Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Poemas de Iván Vázquez

Autor: Iván Vázquez

Mayo 2021

 

[Amilamia]

 

 

los arqueólogos están

en un grave error.

 

Ni las siete maravillas del mundo

                        antiguo y moderno

 

tienen tanto encanto

como el que exploro

 

                        bajo    

                        tu

falda.

 

 

 

[La enfermedad del texting]

        I

 

No llamas

Una película blu-ray

Sale Di Caprio

Interpreta a Rimbaud

Otra temporada en el insomnio

Stop

 

 

II

 

Siete timbrazos

No contestas

Whats… grabando audio… üü

La tv sonámbula

golf, infomerciales,

barra de colores para los daltónicos

Del otro lado de la ventana

se les cae la cara de vergüenza

a los semáforos

Los límites de mi lenguaje

son los límites de un mundo

que ya no me importa

Cierro el libro de Wittgenstein

 

III

 

Play

Afuera

la noche sopla sus últimas velas

Los semáforos siguen en rojo

apenados

No llamas

Mensajes en off

Enjambres de palabras

Caligrafías poco ortodoxas

El miedo siempre entra primero por los ojos

Mi voz no-te-to-ca

La paredes se adelgazan, asfixian

Los gatos fornican en el techo

Los gatos rinden honores a la luna

Sus aullidos cortan

los últimos hilos de la razón

De razones el corazón no entiende

Rimbaud: yo soy otro

Hay otro entre tus piernas

Cópulas coplas copulan

Más whats

Audios indescifrables

Engendros de voz

Arde el texting

Sigue Di Caprio

Mea un poema

Send

No hay doble check

Un balazo en la mano

Dispara Verlaine

 

IV

 

Salió mal

Todo salió mal

 

Siete timbrazos más

El último intento

es un impacto a la cabeza

 

Contestas:   

 

 

[Comunión]

 

 

A los que son sólo un esqueleto

de niebla y ceniza

 

A los que tiran su mirada

a ras del suelo

 

A los que andan en plena lluvia

con el recuerdo a su costado

y sin paraguas

 

A los que sorben poco a poco la madrugada

con los ojos

 

A los que se les cierra la puerta con la llave dentro

y la basura en las manos

 

A los que cargan con un hueco en el pecho

y lo cubren con barrotes y vergüenza

 

A los que hacen el nudo de su corbata

y resisten la tentación

 

A los de sonrisas fracturadas

 

A los que caminan lento

porque han perdido su destino

 

A los fulminados por el relámpago de la verdad

en medio de la noche

 

A los que la justicia les llegará

después de la muerte

 

A los que se les parte la lengua cantando

a su amor desaparecido

 

A los que les dieron a probar la cicuta del desprecio

y el sabor todavía es amargo

 

A los que su vida es sólo naufragio

 

A los que las manos se les vuelven sombras

extrañando una misma sombra

 

A los que caminan con piedras dentro del zapato

y siguen a pie entre vidrios rotos

 

A los que su soledad es un filamento

que dora infinitamente

la araña del desprecio

 

A los que tienen mapas marcados por toda la piel

pero nadie los explora

 

A los que buscan redención macerando su sangre

entre una espesa costra de coraje

 

A los marcados por la uña de la muerte

 

A los que les llega el agua al cuello

y jamás aprendieron a nadar

 

A los intrépidos que se quedaron a un paso

de dar el gran paso hacia el abismo

 

A los que el punzón de la pérdida

los ha dejado sin aliento

 

A los que un río se les hace poco

comparado al torrente que llevan dentro

 

A los que se les trituran los planes

y necios vuelven a unir su polvo

 

A los de hombros derrotados

 

A los que no pueden dormir

porque si se duermen se los comen los gusanos

 

A los que no pueden decir lo que aman

y esconden el deseo tras el tacto

 

A los que despiertan con la flor azul entre las manos

pero con los pétalos marchitos

 

A los golpeados por el odio de Dios

 

A los que les vence el sueño

con la plegaria entre los dientes

y el sexo entre las manos

 

A los desesperados que buscan su cuerpo

en lo caliente de una fosa clandestina

 

A los que se les esfumó su luz

con el nubarrón de una despedida

 

A los que la ponzoña de la enfermedad

los ha vuelto desahuciados

 

A los desposeídos de la eternidad

porque jamás germinará su estirpe

 

A los que marchan detrás del ataúd

y saben que no serán ya los mismos

 

A los que han leído estos 70 versos

y aún no hallan bálsamo que los consuele

 

A los dueños del insomnio

 

A los hijos del silencio

 

A ellos,

sólo a ellos,

esta combustión de palabras,

este valle de lágrimas, penas, versos.

 

 

 

 

[Cábala]

 

Piensan los cabalistas

que la esencia infinita

del nombre de Dios

     deambula

por los espacios en

blanco

de nuestra escritura.

 

Si el adagio es una verdad irrefutable  

            abro con impaciencia

este verso

                        lo parto

para que entre            

                                               de lleno

            la implacable potencia

de esas letras

 

pero a fuerza de empuñar

la palabra

caen pedazos de mí

sobre el papel

 

y por fin comprendo

lo que los cabalistas

dicen del

entusiasmo

que no es más que traer

un Dios

dentro de

sí.

 

Y

se cierra

el poema.

 

 

 

 

 Iván Vázquez (Puebla, México, 1985) Poeta y ensayista. Ha publicado parte de su trabajo en diarios y revistas como La Otra, Círculo de Poesía, Crítica, El Comentario Semanal de Colima, Contexto UDLAP, Buenos Aires Poetry, Leviatán, La Ubre Amarga, América sin nombre, entre otros. Fue publicado en la antología de poetas jóvenes De cinco a siete, colección Alejandro Meneses (BUAP, 2010). Asimismo, ha sido incluido en Mexpoet. Muestra de poesía mexicana contemporánea (Ediciones Altazor, Perú, 2019), selección a cargo del poeta Víctor Coral. En 2020, la editorial Buenos Aires Poetry publicó su primer poemario: Cenizas mi deseo.