Revista Anestesia

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Nuestras posturas en Anestesia

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Nuestras posturas en Anestesia

 

Estimados lectores:

Quienes hacemos Anestesia tenemos presente que las letras mexicanas proceden de dos fuentes: las indígenas, anteriores a la Conquista, cuyas lenguas y culturas han sobrevivido (por desgracia no todas) y hoy luchan por no desaparecer, por lo cual hay que amarlas, conocerlas,  impulsarlas como merecen; y las letras españolas, de las que poco a poco nos hemos desprendido con el paso del tiempo, alcanzando en los siglos XX y XXI la plena autonomía a la que tenían derecho desde su origen las literatura latinoamericana y en particular la nuestra, por los muchos escritores que hemos tenido en todos los géneros y por la calidad de sus obras. Poetas, narradores, novelistas, dramaturgos, cronistas, críticos, periodistas, han aportado su trabajo a una literatura mexicana que además de sus raíces indígenas, ha sido según sus varias fases de desarrollo colonial, moderna y contemporánea; una literatura que ya cumple casi quinientos años y constituye un considerable corpus y una materia de estudio y deleite para los lectores y críticos nacionales y extranjeros. Una literatura que al Boom latinoamericano le ha dado tres escritores de genio, sin que sea aquí el caso dilucidar si son precursores o plenamentee del boom los dos primeros, ambos jaliscenses: Juan Rulfo,  Juan José Arreola, y Carlos Fuentes.

En cuanto a las revistas, nuestras letras han sido igualmente pródigas. Desde los siglos XVIII y XIX[1] fueron numerosas y las caracterizan las ideas de la época, pues tansmitían una ideología de la Ilustración, primero, y del romanticismo europeo, después; y pretendían sembrar esas ideas de avanzada entre nosotros (cito sólo dos casos, Las Gacetas de Literatura para el XVIII y El Pensador Mexicano, periódico liberal muy importante fundado por José Joaquín Fernández de Lizardi, que tuvo vida de 1812 a 1813). El México independiente tuvo también lo suyo. Hubo varias publicaciones, menciono en particular dos, muy notables, porque estaban dirigidas a un público femenino. En 1826 sale El Iris, la primera revista dedicada a un público de lectoras. Era una revista de carácter didáctico y venía como anexo en el periódico El Águila Mexicana. En 1841 vio la luz El Semanario de las señoritas mexicanas, con un contenido amplio que incluía traducciones de autores europeos famosos, como Walter Scott, Lord Byron y Shakespeare. En tiempos tan aciagos para nuestro país, no es poco. Scott es el padre de la novela histórica, tan importante, que influyó en Alessandro Manzoni, el poeta, narrador e ideólogo de la Unificación italiana, quien fue a su vez el padre de la novela histórica en tierras itálicas, al haber escrito Los novios. Historia milanesa del siglo XVII, la primera novela moderna italiana, un clásico de las letras universales. Por su parte, George Gordon (Lord Byron, al morir su abuelo William), es uno de los poetas más representativos del romanticismo británico. Viajero incansable, amigo de Goethe, de Shelley, amante fogoso, libertino como su par italiano Ugo Foscolo, defensor de la causa de la libertad griega, que luchaba por zafarse del Imperio Turco, en La peregrinación de Childe Harold Lord Byron creó el pototipo del héroe romántico: rebelde frente a la moral y las convenciones establecidas y caracterizado por una nostalgia que hallamos también en otros personajes de las letras europeas: el Iacopo Ortis de Foscolo, el Werther de Goethe y muchos otros. Mientras que Shakespeare, considerado actualmente como un precursor del romanticismo, es la la gloria de las letras inglesas como Cervantes, su contemporáneo, lo es de las hispánicas. Así entró, al menos en parte, en nuestro siglo XIX de guerras intestinas, de dos invasiones cobardes y estúpidas y un Imperio austriaco y afrancesado, el espíritu romántico en la literatura mexicana, gracias a las revistas literarias.

