Poemas de Alberto Romandía Peñaflor
Autor: Alberto Romandía Peñaflor
Enero 2024
Transcribir en papel el buen ejemplo
Al destello fraternal de Guadalupe Ángeles
Crece en ti por fin la espiga desde el pantano
hemos fallado en delinquir
nuestro temple de salteadores
escaso rédito ha devengado
Y al fondo del calabozo liberarnos
del fardo libertario, de su excusa libertina
(was it the first?, was it the last?)
Asumir así nuestra insignificancia universal
Solo el ego se sueña redentor
Libérame a mí, quiéreme a mí, fóllame a mí
̶ son los lamentos de un perro ciego envejecido
Al soltar el fardel de la culpa, toda ambivalencia se disipa
Si nos agredieron, fue ello apenas trance de peregrinaje
Deja, pues, irse en su marcha fúnebre a tus muertos
A todo samskara sus dos caras de moneda
su hachazo triunfal de leñador
en lucha perpetua contra el boscaje
Cada cual elije beber ambrosía o excrementos
Para vanagloria del espejismo un semental
travesuras del monstruo vuelto adicción al sufrimiento
Cada cual inventa al Kraken para después alimentarlo
Basta un halago de muchacha para obturar el clic
del vanidoso, falsa columna en falansterio derruido
Que nadie aparte tuyo sopese tu valía, pimpollo
Descúbrete de capa ante ti mismo, Mirmidón de arena
La seducción fue la cimentación del monstruo,
su aniquilación la fundación del credo propio
Desvalorizarse, la receta añeja del castigo,
los otros: meros medios y artífices del laberinto
antes aun que seres per se animados o personas;
los has forjado cual justificación del patetismo
para postergar el periplo a los adentros de tu imperio
Admítelo de tajo: ya no resta Minotauro ni princesa por salvar.
Desgreñar la breña
(soy el muérdago escapando de las tinieblas)
En memoria de Luz Olivares
Me agradaría ser un muérdago de ácaro
o fagot enmohecido erguido entre neblinas
ningún ojo sobre nosotras había abismado tanto
y tantas las chicas buscando rabia y desconcierto
cuántas las prédicas sobre religiones o botánica
esto te digo, amigo farmaceuta:
más vale un guitarrazo bien habido en la carcasa
que ir arrastrando la obscuridad tras las espaldas
ahora la moderación nos golpea el rostro y la ceguera
lo siento. son los limos herméticos ya de ocultar amoríos
un fruto futuro palpamos ahora fuera de nosotros
verte hoy es salir de mí mismo o suspender la inhalación
para seguir soportando esta tenue sensación de ceguera ameritada
lo sentimos. y el pésame termina por sobarnos genitales
Al tiempo su mueca desdentada*
…las sensaciones pasan, los rencores acaban, las negaciones
aumentan (…) cómo puede ser tan bello el infinito.
Adrii Juan Kraeppellin
hay en cada lapso
un temporal adverso,
despacio devora edad
prole de Huehuetéotl revelado
báñate en aguas de Parménides
por si acaso Éfeso remozare
catedral o arena desplomada
-pronto que Hermes acecha ya la rada
Para el vendaval que viene
quebrar espejos no refiere
tictac oxidado; este adiós
que es un hábito de muerte (a la distancia)
que esparce granizadas cuando yermo mármol
que redoma conveniente a la velada sagrada
que no sé ni recuerdo el momento preciso
que agonizas, aunque no expongas palabra
que ni hache ni pío ni trino ni graznido
por recuperar aliento bien que duela
te cederé mi arribo al purgatorio,
elegiré ese momento exacto, falaz
en que lanzarte a la inmortalidad
¿qué tan fácilmente se ha burlado
de mente el indescifrable trasto?
De tanto arder la costa, hallaré granuja
mi consuelo, en nuestro cáncer ecuménico
reverdeciendo al interior del alma humana
y en la clave de sol implícita a magnolias
este peregrinaje chimuelo hacia qué
o cómo si nada (supina sujeción) cae
varios serán los molares de criptógama
con que enloquezcan las madrugadas
de rendición en que escamas masticar
Salpicada la única verdad atemporal
de una irradiación feroz se precipita
(A Roberto Juarroz, incólume conjurador y deslenguado)
* Este texto fue publicado en el poemario Sombra El Ave (Ex Libris 2020)
Rifle de asalto
Se inclinaban profundos, una ante el otro,
respetuosamente, el uno ante la tristeza de la otra.
Klaus Mann
Eleva mi voz, Diosa de sal, hasta
las cumbres del helecho y los batracios
Adelgazamos, nos marchamos, dejamos atrás
las ciudades, la ruindad, y la mortaja de mamá.
Si Adonái es todo amor, ¿quién requiere redención?
La trashumancia de inviernos y tinieblas
transcurre con inane tempestad
Aquí no resta mechón de tonsura
ni consagración de ojiva que arrojar
Un hermoso conocimiento el del
tolteca. Se ha desvanecido largo ha
Propalamos la ruina de los dólmenes
la polimatía de mercedarios, partisanos
Este escudo cruzado de alabardas
prima en las entrañas de mi raza
Se nos agota el apego a la vida adiposa de las bragas,
al konjac mullido entre pasillos y bisuterías
Bríndame la guerra, oh señora, la gracia del desvalido
Un rifle de asalto para curtir el ánimo
ante las desdichas y el desamor, hasta
acariciar la brisa candente de las costas
Andrajos atónitos de otros tiempos, recorremos
los parajes de Rudra repletos de astromelias
Novillo desgastado, desanda ya
el coso de este nabo deletéreo
Túmbate el rollo feral de los suicidios,
el alivio harapiento de la muerte.
Alberto Romandía Peñaflor:
(Zapopan, Jalisco, 1978). Estudios en artes audiovisuales, filosofía, teología, antropología, idiomas (latinos y germánicos) y finanzas: CAAV, UdeG, Eberhart-Karls Universität Tübingen, UNAM; UDLAP, OSD. Premios y reconocimientos: Foto septiembre Internacional 1998, Ciudad de las ideas (ensayo) 2008, Juegos Florales Luis Pavía López (poesía) 2010, Documenta Guadalajara (fotografía) 2014; IV Concurs de microrelats de tema històric Biblioteca Plaça d’Europa 2017. Participante en congresos y festivales. Circa 50 textos publicados en medios académicos, literarios, revistas, diarios y antologías (artículos, traducciones, poemas, ensayos; reseñas, análisis, etnografías, ponencias y crónicas). Cinco publicaciones: poesía, etnografía y ensayo.