El sustituto

Autor: Octavio Ollin

Septiembre 2025

 

Dos mujeres sentadas a la mesa miraban con calma y en silencio las tazas de café que habían ordenado horas atrás.

—Tómalo como una renuncia voluntaria.

—Tú qué vas a saber —le dijo—, si nunca has tenido a nadie.

—Siempre tengo espacio en mi agenda. Y bien lo sabes.

—¿Y de qué te sirve?

—Y a ti, ¿de qué te sirvió si ahora estás sola?

—No sabes lo que es perder —le dijo, mientras se cubría la cara con una mano.

—¿Acaso quieres llorar?

—No sabes lo que es… perderlo todo.

—Tal vez está en un lugar mejor.

—¡Cómo diablos puedes saber eso!

—Baja la voz, amiga.

Las luces del café fueron apagándose poco a poco.

—Tan siquiera prueba un sorbo —dijo, señalándole la taza llena—. Volverás a comenzar de nuevo.

—¿Cómo estás tan segura?

—Te conozco bien.

—No, tú no sabes lo que realmente estoy sintiendo.

—Debo admitir que a veces eres algo estúpida.

—¿Cómo me dijiste?

—Lo que digo es que tienes que ser más astuta, amiga.

—Sí, sí, lo que tú digas. ¿Ya nos podemos largar de aquí?

—Primero deja terminarme mi café.

—Date prisa, que mañana tengo que comprar algo de cerveza y también ir a la lavandería.

—¿Lavandería? ¿Cerveza?

—Sí, tengo la cesta llena de ropa y el refrigerador vacío —le respondió.

—Ya nadie te sirve el café, ¿verdad?

—No.

En ese momento, un joven camarero se acercó a la mesa.

—El servicio ha terminado por hoy.

—Estábamos por irnos ya —dijo la mujer, intentando esconder la mirada.

—¿Todo se encuentra bien?

—Sí, todo está bien aquí. ¿Podrías traernos mejor la cuenta?

—Enseguida.

En la quietud del café continuaba encendida la luz en la única mesa que ocupaban las dos mujeres. 

—Tiene un buen trasero, ¿no crees?

—Sí que lo tiene.

—Pues inténtalo, amiga.

—No, no será lo mismo.

—Ya te dije que está en un lugar mejor.

—Dijiste que tal vez.

—Da lo mismo —le dijo, y apartó a un costado la taza a medio beber—. El punto es que te olvides ya de todo. Él ya no está aquí.

—No es tan sencillo.

—En adelante, deberías aprender a elegirlos mejor.

—Para ti es fácil decirlo.

—También pasé por muy malos ratos, amiga.

—No, no sabes lo que realmente estoy sintiendo —le recalcó, y tomó una servilleta de papel para limpiarse los ojos.

—Aquí está la cuenta, señorita.

—Gracias, precioso.

—A sus órdenes. Que pasen una linda noche.

—Después de todo siempre se abrirá la misma vacante, amiga.

—¿Sabes?, creo que tienes toda la razón —le dijo, y miró al joven nuevamente, con decisión—. ¿Te parece bien que yo invite esta vez?

Y la puerta del café entonces se cerró, sin hacer el menor ruido posible. 

 

 

Octavio Ollin (Ciudad de México,1998). Licenciado en Biblioteconomía por el
Instituto Politécnico Nacional.

Participó en el 1. ° Festival de Cine y Literatura de Horror y en El Encuentro de Escritores de
Narrativa: la literatura está en todas partes. Ha publicado textos en Revista Anestesia, Revista
Perro Negro de la Calle, Revista Pluma Literaria, Página Salmón, Lenguaje Perú: red peruana de literatura y Palabrerías.