Mi departamento / Martha Irene de la Concha
Julio 2024
Autora: Martha Irene de la Concha
Sé que están todas dentro de mí, diario las escucho con sus pequeños pasitos dando vueltas y vueltas dentro de mi mente.
En mí, trabajan de forma diferente, pocas veces están juntas, de hecho, lo evito, porque sería un caos, no se llevan bien, algunas han llegado a ser compañeras por periodos, pero me encargué de asignarles habitaciones diferentes para mantenerlas bajo control.
Con la que mejor me llevo es con Tristeza, tenemos muchas cosas en común, pero en los últimos años hemos procurado trabajar de lejos, ella sabe que no me hace bien, apenas nos empezamos a llevar más, se pone muy cómoda en los sillones de mi mente y puede quedarse por mucho tiempo, todos sabemos el resultado de ello, por lo que penosamente y aunque la amo, trato de tenerla ocupada lejos de mi centro.
Alegría es mi más cercana compañía, siempre está rondando por todos lados, pero es un poco bipolar, o está a mi lado o simplemente desaparece apenas algo la perturba, hemos trabajado últimamente en que no sea un jarrito de Tlaquepaque, debe trabajar más su músculo y no dejarse tirar por cualquier vicisitud que cruza por enfrente. Me queda claro que no se lleva con los malos humores de mis hijos, no siente empatía por el pesimismo que a veces trae encima mi marido y se tiene que llenar de paciencia cuando trato con mi mamá y su bolsa llena de creencias. Cuando esto sucede, por lo general, Alegría empieza a dar pasitos atrás y llama sigilosamente a Desagrado, su comadre tan querida, y cuando Desagrado entra en acción abre la puerta para que el resto de las emociones entren sin control. No, en esos momentos saco las llaves y encierro a todas en sus respectivas habitaciones y me retiro a ese rincón donde Miedo y Furia están sentados, pidiendo, rogando que las deje entrar en acción.
¿El resultado? Depende de qué tan brillante me encuentre en esos momentos, generalmente las observo desafiante y analizo qué tan productivo sería soltarles la cadenita que las tiene amarradas a sus sillones, por lo general, platico con ellas, segura de que están bien contenidas; después de un rato, salgo y voy por Alegría para que regresemos a donde estábamos, lo bueno es que ella no es rencorosa y olvida rápidamente los agravios.
Los años son sabios, nos hacen crecer en muchos sentidos y, en mi caso he aprendido, bajo mucho esfuerzo, a disciplinarme, a controlar ese salón de fiestas que tengo en la mente.
Por fortuna, puedo presumir que Aburrimiento es una más en la colección, pero es la más inactiva, quizá tuvo suficiente trabajo en mis años mozos, donde es usual utilizar mucho a este personaje, así que de ella no tenemos gran cosa de qué hablar, la tengo instalada en una suite hermosa, llena de sillones para que haga lo mejor que sabe hacer: aburrirse y dejarme en paz.
Un lugar muy lindo y especial le tengo a mi querida Ansiedad, su habitación en azul y verde brillantes, de esos que desquician a la vista, muebles minimalistas, hojas, documentos, computadoras, un orden escrupuloso, pero con muchos listados de pendientes. Esta habitación cierra por temporadas, solamente entra en acción cuando tengo trabajo, no el trabajo de casa y de cuidar a los míos, me refiero a un empleo.
A lo largo de mi vida he trabajado durante muchos años, pero también ha habido periodos en donde estoy desempleada por diferentes motivos, y también a lo largo de los años he comprobado que Ansiedad sólo aparece cuando soy empleada. Por lo general tiene temperamento de sargento, maneja hábilmente la dinámica de trabajo-hogar, es un genio en eso, el problema es que a veces se tropieza en algunos pasillos con Miedo o con Ira, son errores de logística que suceden y se me sale de las manos, es cuando de pronto hay explosión en la paz de mi mente. Combinar a dos de ellas o a las tres, de inmediato me hace brincar y caer a los pies de Tristeza. Entonces tengo que levantar los platos rotos lo más rápidamente posible para mantener la calma y regresar el orden a todas las habitaciones.
Es importante aclarar, que Ansiedad es de mis mejores compañeras, ella sola es un motor positivo en mi vida, de hecho, yo le digo de cariño Estrés y tenemos una excelente relación mientras ella no olvide el lugar que ocupa y no se ande juntando con las demás.
Hay dos ternuras que tengo en habitaciones contiguas a Aburrimiento, quienes seguramente tuvieron mejores momentos en mi pasado, de hecho, me he enterado que esas tres y la comadrita Nostalgia, hacen sus juntas de vez en cuando y me traen imágenes que viví hace mucho tiempo. Ellas son Envidia y Vergüenza. Vaya que fueron clave en mi vida, en la adolescencia y en el comienzo de la vida adulta, a veces platicando con Nostalgia, ella me cuenta de los chismes que arman y reímos recordando cuando eran tan importantes. Aclaro que no han dejado de existir y de pronto aparecen, me pellizcan discretamente y se alejan, creo que lo hacen para recordarme que ahí están.
Ese es el hogar que existe en mi mente, todas me acompañan, sé que crecen conmigo, en edad y en experiencia, unas se vuelven más sabias, otras se desarrollan sin mi control, sólo tienen la puerta de su habitación con una llave, generalmente controlada por mí, no sé si en un futuro olvide dónde están las llaves, si quedan encerradas o, al contrario, podrán correr libres por los pasillos, sólo espero que sigan siendo mi compañía y que cada día las siga conociendo más y ellas a mí.