Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

La Flor de Valencia/ Samuel Ronzón

Por Samuel Ronzón

Noviembre 2023

 

Podría titularse luz enjaulada, la última reunión en la cantina La Flor de Valencia. No cuentes esto porque lo negaría. Otro, el de mi izquierda, con un saco vaquero, marca Liverpool, fue tajante y se abstuvo de contar lo que para él era un gran secreto. Igual se pronunció quien ocupaba la cabecera, y no es para menos. Creen que traigo un micrófono bajo la solapa.

Los oigo hablar y hablar desde la mujer que por tres ocasiones intenta hacer el amor y su pareja no es capaz de empalmarse, hasta los jefes que les hacen imposible la vida a sus subalternos. Llegó a provocarme un tic nervioso arriba de la ceja, cada vez que entraba a su despacho, llamándome siempre con otro nombre, confiesa alguien.

Ese alguien gesticula, le cambia la voz por una tartamudeando: envíale este documento al secretario de educación. Lo envía. (No le gusta calentar las cosas). ¿Lo enviaste? Pero: ¿porque lo enviaste? Te dije que no lo enviaras. A mi me tocó escribirle uno de sus libros. Otro jefe intentó cancelar las colaboraciones en los periódicos.

Cuidado, si el jefe es una mujer que pierde el piso. Hubo reuniones en que de plano, en sus narices, le decía a los demás que no se enojaran, pues ella, como jefe, tenía derecho a equivocarse. Por supuesto, frente a todos decía que era una fracasada, mientras sus piernas rozaban, para luego aparecer una caja de chocolates en el escritorio.

Con su amplia sonrisa, admite que hay personas como si hubieran sido bautizadas con agua de radiador. Son aquellas que no permiten la hipocresía. Por eso dice que la odian, sobre todo si un amigo critica a fulanito o a sutanita, y al día siguiente los alaba. Ella se encarga de desenmascararlos en público.  

No son reuniones literarias. Sin embargo, uno logra enterarse, por ejemplo, que la carta astral del poeta lusitano Fernando Pessoa, es igual que la del poeta de Jerez, Ramón López Velarde. O que existen editoriales en el país, con grandes recursos económicos, que no pagan a los traductores el viaje a la Feria del Libro de Guadalajara.

Quien de lejos observe la mesa de los Florvalencianos, pensará que estamos locos, o que es una reunión espiritista por convocar a los muertos. La sección imite a Octavio Paz, provoca muchas risas. Dicen que antes de morir, Paz invitó a uno de sus imitadores a la suite del Hotel Camino Real, solo para decirle que eso era de mal gusto, antes de cerrarle la puerta.

Como siempre, querido lector, me pregunto si vale la pena ocupar el tiempo en cotidianeidades, o mejor escribir del latido de la savia, de la luz que se pierde entre las ramas, de la caligrafía del agua que es la misma, de lo que no encalla en el tacto, de la oscuridad profunda, transparente. Y luego me preguntan el por qué permanecí tan callado. Adiosín.

 

para José Antonio Lugo, en su cumpleaños