CEPILLAR EL ALMA
Autor: Daniel Mendoza
16 Octubre 2019
Me siento a salvo escuchando al gato lamerse.
No conozco mejor sedante.
Y eso que los tragué todos la mañana que quise
convertirme en tu cadáver
y llenarme a puños los ojos
con el nombre de tu muerte verdadera.
Libera una gruñido acuático —el gato—, redundante,
que va enhebrando de 3 en 3 y de 4 en 4
en sentido transversal
la trama de su pelo tricolor y con cada lengüetazo.
Estoy seguro
que mientras utiliza mis piernas como cuarto de baño
me está cepillando el alma.
Y ya no deseo
comer más píldoras ni hacerme una corbata de alambre
para saltar de la silla.
Daniel Mendoza, del poemario: LAMIENDO NAVAJAS, 2019 D.R.