Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

Expectativas

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Por  Alejandra Hoyos                               Imagen: Luis Alanís 

16 Enero 2021

 

–Ya descubrí mi problema: el nivel de expectativas que me hago cuando recién conozco a alguien es completamente desproporcionado –dice Sofía dejando una marca de labial en su taza de Chai.

–¿Cómo? –le pregunta Cecilia, con su voz de tango y echándose el cabello chino hacia atrás, toda ella emana libertad sexual. Después come otro bocado del brownie con helado de vainilla, de manera lenta y sensual; saboreando el chocolate en su boca.

–Sí! Cada vez que me acuesto con alguien, aparece frente a mí todo lo que sería una vida con esa persona. El problema es que mi mente se obsesiona, literal, me imagino teniendo discusiones sobre adoptar un perro y negarme rotundamente a comprar uno de raza para cuando nos mudemos juntos, si va a querer respetar el lado de mi cama, si será paciente en mis noches de inspiración y frenesí, cuando me entra la idea de pintar un nuevo cuadro.

»Me imagino besándonos más allá del éxtasis, hasta si haremos el amor de viejos o si ya sólo sentiremos el deseo en un frotar de manos arrugadas . Es como si habitara en un mundo de aire y la realidad se fuera evaporando y ya sólo la habitara de manera física, porque toda yo estoy en ese espacio intermedio, donde me siento segura de construir relaciones significativas de pareja.

»Empiezo a comer menos, a estar pendiente sólo de ese runruneo mental que se alimenta y navega de una imagen a otra: bailes eróticos donde nos recorremos una y otra vez, me imagino pintando toda su espalda y que me abraza y me besa el cuello cómo queriendo tatuárselo .  Y sufro cuando no se puede concretar ni la segunda cita, el estómago se me cierra y reviso de manera rutinaria y obsesiva el whatts del susodicho; es un naufragar en la vida que aún no vivo y, termino deseando tanto el contacto que no sucede y yo tampoco envío un mensaje o doy alguna señal. Todo el día, literal, me la paso en las nubes; e incluso llegó hasta descuidar mi trabajo.

–Para, Sofía, ¡qué intensidad! –dice su amiga con una sonrisa incrédula –.  Es obvio que los asustes aunque no digas nada. Yo, cuando recién empiezo a coquetear con alguien y recibo mensajes así de intensos, termino por bloquearlos y pensar que puedo estar frente a un psicópata y recuerdo lo bien que la paso sola.

–Pero, Cecilia, no lo puedo evitar, el correr la película. No se los cuento, obviamente, no estoy tan mal.

–Tienes que distinguir cuando es amor de cuando es sólo sexo –dice Cecilia, jugando con la pulsera en su muñeca, como si se hiciera un masaje y continúa–: También lo de Juan es reciente, y te acabas de permitir empezar a conocer a alguien. No te claves con el primer imbécil y vuelvas a quedarte con un machista.  Hay que saber elegir, querida. Yo ahora disfruto que me inviten, una buena plática, sentirme deseada, las miradas de coqueteo, el imaginar la primera noche. Hasta ahí llega mi expectativa. Siendo madre de tres niñas, una se vuelve muy selectiva, muy.

–Sólo sexo, ¿y al alma qué le pasa? Cuando están dentro de mí, me siento conectada con el Universo, expandida con el todo. ¿Los hombres, se darán cuenta de eso? O para ellos, literal, ¿es sólo un cuerpo brindando placer? Yo te confieso, Ceci, a mí me encanta descubrir intimidades, aunque me he encontrado con muchos muros, donde ni yo puedo ser ni el otro, y al mismo tiempo, puedo sentir éxtasis y la conexión del cuerpo, de un roce de manos. Estoy muy confundida, eso es todo. Tengo miedo de que me vuelvan a romper el corazón, aunque siendo honesta, cuando el corazón ya es un rompecabezas que se ha pegado tantas veces, no sé si se pueda romper más. No confío, ni creo en el amor, y al mismo tiempo, lo deseo.

–Sofí, quizá tienes que encontrar a alguien que le sepa al tantra, qué quiera ver el sexo como fuente de inspiración. ¿Será que yo también estoy desilusionada o también encuentro un desfogue en esas noches de placer e intimidad? No sé. He aprendido a ser práctica también, tienes que regularte, querida, eres demasiado apasionada, y por tu hijo, vas a tener que ser más práctica –dice terminando de pagar su cuenta.

 

Sofía, lo abraza fuerte. Le emociona subirse a la moto después de haber llegado al orgasmo, de manera tan fluida, con él. El casco rosa, debajo de una tela negra, es la certeza de que quizá ella es una de tantas con las que él se pasea. Sabe que son dos mundos distintos: agua y aceite y que es sólo sexo. Sin embargo, cuando se durmieron después de hacerlo tan rico y fluido, con las piernas entrelazadas, la película empezó a correr y no pudo dormir: imaginó su estudio de pintura en el departamento de él; fines enteros descubriendo nuevos sitios para meditar y darse un beso con sabor a té verde. Él, roncando junto a ella y ella intentando apagar su mente y relajar el cuerpo.

«Dormir con alguien, eso sí es tocar el alma», piensa, y tratando de hacer el menor ruido, se levanta de la cama, busca su vestido en el suelo, saca un cuaderno pequeño y se pone a pintar. Sólo así se apaga la película…

 

 

Alejandra Hoyos González Luna. (Quéretaro,1987). Psicóloga de profesión, cuentacuentos desde que tiene memoria y escritora. En 2013, publicó un compendio de textos en la Biblioteca Digital de escritores queretanos PAR TRES. En 2017, publicó El hombre de Suspiros en la Antología de cuento fantástico Los Insomnios, compilatorio del escritor Ulises Paniagua por Ediciones Navarra. En 2020, ganó el estímulo APOYARTE Querétaro 2020, publicando de esa manera su libro Nido. Antología de relatos por la editorial PAR TRES. Creadora del blog: www.nidoysombra.com que promueve una crianza con bienestar emocional. También de El baúl de las letras, iniciativa que busca promover la lectura en la infancia.