Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Chicago

Autor: Luis Felipe Lomelí

Noviembre 2021

 

 

41°53’55.9” Norte

87°37’24.3” Oeste

 

Entramos al John Hancock Center después de estar en la playa y recorrer el centro de la ciudad. A cada cosa que veíamos, lo que me preguntaba Andrew era alguna variación de lo mismo:

— ¿Habías visto un lago tan grande?

— ¿Habías visto edificios tan grandes?

— ¿Habías visto calles tan grandes?

            Incluso me preguntó, cuando nos detuvimos para comer el luch de mediodía, si había visto hamburguesas TAN grandes como la Grande Mac.

            Andrew vivía en un pueblo cercano a Chicago llamado Aurora el cual, por supuesto, también tenía algunas cosas MUY GRANDES que ya no recuerdo. Él tenía la misma edad que yo, once años, y yo no entendía esa fascinación por el tamaño. En algún momento pensé que tendría que ver con esas ganas olímpicas de ser el primero en todo. Andrew quería ser el primero en su clase de karate, el primero en el campeonato de matemáticas, el primero en acabar de cortar el pasto… mientras que yo buscaba divertirme en la clase de karate, imaginar mundos a través de las matemáticas y cortar el pasto cuando no hiciera tanto sol.

Yo tan tercermundista y él tan ganador.

            Pero procurábamos ser amables aunque no nos entendiéramos gran cosa y yo le respondía que “Guau, nunca había visto una hamburguesa tan grandotota” para que fuera feliz. Hasta que entramos al lobby del John Hanckok Center y, aparte de decirme que era el edificio más grande de no sé qué, también mutó a una actitud muy circunspecta, muy seria bajo su gorra beisbolera de Ligas Pequeñas. Me tomó de un hombro y me dijo:

— Dude, we have to talk.

            Miró de un lado a otro (atrás venía el resto de su familia), se ajustó su camiseta estampada con un águila calva bajo el elástico del short. Exhaló.

— Esto es importante. Mira. Vamos a entrar a un cuarto muy pequeño. No te asustes. Es normal. Es un cuarto muy pequeño y sin ventanas. No te asustes. Se van a cerrar las puertas. Está bien. Vas a sentir que el cuarto se mueve. No te preocupes, por favor. Eso es lo normal. Tal vez te mareas. Un poco. Sólo un poco. Eso pasa.

— ¿El elevador?

— ¡Conoces los elevadores!

— Sí, pero en mi país ya los dejamos de usar para evitar esos mareos. Así que el elevador se queda en su lugar y lo que sube y baja es el edificio.

            No me dio tiempo de decir nada más. Andrew salió corriendo emocionadísimo para platicárselo a su padre.

 

 

 

 

[1] Luis Felipe Lomelí, Cincuenta ciudades y una isla. Audiolibro disponible en Audible

 

 

 

 

 

Luis Felipe Lomelí (Etzatlán, 1975). Ingeniero físico con especialidad en biotecnología, maestro en ecología de zonas áridas con especialidad en ecofisiología vegetal y simulación matemática, doctor en historia y filosofía de la ciencia y candidato a doctor en literatura. Premio Bellas Artes “San Luis Potosí” 2001 por su primer libro de cuentos Todos santos de California. Premio Latinoamericano de Cuento “Edmundo Valadés” 2004 por El cielo de Neuquén, incluido en su segundo libro Ella sigue de viaje. Y Premio Nacional de Literatura “Gilberto Owen” 2017 por su libro de cuentos Perorata. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte y sus últimos libros publicados son Indio borrado  y Cincuenta ciudades y una isla. Se le considera el autor de uno de los cuentos más corto en español: El emigrante —¿Olvida usted algo? —Ojalá.