Enrique Bernales Albites / Festival Internacional de Poesía por el Agua
Autor: Enrique Bernales Albites
Diciembre 2023
Garden City[1]
I
La escritura es agua
la escritura es un brioso corcel invicto
la escritura es el barro
que despunta de las manos de un niño
que sonríe y sin embargo
la escritura también podría ser una combi asesina
que arrasa con pasajeros y árboles milenarios
pero no mi escritura: sabio lector,
esta que camina junto a ti
esta que se abraza a los árboles
y los escucha en silencio es
una escritura-niño curioso que se transforma
con el correr de las páginas
II
La escritura es nuestro dolor
la escritura son las laboriosas hormigas
que masivamente se manifiestan
por las veredas en verano
la escritura es contemplación y movimiento
es el olor de las flores que contaminan toda la ciudad
con su fragancia que podemos reconocer
si nos detenemos un poco
la escritura crece como mis vellos
se convierte en pubis o selva
para las fauces de mis hermanos
escrituras que pertenecen
a otros sistemas y me devoran sin reconocerme
para luego devolverme a la sal y al surco
donde se fundará otra ciudad.
La ciudad en llamas
He regresado a la ciudad
en llamas que mira hacia el desierto
lloro y escribo poemas a las afueras
de la casa de la que una vez fue mi amor
la que me dio mi nombre a los nueve años
allí acaba tal vez una historia
la mía no ha acabado todavía
se pueden observar elementos en común
rosas
puertas
desiertos
poemas escritos en la arena
una amada y los álamos
cuyos colores incendian las montañas
planas de la ciudad de piedra
La torre del silencio
No más llamas en el cielo
he muerto yo, una olla de piel,
desnudo el sueño fresco de mi tumba verde
un voto sagrado empapado en espesas aguas
La ciudad también es un lugar para morir
renacer como árbol o palabra escrita en las paredes
(No puedo decir)
esa palabra
(y) siento
(cortar las veredas)
(con las plumas azules de un gallinazo)
(multiplico la luz sobre la carretera)
mis pies extranjeros
El abuelo descompuesto
sus manos su pubis sus escamas
vicios de su sangre
sudor evaporado bajo las sábanas
el cautivo viento
de las paredes inllameables
un televisor apagado
Aparezco
vaho de bruces pálido tornado
llanto del gallo
llanto que no es ala muerte los gusanos
me han desalojado de mi pecho
me entrego a lo que me libera de mi cuerpo
y me devuelve a la tierra, la última caridad
Y los árboles no recuerdan mi nombre
los suyos ya olvidé
desconocidos jugamos
apenas el puñal de la tierra
embriagados los insectos
se abren camino
Akdeniz
Ahmed Muhiddin era un cartógrafo otomano del siglo XVI que había explorado el Akdeniz, el mar blanco, desde muy joven. Creció como un corsario bajo el mando de Kemal, su tío materno, hasta que su barco naufragó en las costas de Egipto. Se enlistó de nuevo en la marina y luchó contra los reinos cristianos durante varios años. Solía escribir versos del Korán en sus mapas y una vez escribió lo siguiente:
Nabtún me ha visto nacer en una isla bañada
por las aguas mansas del Akdeniz
donde los hombres cantan en una lengua perdida
y las mujeres duermen descalzas
para soñar que regresan al continente
que abandonaron sus ancestros
la única ruta de regreso es no dejar de soñar
De rerum natura
I
Mi descanso es extranjero
el nadir de la memoria
de los flamígeros parques
dos criaturas en la noche
guijarros al ventilar ante
la ciudad lunar
desamante río
desamante puente
dos campanillas juntadas
contra los ramajes al derretir
de los árboles que desconozco
II
Porque lo que importa es el cuerpo ese
que no vemos mirándote
así te decías por eso alegre estás
pero no ríes
caes como los desechos del puente
pues, aunque el dolor
arrancado es de la sombra dorada,
ese sauce puede ser la palabra
de un discurso y el balbuceo
de una ciudad donde nos refugiamos
hasta encontrar la autopista del ser
III
Sobre la autopista del ser que se encuentra
a las afueras de la ciudad
yacen el sauce y la memoria de tu sueño
el río al que le das la espalda o tus pies
una vez por acá estuviste sentado
conversando con el borracho
y riendo con el sauce
IV
Camina despacio
despacio por tu cuadra
porque todo rostro engaña
¡no camines!
