Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Dominio y Sumisión /  Virginia López Domínguez

RESEÑA DE DOMINIO Y SUMISIÓN

Por Jorgelina B. Cordero

Mayo 2024

 

La editorial mexicana Silla Vacía publicó con gran acierto una novela romántico-psicológica de Virginia López Domínguez, filósofa y prolífica escritora. Ésta comienza con un recurso literario no tan común denominado “in extremis”, es decir, que desde el inicio ya conocemos el final de la historia.

En el primer capítulo, la autora nos sumerge en un escenario aterrador, digno de un filme de Hitchcock, donde suena como música de fondo la canción de Iron Maiden, “Los asesinos de la calle Morgue”, en una antigua mansión lúgubre y sombría de muebles arrumbados, con una escalera de caracol, un sótano húmedo y un desorden total que “refleja el desequilibrio mental” —como señala López Domínguez— de una rancia familia de la clase alta madrileña.

Un cuervo negro de plumaje negro azulado, llamado Rex (la mascota lúgubre de la familia), repentinamente deglute el ojo de su dueño con furia y saña. Se desencadena una riña atroz entre hermanos, uno de ellos coge un cuchillo y, después de dar varias puñaladas, comete otro crimen. Las llamas de fuego furiosas devoran aquel escenario de perdición, eliminando de modo figurativo todo resquicio de maldad, perversidad y escarnio.

Rex, esa ave siniestra, oscura y misteriosa, nos remite al poema de Edgard Allan Poe, “Never more” (Nunca más) y nos hace reflexionar sobre el camino inexorable de la muerte y el camino del olvido, resaltando una fuerte conexión entre el mundo material y el de los espíritus.

De santos y mitos

Paloma, la protagonista femenina, es extranjera y se radica en España con sus dos hijos del primer matrimonio. Ha logrado con estudio y tesón una carrera exitosa como académica, en una universidad prestigiosa de Madrid, donde establece su residencia. Jamás imaginó que el Arché de esta historia surgiera a partir de una petición que le hace a la Virgen del Pilar en una celebración multitudinaria en Zaragoza. Allí pidió un novio (aunque con cierto escepticismo) que fuera similar su padre, y luego un marido. Ambos pedidos fueron escuchados y, apenas volvió a Madrid, conoció a quien sería el gran amor de su vida: Andrés, un empresario exitoso, seductor y protector… al menos en un principio. Para él, sin embargo, el milagro ocurrió gracias a Santo Tomás, el Aquinate.

Paloma estaba convencida de que los dioses, como cuenta la leyenda nipona, habían sellado el destino de ambos con un hilo rojo que los unía en un lazo espiritual de almas para toda la vida.

El amor sólo es infinito mientras dura

Apenas se conocieron, se enamoraron perdidamente, un amor pasión que los llevó al ágape, al amor incondicional, maduro y desinteresado, a la aceptación mutua de sus imperfecciones.

Paloma tenía cuarenta años cuando conoció a Andrés, pero eso no impidió que la relación fuera juvenil y dinámica. Eros estaba presente en todos los viajes que realizaron por el mundo, practicando buceo juntos en bellas estelas de mar, arrecifes de corales y las olas del océano, que envolvían sus cuerpos, fusionándolos en besos y caricias.

Paloma era como una bella sirena que se deslizaba naturalmente en el recóndito mundo marítimo para luego emerger de las profundidades y recorrer con su amado lugares exóticos, bailar boleros, danzar y caminar juntos sobre la tibia arena bajo las palmeras de bellos parajes paradisíacos.

Dicen que lo bueno dura poco, y, en verdad, esta relación de amor pleno y ansia de infinito comenzó a desmoronarse paulatinamente.

Cita la autora ante esta decepción El collar de la paloma, del poeta Ibn Hazm, en el que los pacientes que padecen enamoramiento tienen un solo remedio eficaz: padecerlo hasta que ese encantamiento se rompa y el amante vuelva a establecer su impulso vital desde sí mismo… y así sucedió.

Al borde del abismo

La fascinante relación que prometía el paraíso se convirtió en un infierno, sobre todo después de que la pareja se casó.

