Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Selección de poemas de Abel Rubén Romero

 

Autor: Abel Rubén Romero

Octubre 2021

 

 

No tuvimos tiempo

No lo logramos

No tuvimos tiempo

Derrochamos la vida el hígado la solapa

deleitamos nuestras noches lejos de los libros

no aprendimos francés alemán

ni dirigimos nuestras gafas

ni la luz de un escritorio

para entender los códices los pliegos

anduvimos sin prisa por las cantinas

y los bares donde las mujeres se desnudaban

piadosas de nuestra pobreza

y nuestro pregón de falsos poetas

 

No lo logramos

Preferimos pasar las tardes de academia

tendidos sobre el vientre de alguna mujer volátil

o experimentar en los jardines

de las casas de estudiantes

con rayas cuadros cilindros

escapes simétricos para un sueño asimétrico

 

creímos que la respuesta resplandecía

al fondo de un bote de caña

Fuimos urgentes a descubrir

los mundos tangibles y etéreos

dentro y fuera 

mas próximos siempre

pues éramos pobres de tiempo y bolsillos

 

Nos montamos alguna vez

en un coche lleno de seres delirantes

y fuimos donde el sol asola y a solas

despertamos sin recuerdos

 

Nos deshicimos soberbios del prestigio

mas apuntábamos inocentes a lo eterno

A cambio olvidamos decenas de libros

en sofás amarillentos

en almohadones fragantes de humo sudor y orina

olvidamos los seminarios de latín y griego

jamás comprendimos a los clásicos

nos entendimos la suma belleza de hipérbaton gongorino

y en las clases de teatro barroco pensamos

juramos que el mundo era más resplandeciente

cuando se evidenciaba en lo vivido

 

pero estábamos anclados a otro siglo

que pronto será olvidado

y acusado de inocular con su podredumbre

la escasa facultad de nuestras plumas

 

No nacimos en una casa con biblioteca

en cambio retozamos augustos

con el monitor aullante de luz insomne

con el reproductor de cedés

y unos senos que al cabo nos enclavarían

en la nostalgia la depresión y las pastillas

 

Ahora llegan otros aires

otros hombres de birrete acompasan su canto

con las voces interminables de otro tiempo

hurgan en los pasillos para comprender

los dédalos de Aristóteles, Platón, Horacio,

Mallarmé Baudelaire Rimbaud

Paz Borges Lezama

 

se sacuden los sacos impolutos

en las bibliotecas públicas

recuperan los incunables

las primeras ediciones

mientras nosotros seguimos

ebrios y pobres y tristes y sucios

en el rincón de una cantina

 

Ellos traen en cambio y con justicia

el eco que hablará lo que nosotros jamás pudimos.

No tuvimos tiempo de hacer los mejores versos

Ni un poema nuestro será entrañado por la lengua

No tuvimos tiempo

nos ha anochecido de pronto

jamás escribimos la poesía

 

Sin embargo nos iremos,

con la risa intacta y los labios secos

con rodillas rechinantes y gargantas trémulas

de una vez y para siempre

bailando y cantando

la hermosa vida

 

Apátrida

No me inscribo en lista alguna

que presuma condiciones,

costumbres y procedencias.

No soy menos mestizo

que la palabra que canto,

e intento hacer de mi lengua

un caballo sin derrota.

 

Soy jinete y potro, herradura y camino.

 

Humano de cada instante,

sólo en mí habita mi patria,

solo, en ella, me desplazo.

 

Zanates

Aquellos, los marginados,

a salto de barrio y curro,

al abrigo de sus manos,

de sus cóncavos pordioses;

escondidos a la luz,

naufragio imperecedero,

clandestinos murmurantes,

casi sombra entre el brillo

del céntimo en el asfalto.

 

Aquellos, entre nosotros.

a quienes un haz de nervios

les deshizo las neuronas;

exiliados del festín,

seres de colchón de acera,

vino de orines, pan de heces,

¿qué patria habitan, qué urgencia

les devora el intestino?

Cucarachas transparentes.

Zanates como fantasmas.

Sólo sombras en el centro

del muriente medio día.

 

Ellos, ya no más mañana;

ellos, ya no más pronto;

ellos, nunca antes, nunca ahora,

nunca todavía,

¿cuándo será su turno?