Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Tres poemas de Juan Guillermo Lera

Autor: Juan Guillermo Lera

Mayo 2023

 

Tránsito

 

 

¿ Quién conoce el secreto del adiós

   en la lágrima guardada de la despedida?

 

Yo soy ese que se va,

el que se arranca el ombligo

para enterrarlo en la gruta del aire.

 

Devoto del camino y sus efervescencias,

soy cuerpo sin brújula

en este sitio de ruinas alumbradas.

Tiempo sin arena:

                   reloj ciego  que tiró las manijas

          en la habitación de la palabra ausente.

 

Espejo sin rostro que se marcha

          en la noche callada  de la estancia perdida.

 

 

 

 Palpita el papel desarrapado   

 en el calendario que nunca despierta.

 

 

 

 

                                                               (« Los libros están hechos de sueños. »

    Me  lo dijo una mañana Alejandro Azourmanian, después del café.)

 

 

 

 

 

 

Estepa

 

a Carlos Gerardo

 

Me sostiene

este vivir  a pie rodante

en la cartografía de lo incierto,

—sin promesa—

con un poema al día debajo del ala.

Vivir en el despertar

de la palabra necia

hacia el olvido,

en el derrame de la sombra

hacia unas manos desconocidas.

 

Trapecista del vértigo:

       el Sol me deshabita.

Me hago suelo

en el canto mudo de las piedras.

 

Andar el camino

como mirada transitoria

al pie de la muralla vencida.

 

 

Esta columna vertebral flota hilada

por la vibración del pájaro que canta

dislocado por el sueño.

 

Mis venas  descienden

de la ráiz del aullido

que sale humeante

por las rendijas del poema

que no acaba de escribirse.

 

Las huellas  nacen en el país

donde la luz golpea a los mendigos,

en la tierra que  sacia la sed

en el  cuenco de las  manos cortadas.

No tengo inscripción de nacimiento, fue barrida.

Generación  de  los sin rumbo que habitan

el otro  lado en la cara del dado.

No traigo mensaje.

Un día comenzó el baile de rostros

sobre mis hombros.

 

¿En la linea de qué calle se dibuja mi cuerpo?

 

                   ;                             Despojo anónimo de mis fantasmas.

 

 

Transcurro  sobre el grito de los párpados

como una pregunta condenada.

Piloto de la ceremonia salvaje

de todos mis afectos.

Isla sitiada entre el aire enfurecido,

sumida en la entraña de este  siglo

que oxida  la noche  en que  se duerme

a un lado de la grieta:

lugar donde mueren de insomnio los ahogados.

 

 

 

Conservo del viaje libros desgastados

y cúmulo de aliento en derrumbe.

La sed desdoblada en el tanteo

de mis  huesos que resuenan.

 

Aquí amanece con el temblor de la tinta.

 

 

 

 

 

 

 Poeta

 

Ni la muerte o la vida esconde algún sentido

Todo es Ahora, y no hay mañana

En la gloria de ser o no haber sido.

 

Luis Cardoza y Aragón

 

 

El aliento nace abajo

de la crepitación de la hora.

Es llama que corroe desde la raíz del sueño

que se extiende en bocanadas

desde el ayer hasta el mañana.

 

Las pisadas están  rotas

y todas las lámparas

del mundo apagadas.

Sabes, bien

que todo marcha

por aquella avenida

de la amnesia eterna.

 

Ser de tiempo quemado,

ceniza itinerante que se desprende

del lenguaje clavado en la espalda

 de dios.

 

Voz  sin voz,

latido que no tiene nombre,

ojos ciegos de visiones.

Barro en fuga que ya no guarda

profecías.

 

Poeta: tu sombra es la soledad de la máquina

que hunde el metálico alarido en la noche.

 

Extraña labor de jugar con el aire

y hacer malabares con la niebla.

 

                 ¡Qué tu lengua permanezca en actitud de aire misterioso!

 

 

Planta tu tumba junto al mar

y que se abra.

Hijastro de la tierra:

piensa que en el agua

la hondonada reverbera.

 

 

 

 

Nadie habla del futuro

sino de la fuerza del misterio

que rompe los labios,

del abismo

que duele

en los párpados,

 

del soplo que golpea

las tinieblas,

y devuelve

el pulso caminante

hasta el contracanto.

 

                            

                                                                           ( « Todo esto es un Cantar de Extranjería».  A.A.)

 

 

Juan Guillermo Lera. Nacido en la Ciudad de Guatemala. Estudió Letras en la Universidad de San Carlos de Guatemala — USAC—. Ha impartido clases de Literatura y Comunicación en escuelas de Enseñanza Media. Actualmente vive en México. Es uno de los coordinadores  de El Ojo de Faetón. Círculo de Estudio ante la Poesía.  Consejero para la Revista Hispanoamericana de Literatura y librero en Hallazgo, Librería de Paso.