Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

“El lado B de la Cultura”. Un capítulo del libro de Julia Santibañez

Septiembre 2021

Autora: Julia Santibañez

 

“Primogénita de una familia porfiriana que salió al exilio tras la Revolución, nació en París en 1932. Su nombre de pila, levemente francés y principesco, es Héléne Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor. En 1941 su madre, aterrada por la Segunda Guerra Mundial, huyó a México con sus hijas, Elena y Sofía. Más tarde las alcanzaba el padre, Jean, un francés de origen polaco que luchaba en el frente. Una vez llegado a México, el papá fundó los laboratorios médicos Linsa, donde Elena Poniatowska la hizo de secretaria, antes de clavarse en el periodismo y las letras.

         Los personajes de la cultura no siempre (ok, nunca)tienen un arranque terso en el medio. Igual que un auto destartalado, los ingresos cascabelean, el reconocimiento pasa aceite, la estabilidad parece jalonearse. Por eso trabajan de lo que sea, para autobecarse en el trabajo artístico. Incluso cuando son famosos aceptan lo que Luis Buñuel llamó “oficios alimenticios”, es decir, los que dan de comer.

         Juan José Arreola fue diverso de sí mismo: nacido en 1918, de chico atendió tiendas de abarrotes, la hizo de panadero y vendedor de sandalias, entre otros. “¡Beba tepache Arreola, tan fresco y saludable como una ola!”; así anunciaba su producto en Manzanillo. Por su parte, Andrés Henestrosa fue mozo de cuerda, empleado de mostrador y escribiente, es decir, secretario de enamorados, mientras Jaime Sabines despachaba en la mueblería familiar en Tuxtla Gutiérrez en tanto borroneaba versos. Y un desconocido Gabriel García Márquez aterrizóen México en 1961 con esposa e hijo. Era un periodista desempleado y pobretón, que había publicado cuentos más un par de novelas. Consiguió una entrevista de trabajo con el dueño de una editorial. Al acercarse al Hotel Presidente, lugar de la cita, se dio cuenta de que a su zapato se le había desprendido la suela. No pudo arreglarlo, así que siguió caminando lento, con la prestancia de una reina de belleza, para hacerlo menos evidente. El empresario le propuso trabajar en dos revistas: una era de fotonovelas, con señoritas provocativas, y la otra enseñaba bordados. El periodista tuvo que aceptar aunque puso una condición: su nombre no aparecería en las publicaciones. Evitó ese sofoco.

         El poeta y traductor Guillermo Fernández (quien tuvo una muerte violenta en 2012, aún no esclarecida) vendió cosméticos, fue mozo de hotel, fabricante de brillantina, locutor y programador de radio, portero, entrenador de futbol. Sólo entonces encontró un trabajo al que dedicaría el resto de la vida: ser traductor del italiano. Y ya que aparece el futbol, al narrador Francisco Tario le dio por la portería, igual que en su momento al argelino Albert Camus. Tario, chilango cuya obra descuella como una de las más poderosas en español y apenas hace poco reconocidas, fue portero del Asturias en los treinta. ¿Otro exportero que se ensañó con el arte? Claro, José Alfredo (¿hace falta el apellido?).

         Elena Garro, originaria de Puebla, vivió la Guerra Cristera siendo chica: el conflicto religioso estalló en 1926, cuando ella tenía diez años. Quizá los furores que presenció fueron clave en su precocidad. Ya en la capital, antes de cumplir los veinte años, actuaba, hacía danza y montaba coreografías teatrales para la UNAM. Luego fue periodista y por ahí llegó a la literatura, donde exploró cuento, novela, dramaturgia y poesía. Era, en palabras del crítico Emmanuel Carballo, “quizá la mujer más brillante entre todas las que he tratado; también una de las más intrigantes y perversas”. Años después ella y su exesposo Octavio Paz echaron leña a la hoguera de las vanidades literarias con su relación, digamos, aborrascada […]”.

 

*Extracto tomado de Julia Santibáñez, El lado B de la cultura. Codazos, descaro y adulterios en el México del siglo XX, Reservoir Books, México, 2021.

 

Julia Santibañez. Nació el 5 de enero de 1967, en la Ciudad de México. Poeta y ensayista. Es licenciada en Letras Hispánicas y maestra en Literatura Comparada por la ffyl de la unam. Ha sido colaboradora en las revistas EsquireGentePeriódico de Poesía, Santo y Seña, SoHo, la publicación digital La Torre de Montaigne, así como en los suplementos El Cultural del periódico La Razón y Puntos y Comas del portal SinEmbargo. Su obra poética se incluye en el volumen antológico Obsesiones, editado por Érika Reyes, número especial de la revista Salto al reverso, 2014. Ganadora del Premio Internacional de Poesía Mario Benedetti 2016, que otorga la Fundación Mario Benedetti, por el poemario Eros una vez.