Tres poemas de “Escala en un No lugar”
Septiembre 2021
Autor: León Cuevas
El último de los vagones
Se aproxima un tiempo recio
todos váyanse a sus colmenas
se termina el turno y amenaza enero
todos a esconderse en sus nidos
¿Así que pretendes llegar lejos?
Y responde una parada en Balderas
llegada remota contesta el mitote mediante el descenso
a la izquierda puedes volver a casa pasando los andenes
a la derecha puedes llegar a Parián y más adelante Hawái
llegar hasta el fin del amanecer y preguntas precio
guardas bajo una máscara las tinieblas
después de Centro médico, pasas Zapata, Coyoacán hasta Dubái.
Sabes que en cuanto bajes no volverás
este es el último de los vagones, avanzando retrocedes un día
si un transborde basta
pasando estos túneles correrás sobre la sabana
hallar en la última estación el colofón de tus orígenes.
Recuerda que en cierto punto del abismo a nadie le interesas
puedes seguirte de norte a Hawái
mientras este último vagón avanza, avanza y no para
sujeto a cualquier cosa aguardando hasta Parián
este tranvía no llega hasta Mitla ni a una oriental salida-
-Entonces ¿es verdad que quieres llegar lejos?
¿Hasta dónde estás dispuesto a entrar?
Cuanto puedes soportar la baja línea ecuatorial del peso
al terminar las hileras rumoran que empieza la guerra
octubre es la siguiente línea, entre estaciones se atrincheran
y de los pasajeros un hombre sin sueños cayó
quebrando el último billete la revolución va a reventar
las calaveras saldrán bailando de las camas y petates
línea cuatro, línea doce, línea verde u ocre, ¿qué más da?
Es el último momento, el último de los vagones
no hay boleto de regreso
bajes donde bajes no vuelves a ser el mismo
y entre la velocidad, plasmas militares de espectrales pelotones
descender a lo de siempre o conocer un nuevo abismo
si bajas en noviembre tal vez no sea tarde
el eco de un sueño y a lo lejos un silbido prometedor
en la siguiente estación bajan a olvidar los kamikazes
bajan a despojarse de tan hostil olvido
en dos estaciones iniciará un toque de queda
a dos paradas de diciembre, las horas condensan la tristeza.
La conjura de los insomnes
Es de necios ser un insomne
la terquedad vale mucho más que la valentía
entonces es iluso creer que trasnochar pueda ser de animosos
es más el conjuro de los que adoran de cabeza
¿A qué enfrentas a esta hora?
¿A qué?
Aclaremos más la pregunta
¿A qué de todo lo que cargas le rezas?
¿Y a qué enfrentas ahora?
¿Le imploras a tus demonios?
¿Y para qué?
Puede ser más espanto de los que por altar derriten el oro en mierda
que se aferran a sofocantes esquinas que apestan a barroco
compulsivos espacios, claustrofóbicos del exterior
acumulativos y obsesionados con genitales de mil santos
las procesiones al anticristo son tan vulgares como las de cualquier futbolista canonizado.
¿A quién suplicas ahora?
¿Por qué suspiro sagrado te masturbas?
¿Hoy a quién invocas?
Siluetas de obstinación vestidas con azul turquesa
Enfermo de bendición crónica
Para hacer el amor con tu virgen morena
Escupes agua bendita sobre los indigentes dormidos
Es mejor bautizarlos como un abad de la luna llena.
Por cada vuelta brindemos con un trago de mezcal
porque ya no hay salida,
pues de tanto deambular se acabaron los reinos del sueño, el insomnio y los refugios para rezar.
Si el sacramento se derritió ¿con quién podrás hablar?
¿Para qué?
Para la tranquilidad poder conciliar
¿Por qué tan trágica comunión?
Porque es de mártires quedarse hasta el último
de valientes desgastar a la luz del alba
pero de necios ser un insomne.
La catedral
(Ellos)
Lo más bello de las 4am es tener una canción, morir oyéndola sin alguien a quien dedicársela, para que con honores, sea sepultada en el centro de la madrugada
y dentro de un templo sacro, una radio canta la zona cero
hay una sonata con chorreadas de crema, vedettes y nostalgia.
