Autor: Sergio H. García
Abril 2024
06:44
En las esquinas muchachas de besos lánguidos
sumergen dientes de sueños
en la ambiciosa tinción del oro opaco
Autobuses de óxidos teratogénicos
les hacen crecer manos ajenas en el cuerpo
como tumores lascivos a punto de metástasis
Antes de llegar a casa
niños de ropas invisibles sonríen
pues es agosto y la lluvia
como el pan y la Coca-Cola
no les fue negada
Se respira un aire que progresa
una falsificada devaluación falsa
y la honesta y necesaria y buena cacería
de los que hablan para la verdad
No alcanza para amaneceres fríos
los precios espuman
como el pan o la tortilla
como los padres de sueños arrastrados al campo
donde lo único que se cosechan son barras y estrellas
La ciudad duerme de cabarets
y hombres sentados a oscuras
escriben sobre la habitación los techos rotos
Sobre las figuras del cigarro
y los muertos de pasos frágiles y labios desteñidos
Eso es todo:
muchachas usadas y abusadas
niños hambrientos
y hombres engañados
Esto es mi país
mi mundo
Walk the line
Para Annie Nox
Johnny Cash entendía
que las estrellas no desaparecen al amanecer
Él sabía que los planetas hoyos negros
Explosiones esperanzas de vida
el Big Bang
no sé esfuman con el sol
Johnny Cash sabía que aunque las mariposas vuelen
y los pájaros canten
no se detendrán las tormentas los rayos
el ácido abismo de ojos que no entienden
Johnny Cash sabía que la locura
se siente en los huesos por la mañana
y se sufre en el estómago al anochecer
Conocía el miedo al fastidio ajeno
el cansancio tras sostener una sonrisa
llena de explosiones detrás del cráneo
Johnny Cash sabía lo que es perderte
ahogado entre marejadas de recuerdos
Conocía el vació del propio reflejo
oscurecido naufragio luctuoso
por extraños
Él hallaba verdad en eso de sentir
que el mundo te cae encima un lunes por la mañana
pero que también
todas las aguas se aclaran
y puedes volver a casa
r e s p i r a r
Johnny Cash sabía que no existen infinitos
porque si el universo termina
la música termina el amor termina
si la vida termina
entonces también el dolor
entonces también la felicidad
Tríptico como grito para definir el amanecer
En la más densa oscuridad
[…] todo amor es claridad.
Amado Nervo
Yo, pecador, a orillas de tus ojos
miro nacer la tempestad.
Alí Chumacero
I
Camino por tu mundo
ahora que duermes,
rozo la tierra; ando,
Lázaro-resurrecto
entre cortinas de tus madrugadas
y cocinas de trastes sucios y salvajes
relojes que prometen el amanecer.
Camino,
dueño de nada salvo tus silencios;
tus piernas, tierra prometida,
son antítesis del mundo que nos rodea
con la sequía.
Tú duermes. Yo ando.
Sueñas. Camino.
Entre pasillos
deshabitados por luz,
soy fragmento de nuestras noches juntos,
un recuerdo en tinieblas
de la primera vez.
Nada doy por esta noche.
Nada por esta neblina
izada ante tus ojos,
por ese mundo suspendido
por mis manos amasándote el calor,
los muslos, la fricción
frenética y felina
de tu gemido-pliegue
sobre mi boca.
Nada doy,
es mía
la tarde jacaranda,
la madrugada suspiro,
la coreografía de tus labios
sobre las sombras de la piel mía.
Nada pasa en el mundo
cuando no estás.
No grita el ferrocarril su paso de alma en pena.
No llora el viento,
su penitencia
traslúcida
de seguir siendo viento.
No se aman
oscuramente
los gatos entre los tejados
de la ciudad.
Nadie se encuentra
con nadie
ni se besan en la punta de las pestañas
y en los pezones,
en los mares sumergidos entre los muslos,
y los martes simples
floreciendo sobre las costillas.
Todo congela.
Todo detiene.
Todo fosiliza el instante de tu cuerpo
iluminado por la noche.
Nada nos pasa,
porque nada le pasa a nadie si tú no lo ves,
si tú duermes; si eres ausente.
Afuera,
algo como un canto o persona camina.
El mundo,
irreal como esta habitación,
gira sin tu mirada.
Adentro nada existe, si tú eres ausente.
Estoy a oscuras.
En soledad.
Ahora que no estás,
desnudémonos,
tomémonos de los ausentes
y seamos cuerpos
acariciados por primera vez,
tocados,
masturbados por pétalo de mano ajena.
Desnúdame
y guárdame;
son tuyos mis secretos,
el árbol caído de la niñez;
mis tumbas.
Tuyas mis palabras,
caricias que repito en soledad.
No digas nada; desnúdame.
Lo que más quiero
es desnudarme
y ver cómo te desnudas
hecha de calles,
lloraderos de cicatrices cerradas,
penínsulas oscuras de tu madre;
y tus pechos, y tus nalgas, y todos los sí
tatuados en tu piel
que aún nos unen.
Que gana de morirnos en la plenitud de quien hace el amor,
que gana de querer y ser querido,
de ser tomado,
de ser.
Ahora que la madrugada es:
tómame, llévame, aplástame,
contradíceme, ahógame, despéinate,
muérdete, muérdeme,
crújenos, aúlla, desmiénteme, desúnete,
arrodíllame, dime que sí, jálame, jálame, jálame,
aquí, vuélanos, aprisióname,
alba, gime, grito, comezón, calambre,
lamida, raspón, golpe,
muévete, frenesí, húmero,
ida, maravilla, costillar de perlas,
sábanas, sudor, venida,
pirotecnia,
sí, sí, sí…
lluvia.
Sergio H. García (Nayarit, México. 1995). Dirige Ediciones del Olvido desde 2021. Lo han publicado en antologías como Detrás del velo: sobre los sueños y la muerte: antología de escritores mexicanos (Catarsis ediciones. 2020), Celeste: Antología de poesía mexicana (Winged. 2022), Diásporas del abismal: Antología de poetas mexicanos y ecuatorianos (Lunada Ediciones. 2020); así como en distintas revistas de distribución nacional como Tierra Adentro, Los Demonios y los Días, Círculo de Poesía, Periódico Poético, Revista Zur o Revista Alcantarilla. Becario del programa Los Signos en rotación, Festival Interfaz ISSSTE-Cultura Guanajuato 2018, beneficiario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico Nayarit 2023. Autor de Que Ninguna tormenta se acerque (Crisálida Ediciones, 2021) y Tengo la boca llena de tierra (Buenos Aires Poetry, 2023).