Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Tres poemas de Andrés Gotor de Astorza

Autor: Andrés Gotor de Astorza

Abril 2022

 

 

COSAS URGENTES

 

abrir los ojos

mirarte

 

escribir tu nombre en la ventana

con un dedo    el vaho   y el frío

 

recordar que tenemos que celebrar

algo

lo que sea

y no invitar a nadie

 

perder las llaves de cualquier sitio

la visa de cualquier banco

las ganas de cualquier cosa

la ropa interior

el tiempo

y la memoria

 

alimentarnos con el fruto de la vid

en forma de vino

 

 

luego apuntarme las cosas que hay que hacer mañana

cerrar el cuaderno

dejando sus páginas

en blanco

 

tomarme un sándwich en la cama mientras

leo

y lees

 

limpiar las migas antes de acostarme

 

esperar a que cierres tus ojos

para cerrar los míos

 

respirar

 

 

                                hondo.

 

 

 

 

HEREDAD

 

Eres como esta tierra que se encoge porque le llega el agua de una nube que sufrió de incontinencia. La misma lluvia que obliga a cerrar las puertas. Puertas que lloran henchidas cuando nosotros creemos que chirrían, solo chirrían.

La llovizna, el aguacero, la tormenta que cala, moja, inunda, anega.

 

Como un sollozo

que nos obliga a huir de la concupiscencia

y nacer al dolor,

para sobrevivir, que es morir, pero despacio.

 

El llanto es la hemorragia del hemofílico,

la parquedad del síndrome de Turner,

el desvelo de la fibrosis quística, la distrofia muscular, la enfermedad de Huntington.

Y nadie sabe.

 

Como la heredad que dejas,

o ese color de pelo, de ojos, o el tono de tu piel.

 

Una danza infinita

en el que el universo crea constelaciones de planetas,

agrupando a los genes.

 

La máquina perfecta que debiera

crear a un superhombre

hasta que de repente

yerra.

 

Eres como esa agua que encoge a la tierra porque una nube sufrió de incontinencia. Las mismas puertas que se cierran obligadas por la lluvia. Llantos henchidos porque creemos en el chirrido de las puertas, solo puertas.

 

 

 

 

 

 

LENTA Y GOZOSA DESPEDIDA

 

 

 

Dame, en cuanto cierre tus manos de los ojos de la cara, de tus manos de sueñoque encaminan y hielan . Ida Vitale

 

                                                                                             

Nadie verá agitar el pañuelo

en esta despedida

mientras este barco de papiro

se adentra en las aguas lejanas

con un oráculo – un rezo pagano –

y una fiesta por los que quedan en la orilla.

 

Soy parte del limo que fertiliza los cauces pero

¿qué ha de ser de mi tierra en tierra firme?

¿qué es de esta ceniza que se esparce en el aire?

 

Sí sé que soy

cada una de las más tristes lágrimas,

el instante sutil de la memoria,

como el último soplo que enfría la última mirada,

como los dedos que cierran párpados,

como una palma abierta, que se ofrece,

que ya no espera,

como un silencio por las voces que se callan

 

o como el gozo

de unos brazos abiertos que se despiden,

que toman un pañuelo

que se agita al viento

cada mañana.