Hermanas
Autora: Rocío García Rey
“Mi hermana no escribe poemas
y es improbable que de pronto /
se ponga a escribir poemas.”
islawa Szymborska
Yo tengo dos hermanas
a quienes desearía darles flores diariamente,
cuidar su alacena y pronunciar con ellas su cansancio.
Hermanas –madres que siguen pariendo a veces
relojes descompuestos.
Tal vez han olvidado el viaje de Alicia
y los movimientos del conejo.
Historias compartidas nos salvan de ocres manecillas.
Lúgubres tiempos habitamos.
Acaso por ello mi hermana menor
a veces se aferre a la angustia y sus colores.
Y la otra hermana, imbatible roble
nos recuerda que podemos hacer nuestra pequeña primavera.
Si hiciéramos una representación
de nuestra dolorosa orfandad
tal vez empezaríamos a escribir cartas a las abuelas muertas
y con Rosario repetiríamos: “Sería feliz si yo supiera como”.
A la orilla del telón, las ánimas
también se consagrarían a los lutos.
Mis hermanas y yo guardamos lutos
que después colocamos en alguna parte del cuerpo.
Ellas trazan su amor para sus hijos.
Yo sólo paridora de palabras y locura.
Nuestros recuerdos se anudan
a la imposibilidad de pronunciar gerberas
Dulce tormenta si tengo sus palabras,
sus imágenes.
Viajamos juntas en un tren de desolación
cuatro o cinco años viajamos con la madre.
He olvidado si alguna noche nos alimentamos
del pozo de las lágrimas.
La enfermedad nos abrazó a todas.
La danza fue clausurada y aparecieron
los nubarrones, las ojeras clausurando verdes.
II
Mis hermanas tienen hijos
y aun con las grietas que aparecen
detallan el dolor o la tristeza.
Yo la segunda hermana
a veces vivo con los colores de la culpa
por tener tiempo para conversar con las poetas muertas.
Szymborska habla de su hermana
yo pluralizo para hablar de dos mujeres
que, desde la distancia, abrazo cada día.
Me siento a escribir los nombres
de los padres e instantáneamente
la tinta se mueve hacia la vida.
Aparecen nuestros nombres
y la palabra brújula para seguir
latiendo en tiempos ocres.
Sin lámpara
“Vengo sola, ya ves, sin una lámpara
que detenga mis pasos
entre la luz y tu morada oscura”.
Margarita Paz Paredes
También sola y sin lámpara
nombro la oscuridad de mis lamentos
aun así, no me estremezco
de tanto desafiar palabras
quedé muda ante su muerte
ni siquiera me atreví a deshojar poemas
Resolví no volver a mirarme en los espejos
reflejarían la ausencia de los versos,
la fragilidad de mi voz
la mueca del asombro escondido.
Desbaraté mi piel
para incendiar mi sangre
y poder deshacerme
de la única luz que me quedaba.
Tan incierta la vida
tan inciertas las horas
en las camas vacías
coloco libros que han contado su historia.
También sola y sin lámpara
ofrendo mis pasos y mis latidos
a las desterradas,
muertas sin epitafio.
También desgarran la memoria.
Y queda cuajada la ciudad
de torrenciales muertes
de tanto desafiar palabras
no sé cómo nombrar a mis hermanas.