Éxodos
Autora: Rocío García Rey
Marzo 2024
[…]sólo le queda mirar
un paisaje con herida.
Carlos Pellicer
I
No hay peldaños de agua
para subir al monte
y narrar nuestra derrota.
Esta historia se enciende
por la paradoja: gran llama de incomprensión
coloreada por todos los colores de la noche.
Tú sabías, cipote, que deseaba que llegáramos
a la orilla. Luego caminar.
Extender con tus siete años
Una fortaleza heredada de todos
los inviernos.
Tú sabías que iríamos caminando.
Caravana te pareció un nombre extraño
y quisiste por ello corretear
a los múltiples cadáveres
de las mariposas vencidas por el agua.
No hay escalera de agua para subir
Al monte y poder así
gritar tu nombre.
No hay …
Por eso el vaivén del río
imantó tu risa, tu cuerpo.
Tú sabes que grité,
para impedir la absoluta derrota:
la de los desterrados.
Nadie estará dispuesto a gritar:
“existen los inviernos”.
No hay más que la paradoja.
En este tiempo de éxodos,
en balsas apenas construidas,
no caben los poemas
de amor al mar,
a los ríos.
¿No ven acaso su insolencia?
Tu, cipote. No querías ser el niño marinero.
Ahora la ley de Tánatos
nos coloca en una cifra.
Las noticias caducan,
pero no el agua embotellada.
A mi regazo ven, porque
nosotros en el tiempo
de la clonación de Creonte
no merecemos tumba.
El agua albergará el abrazo,
y tú hijo mío serás quizá,
parte de la derrota colectiva.
Las lágrimas también son agua.
Pero esas se guardarán para
el momento exacto, cuando
el gran influencer muera.
Nosotros los derrotados
tuvimos que imaginar
que alguien pronunciaría
la palabra lágrima
por la derrota de los desobedientes guanacos.
Los que cruzaron el río Suchiate,
mientras las embotelladoras de agua
contaban las monedas
de los nuevos fariseos tiempos.
II
No conocí la Leyenda de “la abuela grillo”,
aquella capaz de provocar la lluvia..
No conocí el alba de la ternura.
los pactos regionales
son para que tomen
las fotografías de los buenos gobernantes.
No recuerdo si iba en brazos de mi madre…
No recuerdo…
Aylan Kurdi, dicen que llevé por nombre.
La olas eran desconocidas
para mi cuerpo de tres años.
Mi rostro conoció aquel día
todas las texturas de la arena,
aunque dejé de respirar
debido a las nuevas olas.
Esas que no dejan cruzar.
Aquí también Los muros de agua
son la verdadera valla.
Noticia pasajera.
¿Alguien me recuerda?
Les digo, mi nombre fue
Aylan Kurdi, niño sirio,
exiliado también del
territorio del recuerdo.
III
Aprendimos a nombrar con otro
color nuestros innumerables pasos.
Fue el desierto el que nos atemorizó.
Fue el desierto…
No sé si pueda, desde el Hades,
decir que fuimos muchos.
No al mismo tiempo.
¿Alguien sabe lo que es querer gritar
cuando durante días el agua
no habita en su cuerpo?
¿Alguien sabe el horror de la sed? / La sal ya no basto.
comprenderemos si luego
de apagada esta versión,
patean nuestra osamenta, mientras disfrutan
su sabrosa coca cola.