir, también son representados con la misma determinación de una pluma que sobrepasa las dificultades. Nietzsche escribe a su amigo Peter Gast cuando concluye el libro Más allá del bien y el mal: Se trata, en efecto, de un libro terrible, que esta vez me ha brotado del alma, muy negro, casi un calamar.

Debo afirmar para estas alturas de mi Un asomo a Nietzsche que es el libro de Más allá del bien y el mal, la primer obra que leí del autor; fue una campeada de reconocimiento; de ese no sentirse ni triste, ni aislado. La maravilla de encontrar a un filósofo que doblegaba las ideas impuestas como verdades absolutas, para dejar a su paso otros desafíos y restituirse desde una hondura intempestiva. Con un filosofar que distaba del imperioso látigo de la indulgencia de ir a favor de las buenas costumbres y la adulación, como lo solían hacer sus contemporáneos.

La ferocidad de ésta obra de madurez de Nietzsche es el reflejo del filólogo que a su vez, usa y desprecia el lenguaje: Pues entiende que en la interpretación de las palabras, dada la ambigüedad que en ellas se pueda originar, existe una desilusión de entendimiento. En ocasiones la escritura se queda corta para poder hacer filosofía. En la segunda parte de Más allá del bien y el mal Nietzsche, refiere: Aunque aquí como en otras partes el lenguaje no sea capaz de superar su torpeza…

 

El ocaso o la superación de sí mismo.

 

Junto a lo obscuro y lo tenebroso pintaré mi retrato. Con estas frases sombrías y poéticas, Friedrich Nietzsche nos arma con un pincel categórico su propio rostro. Un alma solitaria, un gélido hombre que adoraba la música por encima y sobre todas las cosas. Se dice de él, que nunca tuvo el verdadero amor de una amante y, de una mujer estuvo lo suficientemente enamorado para por dos veces pedirle matrimonio, y que en sendas ocasiones fuera horrendamente rechazado. Lou Andreas-Salomé una belleza rusa y también filósofa; conquistaría la inteligencia de Wilhelm, y con él compartiría secretos filosóficos mientras todo brillaba en la vida de aquel poeta y nuevo hombre al encontrase con la desenfrenada pasión que le provocaba Lou.

Nietzsche al sentirse desplazado de los brazos de Lou; intentó consolidar un trio con Salomé y su amigo Paul Rée que de igual forma no tendría éxito. Los rotundos quiebres de amor y amistad, nos manifiestan con suma importancia el enorme gravamen que el filósofo le rendía a estos sentimientos. Así es como entendemos que las traiciones y las demás cicatrices íntimas serian golpes masivos que trastocarían su comportamiento y el transitar de su vivir. La ruptura con  Richard Wagner; abandonar la cátedra de la Universidad de Basilea y un sinfín de acontecimientos trágicos, ponen en jaque la salud y mentalidad de Nietzsche y agravaban su juicio. Apelando a la obra de Humano, demasiado humano, el autor nos vuelve a meter en su propio cuerpo y mente con estas palabras: Cuando no encontré lo que necesitaba, me lo he procurado con artificio y falsificación.

Aun con semejante malestar y desdicha, nada podía alterar la empresa magnánima que Nietzsche se propuso al destruir para moldear con otra arcilla los valores y devolverlos más eficaces para el hombre/mujer del futuro. Los dedicados estudiosos a la vida y obra del filósofo, aseveran que Friedrich escribía los dolores de parto del mundo moderno. La existencia, la soledad, la moral, el vacío y la amargura total del ser individual y en sociedad; como tantos otros factores, serían la materia prima para solidificar aquella cristalización de la libertad y voluntad de poder que todo hombre/mujer debe llevar como la más excelsa prueba de su existir.

Entonces el filólogo, el ensayista, aquel creador de aforismos contundentes se presenta hoy como el moralista que habrá de redefinir al superhombre. Todos los libros y composiciones musicales de Friedrich Nietzsche son la celebración simbólica de las crisis que tuvo en vida; el rompimiento con las ataduras del cristianismo ortodoxo y la moral de ideas caducas. Aún en contra de toda miopía, enfermedades crónicas y graves dolores de cabeza que padeció desde la infancia, este hombre avispado, aventajó por mucho a grandes pensadores de su época, así con ese paso adelante desarrollaría una crítica y un filosofar único. Estableció para su presente y la posteridad una filosofía de los valores que determinara una organización renovada; ésta debía partir de la genealogía del pensamiento universal. Desde su origen hasta indagar los límites, más allá de todo valor y verdad para darle un sentido natural y más meritorio a la vida. El pensamiento nietzscheano jamás generaliza, todo lo contrario, pluraliza pues ese debe ser el auténtico quehacer filosófico: crítico y creador. Para concluir la idea, auxiliémonos de lo que el mismo autor nos aclara en Más allá del bien y el mal, en su apartado sobre los filósofos: … Si tuvieran algo más de energía, de bríos, de valentía y de sentido artístico, querían ir más allá, en lugar de retroceder.

Donde los demás ven ideales yo sólo veo lo humano. De qué manera tan frugal y aleccionadora, con esta cita de Nietzsche, la profunda característica de su filosofía se nos despliega con una nutrida interjección. Aquí su concepción de máscara o careta, es decir, lo que todo objeto o persona, fuerza o sentimiento tienden a encontrase enmascaradas para no revelar su verdad. Lo que busca brindar Nietzsche con éste planteamiento es el de atravesar aquellas máscaras con las que las cosas y los seres se nos muestran como su esencia original; sin embargo, interpretar y deshacer las fachadas que aprisionan con recelo las cosas y los seres, sirve a los filósofos para descubrir su concreto. Por una última vez, visitemos lo que en relación a este argumento de la máscara nos comenta Enrique López Castellón, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, en su estudio preliminar del libro Más allá del bien y el mal: La voluntad de verdad puede entonces reducirse a voluntad de poder, con lo que la búsqueda de la verdad debe dejar paso a la búsqueda de la interpretación más fuerte, esto es, (la) más valiosa para la vida.

Friedrich Wilhelm Nietzsche fue un hombre adelantado; consciente de su labor como pensador. Sabía que su filosofía y su escritura estaban reservadas para el hombre/mujer del mañana. Resueltas ánimas, para adherirse por fin a ese ser mejorado: un espíritu libre que se supera a sí mismo cada vez que puede, por medio de su voluntad de poder; no para ser el Dios de la humanidad recto y consolador y al mismo tiempo ausente, si no, para ser el Dios de uno mismo que desde su intimidad reconoce al otro y lo ayuda a ser más fuerte y verdadero: un humano, demasiado humano.

Aquella alma dulce y grave. Aquel poeta que viva con amistad, amor y una conciencia fornida, deberá ser el hombre/mujer del mañana.

 

 

 

 

Bibliografía:

  • Nietzsche, Friedrich, (1998): El nacimiento de la tragedia, prólogo de Agustín Izquierdo. Madrid: Biblioteca Edaf.
  • Nietzsche, Friedrich, (1998): Humano, demasiado humano, prólogo y cronología de Dolores Castrillo Mirat. Madrid: Biblioteca Edaf.
  • Nietzsche, Friedrich, (Sin año de publicación): Obras selectas: Así hablo Zaratustra, Más allá del bien y el mal, El anticristo, El ocaso de los ídolos, con estudio preliminar de Enrique López Castellón. Madrid: EDIMAT Libros.
  • Weber Ribero, Paulina, (2015): NIETZSCHE, su música. Investigación y textos de Paulina Ribero Weber, con prólogo de Guilliano Campioni. México: UNAM.