Revista Anestesia

𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚜𝚎 𝚚𝚞𝚒𝚝𝚊 𝚌𝚘𝚗 𝚕𝚎𝚝𝚛𝚊𝚜

La cultura del porno

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La cultura del porno

Por Ramiro Padilla

I

Vi por primera vez una mujer desnuda en una revista a los ocho años. Frente a mi casa había un gigantesco baldío en el que nos reuníamos todos los vecinos según nosotros a acampar. El padre de un par de ellos nunca escondió su pasión por todo tipo de contenido pornográfico. El hijo del vecino nos susurró que había logrado robar una de las revistas, que acumulaba por cientos, en uno de los closets de su casa. Por supuesto que nosotros, curiosos, e intentando ser arrojados, le pedimos que nos la mostrara.   Recuerdo haber visto la revista con una combinación de repulsión y fascinación. Ante mis ojos aparecía una mujer con las piernas abiertas y una mata de vello abundante muy al estilo de los setenta.

II

Hay cosas que por   mera novedad no son medibles. Se requiere cierta distancia para comprender sus consecuencias. La masificación de la  pornografía  logró crear toda una industria y como tal, con sus efectos secundarios. Al igual que la nueva industria del vapeo, apenas se empiezan a analizar las consecuencias psicológicas que tiene para una mayoría de mujeres el estar inmiscuidas en el negocio.

III

Boggie nights es una película que habla de la transición de la industria porno de las salas de los cines a la comodidad de la casa. De cómo hubo un salto cuantitativo y cualitativo en la manera en la que se consumía. La masificación de los videocasetes, alejados del impedimento moral que muchas veces significaba el ver o ser visto en las funciones para adultos. Eso quedaba resuelto al ir a rentar una cinta o al comprarla. Ya se podía, desde la comodidad de tu cama, ver todo el porno que quisieras. Aparte, la idea de que las películas tenían que tener una trama se difuminaba. Se diferenciaba claramente el cine de contenido erótico de la mera pornografía. Nacían nuevos tipos de porno porque era rentable, los estudios de filmación  se ampliaban, empezaba la edad dorada de la industria XXX.

IV

After the porn ends es un documental de netflix que habla de la vida de las protagonistas cuando abandonan la industria. Aunque hay un hilo conductivo que las hermana (gastar el dinero rápido, no pensar en el mañana, consumo de drogas etc) hay algunas que logran en cierta manera volver a tener una vida lo más cercana a lo normal posible.

V

Quizá el mayor tema de nuestros tiempos sea la soledad. El sentido de que de a poco en esta sociedad post industrial nos sentimos más solos que nunca. Las nuevas tecnologías amplifican el sentimiento. Las buenas conversaciones ya no son cara a cara, difuminadas por eso que magnificamos, llamado ocupación. Vivimos tan de prisa que las relaciones interpersonales dejan de ser prioridad porque tenemos ese mundo virtual que nos convierte en una especie de ermitaños hasta en el sentido sexual. Una pantalla en 4k nos devuelve la imagen de una mujer perfecta, la que quizá nunca podamos tener

VI

Los jóvenes de hoy combaten castillos no imaginarios. La primacía de la imagen los hace esclavos de exigencias contra naturales. Más que nunca se objetiviza el sexo. Se juegan los roles reservados a las películas porno. Cuerpos perfectos, hombres insaciables con penes gigantes, mujeres que son máquinas de tener orgasmos al alcance de un click.

VII

Quizá se pueda medir la frustración de un país por el tamaño de su industria pornográfica. Las sociedades ultraconservadoras padecen esa curiosa dicotomía. Se prioriza la carrera (individual) sobre la familia (social). Los ejemplos más acabados son Japón y Estados Unidos. En Japón la población está enfrentando un peligroso declive. Un gran porcentaje de su juventud llega a los 30 años virgen. No hay incentivos para establecer noviazgos y la industria pornográfica llena ese vacío. La cultura estadounidense padece una grieta gigantesca. La respuesta brutal al esquematismo protestante es la búsqueda desenfrenada del hedonismo. Sexo drogas y rockanrol.

VIII

Tengo una amiga sexóloga. De repente hablamos por teléfono y discutimos todo tipo de temas. Recuerdo haberle dicho que la anorgasmia en México es cercana al 60 % lo cual puede ser parcialmente cierto. Ella me corrigió, según sus análisis ronda el 80%.  Quizá en México aún no se hable abiertamente del cuerpo femenino o las necesidades femeninas porque es claro que seguimos dominados por la cultura religiosa de la culpa. El hombre mexicano magnifica su potencia sexual lo cual es sintomático de lo contrario. La agresividad mexicana hacia las mujeres es un claro ejemplo de ello. Se toma por la fuerza lo que no puede conseguirse por otros medios.

XI

El porno corporativo es una forma de violencia. Aun no estoy seguro si todo tipo de porno lleve violencia implícita. Hay quienes se graban teniendo sexo por puro hedonismo, no hay una transacción económica ni deseos de lucrar. Puro exhibicionismo. En el porno corporativo, al igual que cualquier empresa, se tienen objetivos, mercados, se exigen cuotas de producción en las cuales la mujer es obligada hasta el límite. Pero en el porno el precio que se paga es muy superior a un trabajo normal. Se paga con sufrimiento psicológico, enfermedades venéreas y una carga que puede llevarse por el resto de la vida.

X

Como las drogas, el porno llegó para quedarse porque es rentable. Las pasiones humanas son una veta infinita de dinero. Las religiones entendieron esto de inmediato. Se controlan las pasiones humanas ergo se  controla lo demás. La culpa por el cuerpo termina por reventar en lo permisivo, muta en hipocresía. ¿Qué hacemos? La verdad no sé. Como siempre tengo más dudas que respuestas. Pero al menos es bueno poner el tema a discusión. Hay muchísimas personas más capaces de desgranar este tema complejo. Excelente tarde.

 

Bibliografía

Empire of illusion Chris Hodges— Chapter II The Illusion of love

https://genius.com/David-foster-wallace-big-red-son-annotated

https://www.netflix.com/mx/title/70242063

https://www.espinof.com/criticas/criticas-a-la-carta-boogie-nights-nostalgia-por-el-porno-de-los-70

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