Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

La científica magia geográfica en la literatura de Julio Verne

Por Winston Melgar Méndez

Abril 2021

 

Julio Verne fue un auténtico maestro de la novela científica. Hay mucho que decir, y agregar sobre lo dicho, acerca de los viajes en el imaginario verniano. Desde niño Verne fue un estudiante aventajado en la clase de geografía, y siempre mostró interés por cualquier descubrimiento de esta naturaleza hecho por los europeos. Tenía la intención de resumir todo el conocimiento geológico, físico y astronómico acumulado por la ciencia moderna y rehacer, en la forma más atractiva posible, la historia del universo. Notamos que la geografía ocupa el primer lugar en los temas de sus novelas. ¿Se trata de un deseo personal, o de una casualidad que obedece al contexto histórico en que vivió?

La geografía gusta especialmente al autor de “Viaje al centro de la tierra”. El punto exótico y distante es el aspecto más fuerte de su imaginario, los lugares no están allí porque sí, están donde están para llegar a ellos. El imaginario es, pues, un sesgo que permite expresar de manera diferente la complejidad de determinados territorios y regiones que luego son mal entendidos por el lector. Se puede adelantar que el imaginario constituye un material a partir del cual se elaboran los relatos que sirven para encontrar recíprocamente los sujetos y los lugares. Es decir, la construcción del sujeto y el sitio pasa por la mediación de imaginarios geográficos.

Éste debe entenderse, más bien, cómo una mediación entre sujeto y lugar, la cual el sujeto recombina, de manera creativa en nuevas narrativas, formas, símbolos, signos y otras estructuras cargadas de significado. Verdadero escritor geógrafo, Julio Verne es, pues, autor de ficciones románticas que descansan sobre dos elementos complementarios: el lugar y la imaginación. Al ser clasificadas la mayoría de sus obras como “novelas geográficas”, es posible y legítimo intentar aprender este género literario poco estudiado a partir de su obra literaria iniciada en el año de 1860.

Es el neocolonialismo francés el mayor motivo del “imaginario de lugar” verniano; sin embargo, este contexto favorece el surgimiento de una cartografía exótica adecuada para fascinar a un autor que debe escribir pensando en otros sitios, a menudo idealizando, fantaseando, pero también reflejando estereotipos.

Conviene subrayar aquí que ninguna novela de Julio Verne tiene a Francia como escenario principal. Si está presente en ocasiones, es solo como punto de partida o llegada de un número muy reducido de novelas (de las 62 que componen el corpus): El camino de Francia, El soberbio Orinoco, César Cascabel, Los milagros del maestro Antifer, Clovis Dardentor, Las historias de Jean Marie Cabidoullin y El secreto de Wilhelm Storitz. La ficción en las novelas vernianas se desarrolla sistemáticamente en territorios que tienen la particularidad de estar siempre al margen, en las afueras de las regiones que luego fueron recorridas por exploradores y aventureros del periodo considerado.

Julio Verne, dentro de estos espacios desconocidos, siempre se preocupa de que sus héroes exploren para empujar aún más los límites del mundo conocido. En la historia, la descripción de estas tierras ignotas sólo puede pasar por la convocatoria del imaginario geográfico que obviamente se desarrolla más allá de los límites realmente explorados. Y es por tanto en este nivel donde interviene la maravilla terrestre, al permitir el desplazamiento de un margen a otro, uno real, el otro ficticio.

El exotismo es, pues, un marco, un filtro que permite a Verne pensar, representar mundos distantes: es también una forma de nostalgia; nostalgia de viajes espaciales y viajes en el tiempo. Allí, las variaciones del exotismo también son múltiples, pueden abarcar diferentes campos (culturales, artísticos, culinarios, etc.). Verne escribe: “Exóticos desiertos de Senegal, frágiles conchas blancas con dobles valvas, que de un soplo se hubieran disipado como una pompa de jabón”. El exotismo es, pues, expresión de espacios distantes, pero es menos “la descripción de la realidad que la formulación de un ideal”.

Sin embargo, con este escritor está la “formulación de un ideal”, que también se puede manifestar en lugares altamente simbólicos: el fondo de los océanos, el centro de la tierra, los polos, etc. En las novelas de aventuras, el exotismo se deriva de diferentes fines: un fin poético, porque el exotismo parte de la idea de lo bello cómo extranjero; otro imaginario, porque el exotismo autoriza la invención. El espacio exótico es por excelencia el lugar de despliegue de la intriga. Aventuras y fantasías que explican que el espacio es uno de los excesos.

De hecho, la singularidad de los “viajes extraordinarios” de Julio Verne es precisamente uno de los tres objetivos aquí descritos, y más particularmente de los dos primeros (poético e imaginario). Esta idea de belleza es una constante en su obra, los protagonistas no dejan de maravillarse ante una naturaleza (en el sentido amplio del término) extraordinaria. Asimismo, el exotismo autoriza en el novelista la invención, la creación de un supuesto propicio para idealizar y agrandar territorios lejanos, escenarios donde se despliegan y resuelven intrigas románticas.

Esta característica no solo se da en el espacio, sino también en función del tiempo. Los libros de Verne, que cree en las conquistas de la ciencia y se esfuerza por explorar los márgenes del universo, mantienen una relación hábilmente retrasada con lo fantástico. Lo extraordinario es, de hecho, más parte de algo maravilloso (a menudo terrestre) que pronto se explica, pero que, tras una larga espera, despierta el asombro de sus lectores. Gracias a este operador principal, el autor puede integrar el imaginario geográfico en sus ficciones románticas, permaneciendo en lo probable, en lo plausible.

La cartografía maravillosa permite al novelista trasladar la historia del aquí y ahora a otra parte. Entonces es capaz de evocar, de describir estos mundos “conocidos y desconocidos” en la base del contrato que firmó con su editor. Es interesante notar cómo el autor, en el contexto de sus novelas, mantiene un reactivo, una especie de relato antiguo, de carácter poético. Asociado directamente con lo maravilloso en su exótica declinación, Verne tiene así una maravillosa creación, asegurando con ello la escritura de novelas literalmente geográficas.

En el abreviado trayecto de los viajes vernianos hay omisiones de algunas de sus obras. Esas omisiones se deben, sobre todo al reducido espacio que por razones comprensibles dedicamos a este artículo, que no alcanza la categoría de ensayo, sobre los viajes en las ficciones de este escritor francés. Sirvan al abnegado lector, que ha tenido la paciencia de acompañarme, y de disculparme por dicha falla y creer que el único móvil que me impulsó a escribir estas cuartillas no fue sino referirme a un autor que siempre fue objeto de mi simpatía personal, y mi más profunda predilección.