TRES POEMAS EN UNO
Autor: Samuel Ronzón
16 Abril 2019
Podría trabajar en el ministerio de todas las tristezas y sería un buen servidor público. Podría dar de comer a un ángel comida para aves, y no dejaría nada. Podría decirte que no sé escribir y que tengo que recoger los vidrios rotos del amanecer. Que quisiera convertirme en un pañuelo con el que alguien se limpie los besos que le caen del cielo. Que soy malo para enamorarme y que sigo caminando nerviosamente, sin volver la mirada atrás. No es novedad que cada segundo alguien se quede sin trabajo; incluso los milagros se quedan sin trabajo. Tampoco me dolería que este poema dejara de ser un poema, al remangarse la camisa. Una vez quise ser periodista y disfrazarme de ruiseñor, pero debieron haber sido cosas absurdas. Nadie soplaba en mi oído el secreto de los pájaros melancólicos. Eran mañanas frías y llovía aunque no lloviera. Ahora sé que me estaba preparando para llorar bajo el agua, porque uno tiene que llorar todas sus afonías, para poder pasar la frontera sin pasaportes falsos y terminar con la cara limpia y sin escamas, listo para que el lector nos meta al horno. Esto, lo debí de haber sabido de antemano, cuando estaba en el frigorífico.