La ciudad moderna
Rosa Pálido
Por: Lorena Avelar
Marzo 2022
En la ciudad sólo deben existir titanes exploradores para hurgar bosques, avenidas, callejones y plazuelas, que esperen la llegada de nuevos héroes; líderes especialistas en confeccionar brillantes imperios. Un sujeto moderno que cave y remueva rocas, taladre la tierra para hundir sus torres cada vez más altas, para izar sobre ellas los estandartes de orgullo. Pozos cada vez más profundos para allanar los cimientos del progreso.
Habría que perforar y atravesar las napas. Derramar la sangre. Mucho rojo líquido del milagroso cuerpo humano en los pozos para construir los fundamentos de las grandes torres. Habría que partir, golpear, entregar sangre al capital, y a los dueños del capital. El capital moderno de los pozos en la tierra callada y abandonada.
Las cavidades oscuras las construirán los niños, las mujeres y hombres desesperados, explotados, en cansadas jornadas de trabajo. En la urbe caerán solitarios los habitantes de antaño, los émulos soñadores de las ruidosas y nuevas ciudades, muertos por la fatiga y el desamparo. Y vivirán dentro de ellos, en el extraño mundo moderno.
En las cavidades oscuras, en todo lo que no pueda convertirse en conocimiento práctico. El individuo actual permanecerá enigmático, aun cuando la civilización se ufane de sus edificios y torres, sus vehículos atroces y sofisticados trenes veloces, la ciudad siempre recordará su permanencia con algún golpe de furia, por el sueño de que el poder de consumo nunca tendrá fin.
La paz se esconderá bajo remotas losas. En las superficies cercanas reinará la serenidad fingida. En las calles reinarán las leyes, las multitudes. Pero dentro de los subterráneos modernos la guerra no duerme. No sólo es la contienda evidente de misiles, cañones y ejércitos, sino la otra beligerancia, la de un murmullo replegado, sutil: la guerra de las palabras desangradas; la daga que cada día acribilla la libertad real; el continuo quitar; la acumulación en unos pocos; la guerra que pisotea a millones de seres para los que conseguir alimento es un complejo laberinto cotidiano. Extraño mundo moderno que avanza y se tiñe de un Rosa Pálido cruel que se hunde en un agujero cada vez más profundo llamado guerra, como un dejavú de progreso.