Hace unos días tuvo lugar el solsticio de verano. Si durante el equinoccio de primavera miles de personas se concentraron, en nuestro país, en Chichén-Itzá y Teotihuacán, en el inicio de la segunda estación del año uno de los sitios de reunión mundial fue Stonehenge, donde se reunieron druidas y visitantes -unos días antes, unos loquitos rociaron los dolmenes con pintura amarilla-.
Bueno, si vemos la carta del inicio del verano, para México, las combinaciones de Júpiter, Plutón y Urano nos dicen que son tres meses estupendos para avanzar en nuestro desarrollo personal y transformación. Debemos abrirnos a nuevas ideas, nuevas posibilidades, nuevos paradigmas. Querido lector de Anestesia: ¿has pensado abrir nuevos caminos, estudiar algo distinto, escribir otro género, ganar dinero de otra manera, viajar a un lugar inesperado para ti? Pues ábrete a la posibilidad, imagínalo, que es el primer paso para intuir si es lo que deseamos. A nivel colectivo, igual.
Lo anterior va aparejado a lo que debemos evitar, que es, precisamente, mantenernos atados a lo que ya fue. La relación rancia, la amistad desleal, el hábito pernicioso, el espacio que ya no es adecuado para nosotros… ¡bye, bye! Reflexionemos qué cosas deben irse porque, simplemente, al reinventarnos, ya no son útiles y sólo drenan nuestra energía.
Abrámonos a lo nuevo en este solsticio de verano. Todo nuevo, menos dejar de leer la revista Anestesia.