Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Tres poemas de Jennifer García Acevedo

Autora:  Jennifer García Acevedo

 

 

INSISTENCIA EN LO INVISIBLE

Es preciso insistir en lo invisible, eso que crece más allá del estallido. En la voz terrible de un Dios que abarca todo sin tocarlo, en la imagen detenida detrás de la máscara, en la vibración del objeto a punto de caer. Entre los acontecimientos más tristes que suceden al hombre, está el no poder manipular lo incorpóreo, darle un molde y sostenerlo a su gusto. ¿Qué resultaría de asignarle un rostro al aire, de reunir todas las palabras que se dicen afuera del mundo, o de tomar una fracción de vacío y saltar? Nadie puede extraer lo que está en el fondo de su propia sombra y tal vez por esto, permanecemos a salvo. Pero hay cierta predisposición al peligro, cierta inquietud rodeando lo visible, un lenguaje incierto para nombrar cuanto no vemos, pero presentimos. Algo en nosotros no se resigna, busca, imagina, indaga, extiende su mano abierta, sabe que nunca alcanzará nada, pero aun así la cierra para no perder lo desconocido.

 

EL ODIO

 

En alguna habitación de la casa está el odio. Viene enmascarado dentro del pan y los vegetales. Sobre la mesa se despliega, envuelto en gestos cotidianos y frases hechas para el traspié y la caída. Todos lo celebran, porque en sus manos habita el desamparo. Ahí está nuestra condena, puesta a la altura de las cabezas, sometida al juicio y la resignación. Hemos llegado lejos en este juego desconocido, como quien se pierde en una multitud de ángeles –no importa que las alas sean cuchillos y la luz un relámpago incrustado en los pies-. Inmensas las palabras zumban contra las orejas, traen consigo el testimonio de una estría pálida, una grieta entre la sangre y la sed. Llenan los huecos de las paredes, ocultan cualquier vestigio de piedad y se consumen vacilantes frente a la puerta abierta. En este campo de batalla, rodeado de cucharones y animales domésticos todo es posible, salvo la quietud. No me preocupan los testigos de esta guerra, aunque sobre mí golpea diariamente el animal que la poesía me asignó desde la infancia y en mi garganta prevalecen las marcas del guijarro lanzado al centro de mi voz. También los hombres cambian de piel bajo la belleza del día, y las casas mueren ante el incendio y el temblor. Esa es mi salvación, mi consuelo inútil.

 

 

LLUVIA DE HOMBRES

Pienso en una pintura de Rene Magritte en la que un grupo de hombres vestidos con trajes idénticos permanecen suspendidos en el aire, sin que sea posible reconocer en sus formas un indicio de ascensión o caída. Pienso en sus pies separados de Dios y de la tierra, en sus voces reveladas a otros e incomprensibles para mí. Pienso que más allá de ese paisaje, donde nadie lanza un grito y todos asumen su destino de animal misterioso, estamos nosotros, tratando de develar el enigma, parados frente a la lluvia de hombres que nos desconoce, preguntándonos si como aquí, allí también las banderas se levantan y ondean sobre un campo de animales heridos.

 

Jennifer García Acevedo (Medellín, Colombia, 1995) Poeta, gestora cultural y tallerista. Sus poemas han sido publicados en diversas revistas, periódicos y antologías nacionales e internacionales. Obtuvo el premio Nacional de Poesía José Santos Soto (2019). Participó en festivales internacionales de cine y literatura.  Ha publicado Estaciones de lo invisible (Sakura ediciones, 2019), Escribir lo invisible (antología personal, nuevas voces editores, 2021), Incertidumbre del nombrar (Sakura ediciones, 2021). Sus poemas han sido traducidos al inglés, vietnamita, árabe, francés y creole haitiano. Es directora del Festival internacional de Poesía de Fredonia (Colombia).