En Sakura-Invención Yelenia Cuervo invoca, como en un mantra, el florecer de los cuerpos que juntos alumbran una historia jamás contada; la suya no es sólo una poética de lo posible, sino también de lo imaginario: tejida su urdimbre mediante imágenes de alta intensidad provenientes de una poderosa economía del lenguaje y una heterotonía rara vez rota por alguna licencia lingüística, descansa en ella un erotismo que, provocador, seduce porque apenas se insinúa, hombro desnudo, pie descalzo.
Aquí el amor es al mismo tiempo batalla y consuelo, umbral y camino, caricia y contención. De cada verso se desprende, táctil, la aérea suavidad de la carne que anhela despojarse de la corteza de la soledad mientras el espíritu encuentra su completud en el deseo y en sus frutos, esparcidos por el suelo como ropa: entonces la poesía de Yelenia Cuervo se torna en serena celebración, en piel exánime atravesada por las certezas alquímicas del corazón que anida, pasional, en ella.