Los componentes destructivos que provocaron la ruptura fueron muchos: la única hija mujer de Andrés, Laurita, se ahorcó de manera inesperada, la herencia de un tío millonario cambió sustancialmente la personalidad del esposo, quien, entre tantas actitudes compulsivas, comenzó a mostrar síntomas del síndrome de hybris, una soberbia extrema, actitudes psicopáticas como las de don Corleone en el exitoso filme El padrino. Andrés se acercaba a personas de bajos recursos y hasta muy necesitadas para comprar voluntades y manipularlas a su antojo, a tal punto que parecían bufones. Comenzó a sufrir una paranoia extrema al comprobar que su hermano lo estaba estafando, a lo que se sumó su adicción a diversas drogas, al alcohol, a correr autos de gran velocidad y al sexo frecuente con prostitutas, al tiempo que comenzó a someter a Paloma a prácticas sodomíticas contra su voluntad. Y como si esto fuera poco, hizo que Paloma abandonara su prestigioso puesto académico, privándola de su círculo afectivo de pertenencia y su independencia económica. Un capítulo aparte merece la familia de Andrés, completamente disfuncional y conflictiva que, junto con conocidos y amigos del empresario, comenzaron a atosigar y maltratar a Paloma de manera inefable, culpándola de ladrona. Sus hijastros ponían la televisión a todo volumen cuando ella escribía sus libros, le rayaban el automóvil y hasta el hijo mayor le propinaba piropos e improperios, siempre junto a su inseparable cuervo que la despeinaba y atemorizaba con su mirada torva.

Andrés por su parte no se inmutaba y hasta apañaba a sus vástagos, desmereciendo los reclamos auténticos de su esposa.

Ante este escenario caótico, la autora nos hace reflexionar en su relato sobre el vínculo de ambos, con gran sabiduría filosófica, sentido común y resiliencia.

Una relación asimétrica y tóxica

La protagonista femenina representa a una mujer cuya visión del amor es idealista, con entrega desinteresada y unión con lo divino que siempre fracasa cuando se dirige a un ser humano, porque es una mística del amor que solo puede realizarse cuando se encamina a Dios: no es casual que San Juan de la Cruz sea uno de los referentes más importantes de la escritora.

En cambio, el protagonista masculino y su entorno tienen una perspectiva completamente materialista y cosificada de las relaciones humanas, en general, y en el caso particular de Andrés, un gran temor a que le expropien lo que nunca tuvo: su libertad.

Igual que para Sartre, aquí el amor se presenta como conflicto, porque los seres humanos buscamos apoderarnos de la libertad del otro en tanto que tal y no cabe duda de que apropiarnos de la ella lleva al fracaso total, dado que ésta inasequible.

El título de la obra nos remite como corolario a una relación de dominio y sumisión: el dominante controla y dirige al sumiso, sometiéndolo y ejerciendo el poder; el sumiso deja de lado sus necesidades y deseos, soportando situaciones de humillación y abuso.

Andrés y Paloma se convierten en una pareja tóxica especialmente porque Andrés posee poder y dinero, lo que profundiza más la manipulación y maltrato psicológicos, somete a Paloma sexualmente, por el mero hecho de ser su esposa, cuestión que, para la sociedad, en general, no reviste gravedad, como sí sucede en los casos de ser víctimas de violación en otras circunstancias.

Así, ese vínculo de amor que Paloma creía firme se convirtió en un amor atado con gruesas cadenas.

Para finalizar la reseña, me gustaría citar textualmente la reflexión final de la escritora… “si el amor es infinito no puede aferrarse a ningún objeto, de ahí que valiese la pena haber intentado realizarlo sabiendo que los ideales jamás pueden concretarse del todo en el mundo real. Ésa había sido su marca y ésta, la forma de convertirlo en definitivo permitiéndole alcanzar la deseada eternidad”.

 

 

 

 

Jorgelina B. Cordero
Periodista cultural argentino-española, se perfeccionó en la Universidad de Berkeley en San Francisco. Columnista en diversas revistas culturales argentinas y españolas. Corresponsal cultural en un programa de radio de New Orleans (USA). Titular de cátedra de periodismo y de inglés en destacadas instituciones argentinas. Publicó dos libros bilingües: Help Speak Argentine-Spanish.”