Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Rául Renan: semblanza lírica

Foto: Claudia Shapiro

Septiembre 2021

 

 

En Anestesia estamos de plácemes. Tuve la fortuna de conocer en persona a Raúl Renán (2 de marzo de 1928- 14 de junio del 2017), el poeta, cuentista, editor, tallerista meridano. Y nos hicimos grandes, entrañables amigos. Fue él quien me publicó mi primer libro de versos, en aquel legendario proyecto: La Máquina Eléctrica Editorial (fundada por él).

En las incontables ocasiones en las que compartíamos versos para tallerear, hubo café, muchas confesiones mutuas y la fraternidad duró casi cincuenta años. Doblemente afortunado, conocí también a quien sería la compañera de su vida, Norma Salazar, escritora, crítica, investigadora universitaria de renombre. Y a Dios gracias aún conservo su amistad… Éstos son los motivos de nuestra aportación a los lectores de nuestro tiempo: recordar al hermano nunca olvidado y dejar que los actuales estudiosos y lectores de poesía tomen contacto con una selección de textos renanianos y con la sensible y delicada evocación que la amada hace del amado. Los poemas seleccionados están en el libro Emérita, libro-homenaje a los barrios y plazas públicas de Mérida, Yucatán, ciudad natal del poeta. En todo el corpus resalta la estética intimista, evocativa y exuberante, tropical del escritor.

                Sorprende su libre manejo del lenguaje: poemas en versos libérrrimos pero armoniosos, prosas poéticas condimentadas con rimas internas entre períodos sintácticos contiguos; y vistosos juegos visuales en los que la palabra se contorsiona y se transforma en signo plástico, entre otros recursos. Recursos de la vanguardia europea y latinoamericana que Renán manejaba con ingenio y soltura. Experimentalismo practicado a lo largo de los muchos talleres de poesía que impartió a lo largo de su fecunda vida, y que alcanza un verdadero virtuosismo en Emérita. Todo ello lleva su sello. Pues el poeta fraternal que prodigaba vitalidad y afecto a sus muchos amigos es porque albergaba en su ser igualmente un desbordado amor a la belleza, a las personas, a su terruño, al amor mismo y a las palabras, que son el instrumento para expresar todo eso. Sólo quien ama las palabras hasta el tuétano de las mismas, se vuelve apóstol de las letras, y en ellas deposita su anhelo de infinito, de eternidad: “el poeta nunca muere, nunca se acaba”.

 (Nuestro agradecimiento a la internacional fotógrafa mexicana Claudia Shapiro, por permitirnos usar su foto de Norma Salazar).   José Luis Bernal.

 

 

 

Rául Renan: semblanza lírica

 

Por Norma Salazar

 

 

Los últimos años de vida de Raúl Renán los compartió conmigo. Fueron extraordinarios, más de veinte años de convivencia, aprendizaje mutuo y viajes, infinidad de viajes nacionales e internacionales. Tuve la fortuna de ver, escuchar, estar con él cuando escribía en sus libretas, hojas sueltas, o cuando me pedía encender la grabadora de reportero para grabar sus ideas, pensamientos, o por supuesto, su poesía, o pasajes de su novela.

En algunas ocasiones, sólo era grabar para guardar pasajes de su vida. Me pedía que sólo grabara su voz y escuchara en silencio. Hoy, vuelvo abrir el cajón de algunas grabaciones, con su voz siento alegría y paz al escucharlo.

 Nunca interrumpí sus declaraciones, aunque llorara yo a momentos. En otras ocasiones brillaban sus ojos de agua.

No eran entrevistas que realizaba conmigo, sino momentos de estar con él mismo y quería siempre mi compañía en silencio. En ocasiones entablábamos conversación, y debo confesarles que terminábamos en las primeras horas del día siguiente. Yo procuré tener paquetes de cassette nuevos para usar y etiquetar con fecha y hora; ahora están archivados en buenas condiciones las grabaciones y videos.

Al final, me repetía lo siguiente: “Nena, debes guardar estas grabaciones que son tuyas son parte de nosotros porque, Normita, así, estaré siempre contigo.” Asimismo, guardo libretas, hojas sueltas, servilletas de tela, servilletas de papel con sus caligrafías…Raúl hacía notas, poemas, correcciones, textos poéticos o fragmentos de cuentos, minificciones, los primeros ensayos de su novela y dibujos, pues era un buen dibujante: en diversas ocasiones me dibujó y dibujaba a paseantes mientras estábamos en algún café, él observaba con atención, e iba dibujando a las personas, conservo también libretas con sus dibujos.

Déjenme ser enfática: en su vasta obra poética y escritura narrativa hay marcada una profunda vena autobiográfica, donde el poeta y narrador emeritense se abre y se muestra sin tapujos. Cada vez que recordaba sus vivencias pasadas su tono de voz era firme, podría decirse que se sentía orgulloso de su origen humilde y, por otro lado, existía siempre en él un desasosiego a causa de su destino, pues su madre lo apartó de su padre biológico y se lo encargó a sus tutores mayas.

