Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Escritores, intelectuales, política y nada nuevo bajo el sol

Por Herles Velasco

Junio 2021

 

Desde siempre, la literatura y la política han estado ligadas, una ha servido a la otra para nutrirse y hasta cuando no hay posicionamientos políticos directos, no deja de haber una posición establecida. En México tenemos muchos ejemplos de esto en la actualidad, escritores e intelectuales a ambos lados del ideal político que son causa de polémica por sus afiliaciones. Habría que recordar el caso de Octavio Paz y la quema de su efigie en 1984 por parte de la izquierda a causa de ciertos comentarios acerca de la situación política en Nicaragua bajo el régimen sandinista. Mario Vargas Llosa, el escritor peruano, no tiene reparos al hablar de política y es del dominio público sus simpatías y aversiones por los candidatos de su país siempre que hay elecciones, lo que le ha traído también fuertes críticas. Jorge Luis Borges se declaró siempre como un conservador, cosa que no se pasa por alto en la ideología argentina y cosa que no se suele tocar em estas latitudes quizás para no aterrizar demasiado al dios. A Ezra Pound, escritor norteamericano y una las mentes más brillantes del mundo de las letras modernas, se le estigmatizó por su simpatía hacía el fascismo italiano. Parece pues que estas y otras figuras del mundo de las letras se han visto en el ojo del huracán una y otra vez por sus ideologías, que no siempre terminan, por cierto, reflejadas en el papel, en su obra literaria.

Uno de los ejemplos más claros de la inevitable simbiosis entre las letras y la política, y en el que me extenderé un poco más, es el caso de Vladímir Maiakovski (1893 – 1930), poeta y dramaturgo ruso que vivió la caída del zarismo y el establecimiento del comunismo en su país. Maiakovski nunca ocultó su simpatía por el nacional-bolchevismo, razón por la cual pasó un tiempo en prisión, misma que fue detonante para que comenzara su carrera literaria. Con el triunfo del bolchevismo, Maiakovski paso a ser lo que se conoce como un escritor del sistema. Obras como “la bofetada” o “la nube en pantalones” tienen una clara intención panfletaria. Pero el interés por el comunismo era sincero en Maiakovski, y viajo por varios países del mundo, incluido México, para promocionar la revolución. Era tal la influencia del poeta en su país que se ganó el aprecio del mismo Stalin que dijo que este era “el más grande de los poetas soviéticos y que la indiferencia a su legado cultural es equivalente a un crimen” sin embargo Maiakovski no vivió para escuchar estas palabras del líder soviético, pues murió cinco años antes de un tiro en el corazón que el mismo se dio a causa, según dicen, de un desencantamiento con el comunismo. El caso de Maiakovski es singular, pero también parte de la lista de anécdotas crueles que se dan cuando se encuentran la política y la literatura.