Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

La flor de Valencia

Por Samuel Ronzón

Agosto 2022

 

 

Agosto para mí es el mes más cruel. A los quince años me veo frente al ataúd de mi padre, en la agencia funeraria, leyendo fragmentos de la Biblia, sin equivocarme, sin cuestionar. A lo largo de medio siglo, le he escrito un par de poemas. Lo siguiente es otro intento más.

Padre: me has seguido como la sombra que no es posible dejar atrás, enseñándome a respirar un aire duro y frío; y sin embargo, eres el recuerdo que más me quema.

En ocasiones, las personas que están cerca, no se les puede ver. Es como si estuvieras fuera de mí, y a un tiempo dentro. Yo mismo te dibujo y te borro a todas horas.

(Si nadie entró en el cuarto, ¿quién tira la manija del cajón del closet? ¿Qué misteriosa fuerza te trae ahora?)


Estas palabras que esconden su debilidad, ya no son de mi mano solamente.

Seguro no me reconocerías. Ya tengo más edad que tú, y alrededor de mí, cerca de la ventana, sólo hay sillas sin nadie.

 

Mis pensamientos siguen inquietos, pero dejé de viajar. Tampoco me impresiona más el calmo resplandor de una luna incomprensible.


Me dedico a escribir poemas cuando la noche cae.

 

No creo que los poetas sean el corazón del mundo, ni que las manos de Dios escriban los poemas.

Tú también fuiste de algún modo un poeta. Recuerdo haber leído un canto sobre tu tierra natal. Dos hojas que se perdieron.


Mira cómo la madrugada baja en silencio. Yo, un niño de cabeza rota, por tu cielo. Yo, un ojo vacío de pájaros.


Salen tus cincuenta años de esta fotografía, donde el polvo viejo congrega a una familia que tropezó con su realidad.


Una vez señalaste que habías tenido cuervos en lugar de hijos. Ahora entiendo que el dolor provocado por el cáncer, hace que uno se equivoque.


Pues sí, sin tu muerte desierta, no habríamos sido lo que somos, en este mundo de alfileres blancos, ni mi madre, ni mis hermanos, ni yo.

 

Bueno querido lector, esta vez no fui a la Flor de Valencia, o no me invitaron. Hasta la próxima.