Bienvenida a una Balada contra el tiempo
Por Ethel Krauze
Marzo 2021
Vamos,
respira lento
suave
adentro
cierra los ojos
clávate las uñas en las palmas
gira de un lado al otro,
que el tiempo cerrará el compás de espera,
nada lo detendrá,
habrá un desierto permanente
entre nosotros,
edificado con cada una de nuestras dubitaciones.
Una cortina de humo
nos olvidará
en el libro equivocado
Marzo se pinta de violeta, se pinta de mujeres, se pinta poesía. Es todo esto a la vez, florecimiento e invitación. La vida brota de nuevo y prevalece. Un instante es el milagro. Un tiempo eterno para la memoria.
Vamos,
crucemos el espanto
con la mirada abierta
y el sombrero puesto.
El escalón espera,
el paso
el barandal
la mano,
que se eche a andar el vals
que corra el vino de los odres
como si no hubiera un mañana.
Que el tiempo es la trampa de la espera
el reloj de sal
que no se llena
ni con un tonel de lágrimas
en todos los hubieras
conjugados como botella al mar
en las novelas
que se ahogaron.
Vamos,
ahora es cuándo
Revista Anestesia abre puertas a la poesía, a las mujeres, y le da aquí la bienvenida a una balada contra el tiempo, una balada que anuncio por primera vez con el corazón ensanchado de la primavera.
Vamos,
que ni hay después
ni más allá
ni puntos suspensivos.
Sólo un suspiro,
éste,
un salto
un sí
ahora
punto,
que el tiempo no es la sábana tendida
esperando la mañana,
no es la almohada con sus brazos abiertos al país de los sueños,
no es la cuerda al reloj,
el embudo de arena,
la piedra levantada al sol.
Ni siquiera el relámpago
que escribe un verso en las alturas
antes de enceguecer.
No,
no es nada de eso.
No es la oración con sustantivo y verbo.
Es esto.
Ediciones Torremozas, justo este pasado 8 de marzo me envía, desde Madrid, el regalo de las pruebas que me publicará en muy breve, cuya muestra pongo aquí como primicia, casi como halo de esperanza para quienes hacemos de la poesía una plegaria cotidiana.
Vamos
que la cordura no ayuda.
Perdamos la cabeza entre las sombras,
digamos nuestros nombres en pleno miedo
a la mitad de un resplandor
que nos lleve a la deriva
como los buenos viajes,
aquellos que descubren territorios
lenguas extrañas
agujeros negros
nidos
lechos
lunas
antárticas
planetas
súbitos párpados abiertos
a la visión de un tiempo irreversible
hermoso
y desquiciante.
Vamos cantando esta balada contra el tiempo
en el punto del sí
ese punto de oro que ha detenido los relojes
ha desatado incendios
que no queman
venas
de agua viva
surcos por donde abrir oasis con el puro pensamiento.
¿Te he convencido, ya?