El barrio de San Sebastián que me presentó con altivez y alegría a flor de su rostro, tan efusivo, me hizo enamorarme de su terruño. En más de seis ocasiones recorrí su barrio, y también me enseñó todo su estado. Entre las alhajas de mi memoria están aquellas caminatas sin descanso en las que me transportó a su pasado infantil, a su primera juventud. Raúl tenía una lucidez meticulosa, muy detallista para sus añoranzas, tanto que podía sentir los olores añejos, sus comidas…

Sí, mi niño Renán, como lo nombraba de cariño me impregnó con evocativos recuerdos, entre ellos el de sus juegos con cajitas llenas de pequeñas piedras (conservo una que hizo para mí), sus carreritas en las calles empedradas… También evocaba el recuerdo de las golosinas que compraba cuando tenía dinero y cuáles le gustaban mucho. Me llevó a conocer su escuela; ahí, me tomaba de la mano para entrar y sonriendo me contaba de sus compañeros, de sus lecciones, de su pupitre, de sus maestras y de las niñas.

 En ciertos momentos de añoranza me hablaba en lengua maya. Por último, me llevó a donde vivió con su tutor y me indicó a distancia donde estaba su casa, no olvido su rostro con ojos de agua, sólo lo abracé y me correspondió con un beso.

”Normita, mi madre y yo vivimos solos y éramos felices, iba atrás de ella cuando tenía trabajo. Me quedaba con ella, pero llegó un día que ya no podíamos vivir juntos. Tenía cuatro o cinco años, entonces me llevó con unos conocidos suyos, [que] eran mayas y me dejó en su casa. Me quedé con ellos que eran unos campesinos. Él, mi tutor era un hombre muy autoritario. Nena, en mi niñez me la pasaba siempre corriendo, mi compañía de juegos era un perro negro. Ahí, también aprendí lo que significaba la autoridad, los golpes por hacer mal las cosas y sí, confieso, era muy travieso. También, más grandecito, pasé un año sin pisar la casa porque me había corrido mi tutor por reprobar el cuarto año escolar, vagando en los parques, boleando zapatos para ganarme mis primeras monedas.”

(Grabé sus palabras como me lo pidió, contuve mis lágrimas).

                                                                                              xxx

 

 

 

 

 

 

Norma Salazar

Mexicana, radica en la capital.

Estudió las Licenciaturas en lengua y literatura hispánicas y en Estudios Latinoamericanos, en la Facultad de Filosofía y letras de la UNAM. Posee los grados de Maestría en Literatura Iberoamericana y Doctorado en Literatura Comparada, por la misma institución.

Es poeta, ensayista y reseñista. Es columnista del diario Opinión de Yucatán,  donde tiene el espacio Radiografías. Ha colaborado en la revista SIEMPRE! (suplemento La Cultura en México), en el órgano digital REVISTA DESOCUPADO, y en la  revista LECTÁMBULOS. Ha sido Investigadora-Coordinadora responsable de la Edición del Archivo Lusitano de Francisco Cervantes, proyecto que produjo los libros  Al revés que las víboras, Cara Lusitania (edición bilingüe), Pessoa para niños,  Agua que no (des) en boca, (poesía amorosa), Fernando Pessoa Laberintos, (selección y traducción), Vivir es un estrecho territorio, (poesía y crítica), Editorial ALDVS, CONACULTA, Gobierno del Estado de Querétaro a través del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, 2010-2013.

Fue Coordinadora e investigadora del Diccionario crítico literario en las letras mexicanas del siglo XIX, dirigido por el maestro Emmanuel Carballo, México, Océano/CNCA, 2000. También ha publicado: Introspecciones, (ensayos), Ediciones Ave Azul, 2021, Cariátides Mudas, Grupo Generación Espontánea, 2009, Cuadro al Óleo, Ediciones ST, 2005 y Cantos Lejanos, Colección La Hoja Murmurante, 199. Ha participado en eventos académicos nacionales e internacionales. Su poesía está incluida en las antologías de Pájaro de fuego, México, Editorial Praxis/Navachiste Ediciones, 2000. Obtuvo Mención honorífica con el poema en “Nonuse, la cetácea”,  publicado en la revista ALHUCEMA,  (Asociación Cultural Alhaja/Ediciones Adhara, No 5, 2000.), ANUARIO DE LA REVISTA BAQUIANA, (Miami, 2007), Del Silencio hacia la luz: Mapa Poético de México, Mérida, Ediciones Zur/Catarsis Literaria El Drenaje, 2008, La mujer rota. En el centenario del natalicio de Simone de Beauvoir, Guadalajara, Literalia Editores, 2008. Participó como Coordinadora de edición en el libro-homenaje a Raúl Renán 80 veces su mundo –poesía, vida y obra-, (Oaxaca, Cantera Verde/Jalisco, Guadalajara, Secretaría de Cultura/Mérida, Yucatán, Ayuntamiento, 2008, entre muchas actividades y reconocimientos más.