Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Sakura – Invención (Fragmento)

XV

 

Muchas veces pensé

que éramos inmóviles navegantes

 atados a un pasado.

Acaso por todas tus fugas

para liberar la tormenta,

el infortunio.

Y no habría un destino

 escrito para nosotros.

Ni magnolias

ni crisantemos.

 

Qué designio

tocaría nuestro semblante

y lavaría nuestras articulaciones,

 las arterias interestelares,

-la memoria punzante-

que anima los cuerpos desolados.

Creí en tu aspecto inocente

y que te besaría de nuevo

 

pero todo el mundo colapsó.

 

 

  XVI

 

Y supe que no llegaríamos al ocaso

pero sí al abandono prematuro.

Aunque no perdía la esperanza

de un día perfecto a tu lado

con aroma a café,

con la síncopa de un buen jazz

y una conversación real.

 

Llegué a pensar en los confines

¿cómo se pensarían

los límites de lo no pensado?

 

***

 

Pero tu huida me ha sentado bien,

 no deambulo en tu espera

mi viento interior

 recrea sabiduría.

                                                                                               Yelenia Cuervo

 

 

 

 

Reseña de la obra

En Sakura-Invención Yelenia Cuervo invoca, como en un mantra, el florecer de los cuerpos que juntos alumbran una historia jamás contada; la suya no es sólo una poética de lo posible, sino también de lo imaginario: tejida su urdimbre mediante imágenes de alta intensidad provenientes de una poderosa economía del lenguaje y una heterotonía rara vez rota por alguna licencia lingüística, descansa en ella un erotismo que, provocador, seduce porque apenas se insinúa, hombro desnudo, pie descalzo.

 

Aquí el amor es al mismo tiempo batalla y consuelo, umbral y camino, caricia y contención. De cada verso se desprende, táctil, la aérea suavidad de la carne que anhela despojarse de la corteza de la soledad mientras el espíritu encuentra su completud en el deseo y en sus frutos, esparcidos por el suelo como ropa: entonces la poesía de Yelenia Cuervo se torna en serena celebración, en piel exánime atravesada por las certezas alquímicas del corazón que anida, pasional, en ella.

 

Yolanda de la Torre