Tres poemas de Jorge G. Karam
Vesánica y vehemente
A la mujer que le pedí que no se fuera
que se quedara,
que no se marchara
porque no sabía si lo haría.
y me provocaba heridas
dentro y fuera
de este corazón que se olvida.
A la mujer que me arropó
con sus labios de cobija
que me extrañó en la primavera
de las intenciones prohibidas.
A la mujer con la que quería follar,
pero no esa noche, ni ese día…
A la mujer que le daban igual mis poemas,
porque no entendía de suspiros
ni de laceraciones internas.
que mi sombra reverbera
y no busca más que encontrarte.
A ti que eres mujer de familia
y esperas no llegar a una casa vacía.
A ti que con impulsos insanos
debates tus sentimientos
entre la vida y la muerte
de un recuerdo que no te olvida.
A ti, que te morías de la risa
con mis chistecillos
y mis mal habladurías.
A ti que te desplomas en tu cuarto,
con los pensamientos macerados
junto al humo que te fumas todas las noches
y la culpabilidad que te invade
de creer no merecer
un amor libre y sano.
A ti,
la mujer que le pedí que se quedara,
porque no sabía si lo haría.
A ti,
que por cada beso
te escribo un verso con sentido
y consensuado.
A ti,
que digas, lo que digas,
…nada es tu culpa.
Supernova
Si ella se encendiera,
yo me apagaría.
Si ella despertara,
yo me dormiría.
Si ella desconfiara,
yo le mentiría.
Si acaso ella supiera
que es más que sólo una bombilla
iluminando el centro de una casa vacía.
Si ella se diera cuenta que su luz
no es escasa sino infinita,
entonces la abrazaría, me quedaría,
le otorgaría mi humilde luz,
para que nunca de los nuncas
vuelva a extraviar su alegría.
Cosmología del (des)encuentro
Y aunque te vayas te seguiré viendo,
con la luz del sol frente a tus ojos
y los míos en el retrovisor del viento.
Con el soplo más grande de mi corazón,
y tus lágrimas de alud derramándose
desde las sombras de tu buzón.
Y aunque te vayas seguiré tu figura,
vislumbrándote desde mi abismo
porque a donde quiera que vayan nuestras almas,
la tuya y la mía son lo mismo.
Jorge G. Karam
Poeta defeño, taquicárdico. Nacido en el año del fin del mundo o año de la bestia (1999), justamente em el día de los tamales. Novio de la Ciudad de México. Es estudiante de la carrera de Sociología por la UAM Xochimilco. Maníaco depresivo. Residente del Oriente de la capital chilanga, allá en un huequito por Tlahuita la bella. Específicamente, en la colonia del mal. Ha escrito para varios blogs digitales y revistas independientes como lo fueron: Letramía, Tlacuache, Inéditos, Conecte Sonidero, Errr Magazine, Cauce en Línea, entre otras. Sueño más grande lo está viviendo, de la mano de todas y todos los que van encontrándose en su vida. Le teme a la soledad y las (re)caídas.
Sintaxis: Este libro contiene un recopilado de los poemas más tristes, nacidos desde el encierro incluso antes de la pandemia. Viene de la necesidad de expresar un sentimiento de anhelo y pertenencia. Son cartas a todas nuestras catástrofes. Música de ascensores. Universos infinitos que lo único que tienen en común, es la sonrisa hacia la silueta de un recuerdo que, sin nombre ni apellido, dicta sentencia a la hora de mostrarse disonante y cognitivo. Este poemario, busca conectar las almas con ese amor no correspondido, u olvidado o marchito. Es un cumulo de memorias, súplicas y agradecimientos. Porque como el ‘Negro’: “También somos lo que hemos perdido”.