En el siglo XX las revistas se vuelven órganos indispensables de comunicación cultural;  muchas alcanzan un alto nivel de calidad[2] por sus contenidos y por su escritores. Repaso algunas: en los años treinta, Contemporáneos, en los cuarenta Taller, y El Hijo Pródigo, en los 70 Plural. Y Nexos, nacida en 1978, en la atmósfera asfixiante de un México gobernado por un régimen encallecido que no supo solucionar los graves problemas que nos aquejaban, en todos los campos de lo social, y a 10 años de la matanza del 68. La caracteriza un afán de reunir a estudiosos de muchas disciplinas científicas y humanísticas, que aportan sus saberes de manera conjunta, para enriquecer la vida cultural y la reflexión crítica. “Los promotores de esta revista, creían en la posibilidad de un diálogo entre los medios y el gobierno, y entre los distintos componentes de las comuniades académica y cultural y la sociedad”.[3]  Nexos es una de los más prestigiadas y leídas revistas del país.

Imposible no mencionar, en los mismos años, pues nació el 6 de noviebre de 1976, Proceso, dirigida por Julio Scherer García, y un grupo de periodistas que se organizaron, luego de que Excelsior fue atacado y suprimido por el presidente Luis Echeverría. Desde entonces, este semanario de análisis político y de temas culturales “sigue destacándose por su independencia, por su periodismo crítico y sin conceesiones”.[4]

Algo anterior es Diálogos, dirigida desde su primer número en 1964, hasta el último en 1968, por Ramón Xirau. Se puede afirmar que, por ser recientes, estas revistas siguen formando criterio y son parte de la crítica tanto política como literaria contemporánea. Luego vienen otras, más actuales, como Letras Libres (fundada en 1999, pero siguiendo el espíritu de Vuelta, fundada por Octavio Paz en 1978 y que salió del aire en 1998, al fallecer su fundador) y muchas otras.[5] Por último, sabemos que escritores jóvenes, como los Millennials, también están escribiendo, pintando, haciendo música, creando cultura. Por las particulares rudeza y sórdido materialismo de la época, no toda la nueva generación de mexicanos tiene interés por las letras y el pensamiento, pero sí muchos de ellos. En nuestras páginas hemos publicado a algunos, y uno de nuestros propósitos programáticos sigue siendo llegar a las mujeres y hombres del Tercer milenio, como lectores, como potenciales autores y forjadores de un mundo susceptible de cambiarse en positivo sólo desde, y mediante los propios esfuezos por ser mejores  personas.

Es en esta pista donde aterriza nuestra pequeña, por no decir microscópica aportación en línea, aunque, como lo habrán notado quienes nos conocen, no somos un grupo de sólo adolescentes y jóvenes. Alrededor de Anestesia pululamos también autores adultos de diferentes edades y profesiones, chavorrucos insistentes en una doble vocación de enseñar-aprender con los jóvenes y de escribir-formar conciencia social y literaria. Tres jovencísimos diseñadores profesionales aportan su talento en este producto editorial de un colectivo que, con perseverancia, desea seguir luchando por alcanzar sus metas, que son las siguientes: impulsar la lectura, ser punto de reunión e intercambio de generaciones, dar a conocer autores noveles y no tanto, pero sobre todo, sin vanidad, esgrimiendo nuestro trabajo diario, permanecer por mucho tiempo en el interés de los lectores.

Esa es nuestra intención. Nuestra meta. En los números publicados y en los que esperamos publicar, hemos depositado y seguiremos depositando mucha buena voluntad. Y como tal vez les ha sucedido a tantos escritores unidos en torno a sus propias revistas en la historia literaria de muchos países, los buenos resultados y las renovadas esperanzas nos alientan a insistir en nuevas presentaciones en diversos foros y ante más audiencias. Además, lectores y colegas nuestros nos han planteado sus inquietudes y propuestas. De allí nuestro empeño –aunque ya lo hicimos patente en el número de febrero– por enlazar esfuerzos e intercambiar entusiasmos y creatividad con todos los escritores que deseen aportar su sensibilidad en nuestro espacio, tanto mexicanos como latinoamericanos.

No sólo, sino que en este 2019, que ha sido designado por la ONU Año internacional de las lenguas indígenas, nos complace invitar a los escritores de las diversas etnias y lenguas nacionales (náhuatl, totonaca, otomí, zapoteco, mixteco, tzotzil, tzeltal,  purépecha, maya y otras lenguas) a que colaboren con  nuestro poyecto, demostrando con sus textos literarios en formato bilingüe, no sólo su orgullosa pertenencia a alguno de nuestros pueblos originarios, sino la hermandad que por sus creaciones los liga a sus colegas hispanohablantes, en un juego de espejos y vasos comunicantes en que “somos con los otros” y los otros a su vez son con nosotros, para decirlo evocando frases pletóricas del vital existencialismo de Jean Paul Sartre.

