Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

“El Ciudadano Ilustre”

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Por: Roberto Cárdenas

16 Julio 2020

Sully Prudhomme, Bjornstjerne Bjornson, Jorge Luis Borges, José Echegaray, Rudolf Eucken, Halldor Laxness, Adolfo Bioy Casares; todos ellos fueron escritores galardonados con el Premio Nobel de Literatura. Corrijo, dos no lo fueron, mismos que son de origen argentino: Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges. Mas no se alarmen, no hay problema si no recuerdan a los demás escritores mencionados, y mucho más si no han leído algo de la obra de ellos (puede ser que sólo en sus países de origen los recuerden, y no por la lectura de sus obras en especial, sino más bien porque fueron el escritor de su país que ha ganado el flamante premio, laurel que se presume reconoce al creador de un libro que es una aportación a la humanidad).

Si “El Aleph” de Borges es un trabajo menor que la mejor obra de, digamos, José Echegaray (no sé si sea prudente enfocarnos a eso, los criterios son tan políticos, perdón, quise decir tan subjetivos, que ya uno no sabe qué sorpresa nos depare el siguiente año). En mi opinión, últimamente el comité que se encarga de elegir al ganador de ese galardón se merece el premio a la mejor novela negra escandinava, superando a Stieg Larsson, creador de la serie policiaca Millennium (obvio, falta en el comité alguien con el ánimo de justicia e inteligencia de la heroína Lisbeth Salander).

En fin, este escrito, aunque pareciera encaminado al mundo literario, tiene como objetivo reseñar, en cambio, una película que nos habla de las vicisitudes y vivencias de un escritor argentino (ese sí ganador del Premio Nobel de literatura). Obvio, el argumento de la cinta es una ficción, y como toda ficción muestra lo que sucede en nuestra realidad. “El Ciudadano Ilustre”, tema de este artículo, es una comedia dramática argentina del año 2016. Los directores de esta película son Gastón Drupat y Mariano Cohn, quienes también han realizado “Mi Obra Maestra” (2018), una película también extraordinaria. La cinta cuenta con Óscar Martínez como un protagonista sobrio, quien por su actuación fue ganador de la Copa Volpi que le otorgó el jurado del Festival Internacional de cine de Venecia (y quien fue seleccionado a la vez por la Argentina para los premios Óscar).

El argumento es simple pero muy entretenido; una creación de puro y fino humor negro: Daniel Mantovani, argentino ganador del premio Nobel de Literatura, tiene más de cuarenta años viviendo en la vieja Europa, alejado de su pasado, (paradójicamente ese pasado de claroscuros es la fuente de su inspiración para su flamante obra). Salas, en la provincia de Buenos Aires, es su tierra de origen (Salas es un pueblo, una especie de Cómala o Macondo que retrata el estilo de vida de provincias, ese colorido microcosmos universal, eterno). Todo inicia cuando Daniel Mantovani es notificado, por medio de una carta desde su tierra natal, sobre una invitación para recibir un reconocimiento, el cual lleva el título de “Ciudadano Ilustre”. Al principio se niega, pero por esos misterios que fundan las decisiones de los creadores, decide aceptar la invitación (misma que lo llevará por una Odisea con un final inesperado).

Es menester reconocer que la película fluye sin entrar en clichés, y nos mantiene entretenidos con el humor involuntario de todos y cada uno de los personajes del icónico poblado de Salas. El ciudadano ilustre será recibido con el contraste de un mundo que había dejado cuatro décadas atrás, donde el atraso y la improvisación son el estilo de vida latino; estilo que confronta sus convicciones, y que tiene una idea más avanzada de las relaciones humanas, culturales; en fin, políticas y humanas.

Se trata de una película dónde ocurren muchas cosas: confrontaciones, reencuentros con el pasado del escritor, amores, amistades, una casa (su casa que ya es de otros), un “amigo” que busca demostrarle que le ganó a “su amor”, y un amor que aún lo recuerda leyéndolo: Irene (sin duda la lectura de su obra es la mayor muestra de melancolía, de añoranza).

“El Ciudadano Ilustre” nos conduce a un final inesperado, y nos deja con un buen sabor de boca. Es una historia que nos mantiene al borde de la risa con acontecimientos fundados en la ignorancia y la politiquería, siempre tan convenientes para los habitantes de Salas o de cualquier población latinoamericana. Sin duda, yo conozco muchos Salas, y lamentablemente pocos ciudadanos Ilustres. Y por supuesto, al lector de esta columna le vendrá a la mente alguno de los ridículos personajes de la película, una vez que la vea.

“El Ciudadano ilustre” es un film altamente recomendable. No deben perdérselo.

 

Ficha técnica: El Ciudadano Ilustre. Dir. Gastón Drupat y Mariano Cohn (2016), Argentina. Intérpretes: Oscar Martínez, Dady Brieva y Andrea Frigerio.

 

Roberto Cárdenas Cachoa. Ciudad de México. Lector, Cinéfilo, Escritor, Orgulloso de sus lecturas y enfocado en perfeccionar su escritura. Ahora radica en San Juan del Río, Querétaro. Ha sido Director Editorial de la Revista Postal 57, de la Revista Garganta; publica en Bitácora Querétaro y en El Informante. Participa en la Antología de cuento fantástico “Los Insomnios”.