Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Poeminas para Adelina

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Por Ethel Krauze

16 Noviembre 2020

 

Poeminas son las palabras perfectas para describir a Adelina.

Palabras que nacen de la alegría compartida cuando la madre y la hija descubren juntas la vida.

Son saltos y vuelos, tesoros y misterios. Tan grandes como los versos y tan breves como los cuentos de oro que se esconden en los ratos que todos tenemos para mirar el cielo.

Una caricia, un instante, un juego, una pesadilla, un aleteo de párpados en medio del sueño. Ahí donde pones el ojo, pones el verso. Ahí, debajo del pensamiento, espera la mina de la poesía.

Éste es un libro que cuenta la historia de un descubrimiento:  la infancia es un poema que todo lo cuenta.

He escrito este breve libro mientras he vivido la crianza de mi propia hija. He considerado traerlo al mundo de la publicación para compartirlo con otras madres y otras hijas, que también crían en la poesía como aliento de vida.

Había permanecido en forma privada, en páginas impresas dentro de un bonito fólder, ilustrado con fotografías de nuestros momentos juntas, imágenes tan espontáneas como los versos que hilábamos día con día. Se lo regalé en uno de sus cumpleaños antes de que llegara a la adolescencia. Lo tenía bien leído y acomodado en su librero. Ha estado acostumbrada a que su madre le escriba historias aun antes de nacer; las letras la han acompañado desde los primeros días de vida. Pero este libro permanecía único, sólo para ella.

¿Qué me llevó a ponerlo ahora ante los ojos de otros lectores? Tal vez una necesidad de cantar en medio de esta pandemia, una necesidad de visitarnos el corazón unos a otros, recuperando la alegría del lenguaje, las posibilidades del poema y, sobre todo, renovar el discurso de la maternidad gozosa que ha sido reemplazado por una agenda de los derechos de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y a validar la negación de la maternidad. Agenda, a la cual yo me sumo, por supuesto, y lo hago desde todas mis trincheras, empezando por la escritura. Nada tan terrible como obligar a una mujer a engendrar, parir y criar. Pero tampoco es obligación no hacerlo para considerarse autónoma y pensante.

A los muchos feminismos que nos habitan, les hace falta construir un discurso de la maternidad en la felicidad de mirarse, madre e hija, en un río de palabras que juntas tejen y del que se nutren, con el que se cobijan y desde el cual crecen y maduran. Es la madre, generalmente, la que instaura el lenguaje en los hijos. En el caso de mi hija, fue ella la que me instauró un nuevo lenguaje, al responder al mío. Es ella la que me contó quién era a través de esas minas de oro poético que fueron sus primeras frases.

Regresar a la fuente poética de las primeras palabras, aquellas que configuran de nuevo al mundo es uno de los más íntimos diálogos entre madre e hija.

Poeminas para Adelina, es mi homenaje a esa oportunidad. Cantemos todos este milagro que se reproduce cada vez que nos acercamos lo suficiente.

Ahora está a la mano, con un clic, en las plataformas digitales, a un módico precio, gracias a la editorial Bitácora de Vuelos.

Poeminas para Adelina, también, a la orden, para ustedes.