Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

La bacteria

Por Jaime Mtz Aguilar

Marzo 2021

La conoció en redes sociales. Unas cuantas palabras y visualizaciones en la red fueron suficiente para gestar la primera cita. Una carga de procedimientos, y un extraordinario banco de ideas para la automutilación   se presentaron ante ellos.

 

La Prensa
Rito Satánico en Tepito

 

En la madrugada del 12 de diciembre, día de la “Guadalupana”, en la calle Aztecas en el centro del barrio bravo de Tepito. La Patrulla con número SSP-1345 acudió al llamado de emergencia en el que vecinos quejosos relataban cómo un individuo trastabillando caminaba sobre el Eje uno Alzate tras salir desangrándose de la vecindad denominada “La Fortaleza” perturbando la paz pública. Testigos afirman que se encontraba en un rito satánico (común en esa zona). “Cuando desperté por los gritos fui a la puerta de la vecindad y vi saliendo una figura amorfa, pensé de inmediato que se había pasoneado. Se acercaba arrastrándose hacía mí, me espantó tanto pensar en la imagen que iba a ver que decidí alejarme de ahí, aunque pude percibir que le salían fluidos de color blanco junto con un olor fétido de en medio cuerpo, sólo le alcancé a ver de reojo mientras se retiraba el hueso blanco, muy blanco, de color lechoso”, comenta Gregorio, encargado de cuidar los puestos en la zona. El individuo desapareció cuando algunos vecinos sorpresivamente hacían comentarios de aprobación respecto el sacrificio que pensaban era ofrecido a la Santa Muerte. Entre el caos que esto generó desapareció el herido.

Cuando fue a visitarlo al hospital, ya había pasado un mes   desde su encuentro en Tepito. La paranoia de ser arrestada, hizo que pensara seriamente si era conveniente ir a visitarlo. Al entrar en la sala de recuperaciones, ella le pareció distinta. La observó recorrer con su mirada el cuarto. Con la lentitud y parsimonia de una serpiente, su mano empezó a masturbarlo por debajo de las sabanas. Después de un par de segundos aceleró el ritmo hasta lograr una erección a punto de estallar entre el rojo y el blanco espeso. Al momento de decirle al oído que no parara, ella dejó de hacerlo. Ella se retiró llevándose un hilillo de saliva en su lengua afilada. 

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Su imagen se reflejó en el espejo, observó cada detalle de su anatomía. Se fue a la cama con el recuerdo de su cuerpo. Remembranza de imágenes imprecisas y sombras al recuerdo espectadoras al momento de enterrarse el cuchillo opaco en su piel, creando un contraste en el cuarto luminoso que se desvanecía al despertar.

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Habían transcurrido un par de meses desde su alta en el hospital. Le agradaba estar encerrado todo el día, mirando hacia la calle. De vez en cuando leía una historieta para mantenerse ocupado. Los videos juegos le aburrían desde niño.  Ir a visitar a sus padres, imposible, sólo para pedirles el alquiler de su cuarto y salir inmediatamente corriendo. Al día siguiente fue a primera hora al Hospital al área de Bacteriología, al suministro de un nuevo medicamento. Al llegar a la ventanilla observó una bata blanca que se movía distinto a las demás. De las mangas salieron unos brazos blancos haciendo contraste con la bata. Se alzaron al mostrarle una ficha de información para llenar. La entregó y se dio la vuelta en espera de su llamado. Escuchó que voceaban su nombre. Se acercó. –Con ustedes siempre es lo mismo, con su cara de ¡ayúdenme por favor!, son lo peor–, dijo la bacterióloga. Era la primera vez que le hablaban de esa manera sin lastima hacía él. Al contrario de otros que lo hacían sentirse miserable con sus comprensiones e indulgencias. Todos se habían sometido a ese decoro. La honestidad con que le habló, lo había conmovido al grado de tranquilizarlo en vez de irritarlo.  –¿Cómo te llamas?–, se animó a preguntarle, ella contestó: -Sandra-, con el mismo tono con el que le había hablado. Al escucharla, se estremeció. Motivado por la resonancia de la voz en su mente, y la confianza que le generó, le comunicó el verdadero motivo de su asistencia, él nunca había seguido un tratamiento de recuperación, había dejado la mayoría sin la más mínima preocupación, le dijo:-Véndeme una bacteria para que se pudra mi brazo y puedan amputármelo, ya no quiero ser lo que soy, no quiero seguir de esta manera.

La alameda central sirvió para el encuentro. Al verla dirigiéndose hacia   él, le pareció lejana a la excusa para verse.  –La bacteria que traigo para que pierdas el miembro rápidamente se llama Clostridium Perfringes, esto te ocasionará gangrena gaseosa, el tratamiento por lo general es el la amputación del miembro infectado–, dijo Sandra, contrastando su rostro con la apariencia que tenía al llegar. Se sentó junto a él, agarrando firmemente un recipiente de plástico entre las manos, después se lo extendió al recibir el dinero. Se alejó suave y tímida como había llegado. Él observó el balde trasparente, vio algo similar aun coagulo de sangre, pensó en echárselo inmediatamente, decidió esperar hasta estar a solas en su casa. Esta vez lo haría solo, sin nadie que estuviera a lado estorbando.

 

 

El Gráfico

Asesinato pasional entre transexuales.

El día de ayer sábado 3 de febrero, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del CDMX., hallaron el cuerpo sin vida de una persona transexual del sexo masculino en el Hotel Tlalpan en la venida con el mismo nombre. El móvil del suceso se dictaminó como asesinato pasional, por sus características. El cuerpo encontrado ayer a las 5 am por una empleada del hotel corresponde al nombre de Alejandro Montemayor Espinoza de 33 años, con domicilio en el Municipio de Tlalnepantla, según señaló la única identificación que se le encontró. Transexual registrado en el hotel con el nombre de Sandra Montemayor. En el lugar no se encontraron rastros de alcohol ni de droga alguna, sólo un recipiente de plástico con rastros de sangre y un cadáver sin su miembro viril.