Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Sensé, de Federico Reyes Heroles

Sensé, de Federico Reyes Heroles

Sensé, de Federico Reyes Heroles

Por  Beatriz Rivas

16 Junio 2019

He de confesarles que leí Sensé de dos sentadas. La primera, me dejé atrapar por la trama con esa narrativa que te lleva de la mano, a pasos agigantados, a galope. Por esa angustia del protagonista de no olvidar a una mujer que le cambió, literal y metafóricamente, su vida. Por esas ganas de recordar su sonrisa. De grabarla en la memoria. De no perder los trazos de una historia que ¿acaso es una historia?, se pregunta él mismo. Esta primera lectura fue muy rápida; no puedes ni quieres dejar de leer.

 

En la segunda sentada, al día siguiente, releí el libro de principio a fin, con calma y un whisky en las rocas a mi lado. Deteniéndome en cada descripción, en cada escena. Fijándome en las distintas voces narrativas. Disfrutando la prosa de Federico. Dejándome embrujar por sus letras y por la misma Sensé. Una mujer misteriosa, seductora, libre, que nunca revela su apellido y que saca a Luciano Talbek, el protagonista, de la “grisitud” en la que se ha convertido su vida cotidiana.

 

No es la primera novela que leo del autor. Y durante la lectura, algo me obligó a ir a mi librero para comprobar lo que presentía: Dos novelas, el mismo personaje (Luciano Talbek) que anhela a dos mujeres: Desirée (Ante los ojos de Desirée, 1983), que en francés significa “deseada” y Sensé (2018), que literalmente se traduciría como “sensato”, en masculino, aunque realmente significa “sensualidad” en el contexto del libro que hoy nos ocupa. Dos eses, cuyo sonido y forma es profundamente sensual.

 

Ambas novelas son una oda a la libertad, a lo irreal como real, a lo fantástico y a la fantasía, que no es lo mismo. Hasta Henry Miller se pasea de las páginas de una novela a las de la otra. Ambas novelas exaltan el papel protagónico de las mujeres. Mujeres libres, fuertes, valientes.

 

Para mí, Sensé es un atinadísimo y necesario homenaje al erotismo, en una lucha de Federico, para que el mundo no lo pierda. Y a la belleza, para volver a ponerla entre nuestras prioridades. En la época que estamos viviendo nos urge revalorar a la belleza. Un homenaje, también, al arte: por eso Sensé trabaja en una galería de pintura y también por eso le encanta dejarse fotografiar.

 

Es, además, una novela para voyeristas. Para quienes siguen creyendo en la atracción, en la pareja, en la sensualidad, en los juegos y travesuras. En el misterio que se esconde detrás del cabello, siempre cambiante, del personaje femenino. O en sus ojos que una mañana se ven azules y a la tarde siguiente, parecerían imitar el color de la arena. ¿Quién es Sensé, nos pregunta la cuarta de forros? Y evidentemente no lo voy a decir, aunque mi negativa a hacerlo nada tiene que ver con “spoilearles” el final, sino con que cada lector sabrá encontrar su propia respuesta.

 

Es una novela que atrae. Mágica y, a veces, con ciertos toques surrealistas.

 

Sensé también es una denuncia a los prejuicios (creo que esto es lo que más me gustó), una denuncia al deber ser y a la obligación de vivir dentro de los cánones preestablecidos (tanto para las mujeres como para los hombres). A lo que significa vivir sin salir de los tonos de grises a los que nos hemos acostumbrado. El color gris nos invade porque se nos olvida vivir.

 

La prosa del autor, en estas páginas, es muy sensual, sensorial, arrebatada. Arrebatada, pero finísima al mismo tiempo. Combina frases cortas con frases larguísimas, sin puntos y seguido. Un narrador-protagonista que narra en primera persona del singular y, de pronto, en la segunda, cuando le habla a ella, al objeto de su deseo. A veces en la misma frase notamos el cambio de voz. También, de pronto el protagonista se habla a sí mismo en la segunda persona del singular. En fin, hay un cambio de voces narrativas que fluyen de maravilla, sin tropiezos.

 

Dentro de las muchas cosas que aplaudo, es la manera en la que Reyes Heroles mira, a través de los ojos de Luciano, a la mujer. Registra el lado femenino de manera magistral. Los pequeños detalles tan bien descritos. La actitud. Se fija en su arreglo, sus gestos, sus movimientos. En la expresión de ojos y labios. Hay algo de femenino en la mirada de Federico y eso es un gran logro.

 

Otra aspecto sutil, pero que dice mucho, y creo necesario destacar, es un guiño a la magia de la ficción. Ojo: La fotografía de la portada fue tomada por el protagonista: Luciano Talbek. Y la retratada bien podría ser la misma Sensé/Desirée, de carne y hueso, que todos los hombres quisieran conocer y en la que muchas mujeres (al menos, yo) nos quisiéramos convertir: desnuda y llena de arena, en la playa, en una escena en la que se acordarán de estas palabras cuando la lean.

 

Repito, por si no he sido clara: Sensé es una novela profunda y sutilmente erótica (ya verán lo que sienten al leer el capítulo en el que Sensé le cuenta a Luciano cuando la pintan de felino y le toman fotografías), que apuesta por la libertad del amor, del deseo, del cuerpo y del arte. Que pide a gritos salir de esquemas y estructuras inamovibles. Ajenas a nuestra esencia. Que rompe con los roles tradicionales, con las camisas de fuerza.

 

Sensé es una mujer que “conoce sus ritmos y los impone”. Una mujer “hecha de vapor”, inasible, que flota con pies que “nunca te anclaban, sino que parecían iniciar la marcha aun sin tu consentimiento”. Una mujer que provoca “inquietud, desasosiego” y “vértigo, por una disposición al gozo que rompía cualquier esquema”. Un “ser intrigante”. Un “indomable huracán” que tiene su propio código para actuar, moverse y relacionarse con los hombres. “Ella marca el rumbo y lleva el timón”. ¿Ya vieron por qué quisiera ser como ella?

 

El más reciente libro de Federico Reyes Heroles promete una lectura llena de metáforas y distintos significados. Podríamos decir que es un texto que se va construyendo ante los ojos deseosos de quienes pasan sus páginas. Una novela y, al mismo tiempo, una quimera.