Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

2 Minificiones de Raú Reyes Ramos

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Otro brindis de otro bohemio, no menos elocuente ni menos sentimental.

 

Brindemos, cabrones.

Este momento es muy especial.

Me siento como en la playa, muy a gusto, viendo bikinis y la vida pasar.

O como cuando hice mi primera comunión.

La del templo, no se rían, estaba todo nervioso por probar la hostia sin remojar.

Ni atención le puse a todo lo demás. Me sudaban gacho las manoplas.

 

Les quería comentar un detalle…

 

Algunos de ustedes no me caían bien por malvados, la pura verdad.

Ahora tampoco me caen al cien pero lo bonito es la convivencia, hacer grupo, el chupe, estar unidos y ser positivos.

Esto último lo aprendí en una clase de coaching, lo recuerdo bien.

El caso es intentar ser mejores personas. Creo…

 

¡Hey! Paquito.

Cállate poquito, mijo. Ya casi termino, dame chance amigo.

Chingao. Pinches perros modales.

 

En fin…

Pasémosla bien y que Diosito me los bendiga a todos.

De aquí, los que gusten, le seguimos un ratito con las mujerzuelas.

 

Que en todo les vaya de poca madre, muchas bendiciones para sus familias y que nadie, nunca, les arrebate sus pequeños sueños.

 

¡Salud! Cabrones.

¡Chúpenle!

Empiezan como rockstars, acaban de piñatas.

 

Yo nada más te digo, mijito, ahora que ya le entraste a la política y andas con los ganadores, con los nuevos salvadores de la patria, que, por favorcito, por el descanso eterno de tu abuelita Fidencia que está en el cielo, no te vayas a ir de puro hocico como tantos otros. Bien abusado.

No me avergüences y no te expongas de más.

No te deslumbres por todo.

Tampoco seas lambiscón, ya hay muchos así y siempre acaban mal.

 

Mira, fíjate en el Gatell ese que no para de hablar todos los días…

Vocero y palero. Ya nadie lo pela.

Ni mi comadre Chole que se la vive viendo todo lo que pasan en la tele.

Sufre harto cuando le cortan la luz, está bien enviciada…

 

Es que también, de vocero empezó hasta simpático, llegó a ser la estrella y

acabó de piñata.

Se creyó mucho y era un vil gato, como casi todos.

Puras pinches penas.

¡Y está estudiado!

Pobrecitos de sus hijos y de su madre.

 

Por eso, usted bien vivo, mijito, no eche en saco roto mis saberes.

Yo sé lo que le digo, es por su bien…

 

Ándele, con mucho cuidado y que Dios me lo bendiga.

 

¿¡Ya llevas suéter!?