no existen rostros
V
Estuvieron aquí y se fueron
te queda el sueño de los pies
que te oprimen lo imaginas
murmullo estival
y allí te quedas a dragar la desesperanza
en este lecho marino en este día
que era una pequeña noche
Arkansiana
El río es una corriente de agua
que, durante la crecida, desemboca
en cada uno de los hombres
Llegamos cuando él ya había partido, así tenía que ser
El primer explorador había dejado atrás
las valiosas cajas de té de Ceilán
las armaduras el arcabuz
las gruesas palabras que la pólvora engendra
Lo había abandonado todo por un sueño
y una pregunta
Habíamos leído que el cielo de esta nueva tierra
se asemejaba a una panza de burro o al menos
al recuerdo de una ballena blanca
Habíamos leído que en las aguas de este río
encontraríamos el oro y la plata necesarios
para empezar nuevas guerras
que llenarían de gloria a nuestra nación
y dimos con las ondas
que formaban un rostro de hombre:
la pureza de una pirámide de barro
Habíamos leído que en estos bosques
hallaríamos la mejor madera
preferimos, en cambio, estrecharnos
contra cada árbol y abandonarnos
en el silencio de una lluvia
que refrescaba nuestros sucios cuerpos
Entonces escuchamos el mensaje
que luego grabaríamos con nuestros cuchillos
en el vientre de los árboles
nuestro vientre
Llegaron cuando ya habíamos partido, así tenía que ser
La ciudad de los pecanos
Los pecanos los mosquitos
la humedad los pantanos
los huesos de un conquistador
español venido desde Cajamarca
las tortuguitas
que el río trae en mayo
el tren de carga la lluvia
los tornados
la voz del pequeño Octavio
que todavía piensa que es el autor
de Vislumbres de la India
gritando cardinal o caboose
Afuera de una pequeña casa
un niño evangélico
soñaba e imaginaba otra vida
con su canto y su guitarra
fuera del dolor porque el Sur
se lleva por dentro como una inundación
que es invitación o delirio
Al cruzar
el poderoso Mississippi
has hecho un pacto, vagamundo,
con esta tierra
sus campos de algodón
sus ciudades
que son sobre todo towns
y el lobo que lleva cada uno dentro
Parque Glenmere: serena área con estanques y glorietas
I
La nada existe
porque el todo
late en tus lunares
y esto no es exacto tampoco
la nada existe porque la piedra es azul
como una naranja
un hombre la nombra con placer
deja de ser nada
cuando la pensamos
la hacemos florecer en el poema
que son estos árboles que nos han precedido
y que ignorantes de nuestra existencia siguen aquí
II
Los árboles son el verdadero poema
la canción que permite que este parque exista
la gentileza no es únicamente metáfora
la gentileza es aquel don sagrado
que hace que un ser humano
una ardilla
un conejito y un árbol coexistan
la gentileza es un
orgasmo en los labios del río que fluye
eterno dardo
sin cielo cortado de anchovetas
La orquídea de la luna
La ciudad es el lenguaje que la nombra
en distintas direcciones
ese lenguaje oculta el misterio
de que algunas ciudades parezcan morideros y en otras
se respire un aire distinto
lleno de vida y donde árboles
animales y humanos se encuentren y saluden
No más palabras del fruto en la diáspora: tu risa
desaparece un asustado beso en lejanía el algarrobal
disfrazado en la pared
desaparece mi beso iniciático en romance:
la presencia perturba
el jugo la calle de la heredad
del temible ídolo hembra el sacrificio cruza
la propiciatoria visión de un preste tumi mutilando
la lengua de Shinan, santo cactus,
no temas lo último en diluvio o los algarrobos morirán
el verbo niño y la ciudad
navegan lágrimas de luz los mares de la noche
Sueño de Mesopotamia o de las primeras ciudades
Regresas
sigues regresando a la misma orilla
donde arrojabas las redes
aunque ahora las aguas del golfo
te rechacen
te empujen
no ha pasado mucho tiempo
desde que construiste un imperio
y desafiaste a Ishtar
ella que en sus manos
sostiene el destino de todo lo existente
Eres el mismo y otra persona
Sargon de Akkad
el pescador que se volvió rey
el primer emperador de la historia
el que su madre arrojó
en una cesta por ilegítimo
¿acaso no es esa la historia
de todos los reyes con destino divino?
vivimos por unas horas en unas cestas
pequeñas e insignificantes
hasta que alguien oye nuestro llanto y nos rescata:
el que no llora no mama
Marwa:
El vientre de mi madre
ya era una casa sin ventanas
propiedad de Manos
¿Cómo poder ganar las olas de nuevo?
Llegar hasta la isla donde los pescadores
bajo el sol quemante montan a los dugones
llenos de algas y otras podredumbres marinas
Karima:
Cuando cruzaste la frontera
y los múltiples mares
mi alegría estaba completa
Las noches de Viena
nos saludan con su frialdad centroeuropea
y donde antes se escuchaban himnos fascistas
un par de refugiados afganos
se toman de la mano en el Nordbrücke
reflejando su rostro
en las aguas del Danubio
que nos hace recordar
a nuestro entrañable Darya-e-Kabul
¿Cómo hundir tu casa en el territorio líquido?
No hay respuesta
pero hay determinación
te sientes deprimido
tiemblas
no puedes llorar
porque los animales como tú no lloran
los animales como tú montan dugones
se queman el hocico
aúllan
tu cuerpo entregado
desnudo
La ciudad roja
como una ofrenda a Ishtar
nos concede las mejores pescas
y su fuego cuidamos en nuestros templos
[1] Poemas del libro El lenguaje que la nombra (2023) que se puede adquirir por la plataforma Amazon: https://www.amazon.com/El-lenguaje-que-nombra-Spanish/dp/B0CCCQSK2J/ref=sr_1_1?crid=24BYRN5JG90X4&keywords=el+lenguaje+que+la+nombre&qid=1701802521&sprefix=el+lenguaje+que+la+nombra%2Caps%2C177&sr=8-1
Enrique Bernales Albites (Perú, 1975) es un autor y gestor cultural peruano residente en Colorado, EE.UU. Posee un doctorado en Literatura Latinoamericana por Boston University. Actualmente se desempeña como Associate Professor of Spanish en University of Northern Colorado. Codirige con Florentino Díaz y Chrystian Zegarra el grupo literario Inmanencia que cumple 25 años (1998-2023). Entre sus más recientes publicaciones se encuentran Regreso a Big Sur (2019), Séptimo Poema (2020), El lenguaje que la nombra (2023) y el volumen coeditado con Chrystian Zegarra, Estruendo mudo: cine silente y sonoro en la literatura iberoamericana (1895-1947). Ha participado en diferentes encuentros literarios en Estados Unidos, México, Argentina, Inglaterra, Francia, España y otros países. Es editor en La Ninfa Eco, organización cultural con sede en Oxford (Reino Unido), y coordinador general de La Ninfa Eco