Nada puede salvarse cuando los pasos de la mente se hunden como el plomo en el concreto
ya cuánto escaldando de suspiros, se estancan las piedras junto al frío
y ahora llegas a tu fin, frente a ti un templo, ha concluido el recorrido
¿valió la pena? Las rocas muertas en el hielo no tendrían por qué decírtelo
ni ellos
las horas como almas en pena, aquí son un mito, quedando Cronos dormido a mitad del duelo
En círculos pardos tus andares se vuelven pesados, del atrio al patio frontal, deseando un vaso de leche y enfrascarte en una bóveda de crucerías o una nave de suelo santo
de polvo y sal es la nada, un existencialismo disuelto en desvelo eterno
de moras que bajan el pesar de las 4am y pulsando se estampan en banquetas
mermeladas de destino marchito.
En la casa de Dios hay una radio, y a esa hora sintoniza toda angustia subliminal, tantas escaleras barrocas, mártires tiesos tras barreras de cristal
nadie en casa
nadie duerme
pero descansa la virgen
cuando los divagantes pierden.
Sacros, santos y profundos, aquellos que entre nosotros exhalan sin viento
ellos
los silenciosos
que supuestos son guardianes, todos como moribundos caminan entre nosotros
entre nosotros
ellos, niebla y vapores del desvelo
guías que no escuchan aquella radio, guardianes de un helado fuego, de cipreses terracotas en constante deambular
ángeles de la madrugada, con ala de piedra y hambre de deseo,
con ojos del destierro, alumbran tu circuito en el atrio, videntes morideros.
¿Y qué es el nulo? Nadie sabe hasta que el frío le circula en el centro.
Caminas ahora entre el vértice de una barda agustina que se congela entre la incertidumbre y la quietud
llueve dentro y todo da vueltas alrededor, no lo escuchas porque en la densidad no hay un agujero esta vez
más bien se para en trozos de pan el tiempo
Supermán entre todo ha muerto y junto a él los santos y los ateos.
Vuelves a tu origen, donde capillas te tocaron al nacer, solo cerrando los ojos sabrás hasta que año fuiste ciego y bajo su antis estás escrito
el alba ya huele a chocolate sabor amnesia con jalea de olvido
con azúcar rocías el breve holograma de penitencia
¿quién te juzga o quién te mira? ¿acaso los de piedra?
Mientras Dios duerme, Zaratustra ha muerto y junto a él un fractal del cielo
ellos
sanctvs spiritvs asper
los de piedra
ellos señalan hacia el centro mental
demonios que no blasfeman, que les cuesta el indagar
ellos no juegan, diablos vírgenes y ángeles de frágil moral
todos contando que tantos pasos das
ya nada es blanco y negro, más bien alrededor todo quedó en sepia
una gama ¿es acaso del pecado, tal vez de la nostalgia? El remordimiento canta
son las más bellas notas heladas.
Ya fue la culminación de tus senderos, todo sueños situacionista ha terminado, formaste un punto y en un punto debes perecer
ellos
sanctvs spiritvs lenis
ellos te miran y entre nosotros caminan, los de piedra, los de cristal, los agustinos, los del alba, los de párpados sin ligereza
los que señalan al sueño profundo con sus espadas, los que lloran gotas de madrugada a los pies de un ídolo más que ha caído.
Cero y todo sereno
faros debajo y por arriba simulan un telón
ellos, serenos, mayordomos del punto medio y del silencio
Tum-tum
te cubren la leche condensada serenada en veneno
Tum-tum
cobijado por el frío sientes como te miran fijamente y cae el sub peso
Tum-tum
resonancias de olor a romero con hielo
Tum-tum
tocas por último una reja antes de caer por completo
Dios no te mira, descansa bajo su sacro techo.
En una banca te recuestas
te cobijas con el silencio pasteurizado
en ese trono se volcarán las migajas con los frutos
ahí siempre mueren los vagabundos y los ilusos
Tum-tum
Supermán congelado se ha ido y con él la luz de los muertos
aquel Frederic Kent
aquel Súper Nietzsche
ahí
ahí también cayó tieso
ahí en el portón un bulto de sueños lastimados al despojo
tras un derrumbe se enfriaron los creyentes y los agnósticos.