En la misma línea políglota y multiétnica, tierra adentro del México profundo y tendiendo puentes hacia otras culturas y lenguas extranjeras, abriremos una nueva sección, dedicada a una clase especial de escritores, entre los cuales siempre he militado: aquella que, o muchas veces sacrifica su talento y su vida entera en aras de transladar a su lengua materna la belleza contenida en otra lengua que él (o ella) domine, o bien, partiendo de la labor de vertir en español las excelencias de la lengua traducida, va soltando el pulso, y aprende a apropiarse y utilizar en español las riquezas cosechadas mediante su pasión de traductor; y paulatinamente se va forjando un estilo propio. Pues los traductores somos hombres y mujeres de letras; y se pueden hacer listas extensas de escritores (en todas las literaturas) que han sido al mismo tiempo traductores de excelencia. En lo personal, me vienen a la mente tres nombres muy  notables en nuestra literatura reciente: Alfonso Reyes, José Emilio Paheco y Sergio Pitol. Además de  que nuestro Premio Nobel ha tenido también una faceta de traductor, al haber vertido a nuestra lengua a John Donne, André Breton y Fernando Pessoa, entre otros poetas del más alto nivel.

Abiertos en el presente, conscientes de la importancia del pasado, angustiados como lo declaramos en el número inaugural por los horrores que ensombrecen esta fase de la historia mundial que vivimos y temiendo por nuestros jóvenes, seguimos empeñados en contribuir a la formación de lectores y de esa manera, a riesgo de  sonar cursis,  hacer patria. Por su parte, quien esto escribe es universitario, se formó en la UNAM, ha trabajado como docente e ivestigador en ella, se debe a ella y le debe todo: la formación en historia y en historia del arte; el conocimiento de la tradición literaria occidental y por tanto el de su contraparte, las vanguardias; igualmente la conciencia crítica y la capacidad de juicio en lo histórico y en lo estético; le debo el aprendizaje de lenguas y sus literaturas, antiguas y modernas; le debo una cultura filosófica y su aplicación a la vida y al presente. Todo lo cual se aprende leyendo, estudiando, reflexionando, conviviendo, dialogando y compartiendo en las aulas, en las bibliotecas, en las tertulias y, claro está, en las revistas literarias, cuando hay fraternidad y disposición al diálogo.

Pues todo eso puede generarse a partir de la lectura. La lectura enriquece la mente, ennoblece el corazón, ensancha la visión que tenemos del mundo y de sus habitantes, nos hace humildes, sensibles, solidarios: más humanos, en tanto que la carencia de letras se traduce en ignorancia, arrogancia injustificada, agresividad gratuita, autoritarismo, machismo, narcisismo, chovinismo, y muchos otros –ismos que, por desgracia, no son literarios y por esta razón no forjan humanidad, sino que infunden en las personas palabras, actitudes, pensamientos y acciones irracionales que las empujan más y más a la condición de las bestias.

Me cabe la alegría de comprobar que no sólo los universitarios procuramos normar nuestra existencia sobre la base cognitiva y la tabla de valores que aprendimos en nuestra Alma Mater. Rodando se encuentran las piedras lectoras, y los mismos ideales de fraternidad, ganas de trabajar y seguir aprendiendo, los he encontrado en mis ya muy apreciados colegas y amigos Gabriela Santamaria , profesora egresada de la Escuela Normal Superior de la SEP, Brenda Vidal, Aldo García, María Fernanda, profesionales del diseño y las artes plásticas, alrededor de los cuales una gran cantidad de escritores ya se están congregando y aún faltan muchos más. Enhorabuena, les damos a todos la más cordial bienvenida, difundan nuestro órgano, háganlo viral.

