Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Carlos y Carlos, crónica de un momento

LA FLOR DE VALENCIA

por Samuel Ronzón

Enero 2023

 

 

Apenas estoy despertando al 2023 y me dedico a hurgar en los cajones. Rescato lo que me platicó un amigo hace un par de años de cómo conoció a Carlos Monsivais.

Carlos y Carlos, crónica de un momento

Un amigo insistió en que debía conocerlo. A mis veinte años había escuchado poco de él, pero conocerlo me cambió la vida. No lo pensé dos veces. Al principio fue el asombro.

Pregúntame lo que quieras de cine. ¿Lo que quiera? -insistí. Sí, me respondió con un gruñido. En ese tiempo Carlos no era guapo. Debo aclararte que se fue mejorando, si es posible así decirlo. Tenía sarro en los dientes y la caspa ponía a cualquier persona en guardia.

Si él quería quedar en ridículo, era su problema. Así que sin pensarlo le solté la pregunta: ¿Quiénes los personajes principales de la película “Lo que el viento se llevó”? Sin titubear, mencionó a Leigh y a Gable. Luego tomó la servilleta donde estaba humeando su café y empezó a escribir y escribir.

No me dejó leer pero me regaló la servilleta que no debí haber extraviado. Después entendí la razón por la cual nadie podía resistirse a esta marea humana de conocimiento. Los 31 nombres de quienes integraron el reparto, los cinco nombres de los directores que participaron y la fecha del rodaje. Mientras leía su manuscrito, consulté en la enciclopedia y no detecté ninguna equivocación.

Muchos piensan que fuimos amantes, pero no. No tendría motivos para negarlo si hubiera sido cierto. Gatos, muchos gatos corrían alrededor nuestro, justo delante de mi cara. Sobretodo, el Chocorrol. el mismo por el que una de sus tías me regañó. Sí, tenía meses de estar enfermo. Yo fui todos los días al hospital, mientras los médicos hablaban de catástrofe.

Un día ya en su casa, estábamos solos y me suplicó que le abriera la puerta al Chocorrol para que lo pudiera acariciar. No habían pasado más de diez minutos, cuando nos sorprendió su tía y de inmediato fue a quitarle el gato.

Pero Carlos, le dijo, los médicos te han prohibido que no te acerques a ellos, y a mí me mató con su mirada. Luego nos pusimos a recordar cuando yo defendía a Fidel Castro y a su revolución y él me llamaba cipollo. Era la época en que no se respetaban los derechos de las minorías sexuales en la isla, siendo los casos más sonados el de Arenas y el de Padilla. También cuando me apadrinó para entrar a escribir críticas de cine al periódico, habiéndome llevado ante Don Julio Scherer, en ese entonces director del Excelsior.

Bueno querido lector, a mí no me tocó la suerte de conocerlo. Hasta la próxima.