Un último punto. Vital e irrenunciable para quienes hacemos Anestesia. Tenemos una vocación democrática. Nuestra valoración de la lectura, la escritura y su resultado: las letras, la comunicación, el intercambio, no puede escindirse del conocimiento y el respeto por el pasado histórico-cultural y su aplicación al presente…Consideramos el arte no sólo como un conjunto de bellas formas, de palabras arregladas con orden y concierto, pues damos por válido todo intento innovador en literatura, sólo que sin llegar a los excesos de la agramaticalidad ni al rompimiento social como actitud pretendidamente estética y contestataria. No defendemos ningún –ismo literario. No es fácil ni parecería sensato, darnos aires de estar generando un movimiento de vanguardia artística, en este primer cuarto del siglo XXI. Estamos ya muy lejos de esos momentos estelares e irrepetibles, que tuvieron lugar grosso modo en los años de entre guerras, entre 1909 (año del nacimiento del futurismo) y 1939 (año que marca el estallido de la Segunda masacre mundial), cuando los mejores artistas de todos los países europeos, exasperados por la crisis de civilización que se vivía, se unieron en torno a movimientos vanguardistas (futurismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo, etc.) que cambiaron la forma de concebir y hacer el arte y la literatura. Y haciéndolo, contribuyeron a modificar la conciencia moderna.

Somos mucho más modestos y lo decimos con franqueza: no somos genios. En particular, no nos caracteriza el ánimo rijoso y la voluntad de ruptura que tuvieron varios de esos movimientos, como el futurismo italiano de Filippo Marinetti, cuyos compañeros y él mismo no dudaban en emprender verdaderas batallas campales para imponer sus ideas y sus nuevas propuestas estéticas. Y que no dudó en afiliarse al fascismo. Los tiempos actuales son ya demasiado violentos, en todas partes, como para tratar de utilizar la revuelta y los puñetazos y “la guerra, única higiene del mundo” como instrumento de remoción de las ideas y de crecimiento de la conciencia a base de palos propinados en las cabezas del público o de los lectores.

De allí que no queremos practicar sectarismos de ninguna índole, no somos iconoclastas, nuestros modelos son la cultura universal y las mejores ideas que hayan salido de las mejores mentes nacionales e internacionales. No queremos dividir, sino sumar. No seguiremos banderas que ataquen el humanismo, entendido como cultura y valores de civilidad, y también como respeto irrestricto a las personas, a la especie humana, al Homo sapiens, y a la pluralidad de ideas, vital para la existencia de toda verdadera democracia. Por ende, en reciprocidad, pedimos y pediremos siempre y con la frente en alto, respeto para nuestra revista y para nuestros escritos y personas.

Sin embargo, quizá, pese a los diferentes climas culturales, y a la distancia de más de un siglo, hay algo que nos aproxima en cierta forma, a los vanguardistas de los años señalados. Un entusiamo, una corriente electrica de atracción, un imán que nos adhiere a la búsqueda expresiva de nuestros mundos y riquez interna; un impulso apolíneo-dionisiaco que se traduce en lo juvenil y empeñoso de nuestro bregar; sí, tal vez…pero sin futurismos, sin discursos incendiarios de cualquier índole. Mesura y respeto de todos los discursos, (civilitas: civilidad), y de todas las expresiones del pensamiento; inteligencia y sentimiento en los textos, en las actitudes y escrituras multiformes, y libertad expresiva, con el único límite de la legibilidad y calidad de los escritos para nuestros lectores, bajo el dictado interno de no atacar a nadie, porque eso no hace literario ningún texto. Éstos son nuestros principios y nuestro programa. Y que las letras nos hermanen. Desde aquí desde Anestesia les tendemos a todos la mano. No nos dejen solos. Los necesitamos.

[1] Sólo como una referencia, que no agota la riqueza del tema se pueden revisar: http://www.revista.unam.mx/vol.5/num9/art58/art58-4b.htm- (con bibliografía).

 

[2] Cfr. José María Epinasa, https://otrosdialogos.colmex.mx/la-revista-dialogos

[3] Enrique Flores-Cano, “Sobre los orígenes de Nexos”, en https://cultura.nexos.com.mx/?p=17115

[4] “Historia de lo que somos”, https://www.proceso.com.mx/historia

[5] Ejemplos de la abundancia de revistas mexicanas, que sólo recientemente, gracias a las ediciones actualesy a la digitalización se pueden hallar, los tenemos en: http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/index.php/rum/article/view/18121/21723-, entre otras numerosas fuentes.

Por José Luis Bernal

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