
IZAN EN MÉXICO
por Carmelo Germán González Zerpa.
Izan viajó desde Canarias a México, invitado por la organización Coloquio Internacional de Poesía y Filosofía, para participar en el Encuentro Canarias-México: poéticas y narrativas actuales. El viaje no significó solo un cambio de paisaje, sino que le abrió las puertas a un mundo de culturas, sabores y emociones que nunca olvidaría.
Participó en diversos eventos y espacios culturales y literarios de Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Apaxco, y Real del Monte, entre otras localidades. Asimismo, descubrió personalmente lugares que, hasta entonces, había conocido a través de libros y documentales.
Cada uno de los sitios visitados le ofreció la oportunidad de conocer a escritores y lectores, y no solo eso, sino también la posibilidad de enriquecerse con las raíces profundas de una tierra rica en historia y tradición.
La primera visita fue a Ciudad de México, un lugar lleno de vitalidad y color que se hacía eco de las historias en cada calle. La idea de conectar mundos tan diferentes, pero a la vez tan parecidos, era simplemente inspiradora.
Después de la jornada cultural, tuvo la oportunidad de disfrutar de alguna de las ciudades más icónicas, entre ellas, Xochimilco. Navegar en trajinera acompañado del grupo que formaban la expedición fue una experiencia envuelta en colores. La idea de subirse a una de ellas y navegar por sus canales le pareció emocionante, sin saber que dicho paseo lo llevaría a un encuentro que parecía escrito en las estrellas. El joven barquero de alegre sonrisa, entre las historias que relataba hizo referencia al árbol nacional de México, el ahuehuete.
Al oír su nombre, el corazón de Izan dio un vuelco. Meses atrás había escrito una historia sobre el mismo, sin imaginar que lo conocería en persona. La historia hablaba de raíces profundas, de una conexión con la tierra y de la fuerza para mantenerse en pie ante las adversidades; una metáfora que había resonado en su interior desde que escuchó por primera vez su nombre.
El barquero señaló uno de los canales y dijo: “Allí está uno de nuestros ahuehuetes más antiguos” y en ese momento Izan sintió como el tiempo se detenía. No perdió la oportunidad de abrazar al viejo árbol y, al hacerlo, percibió el enorme poder que emanaba de sus raíces. Lo observó y recordó las palabras escritas tiempo atrás, como si hubieran sido dictadas por este mismo árbol.
El barquero, al verlo tan emocionado, le preguntó si el árbol tenía algún significado especial para él. Izan le contó el relato que había escrito y el joven con una sonrisa, le contestó: “El ahuehuete tiene un espíritu muy fuerte. Tal vez te llamó, y por eso estás aquí”.
Ese día, no solo conoció un lugar, sino que encontró una parte de sí mismo en las raíces de un árbol que había esperado siglos para contarle su historia.
Esa tarde, al volver al hotel, escribió algunas líneas en su cuaderno: “Xochimilco no es solo un lugar solo para pasear en trajinera, es un latido que se siente en el alma, una invitación a detenerse, a escuchar y a recordar que estamos profundamente conectados con la naturaleza”.
Después de esta experiencia, visitó Puebla, una ciudad que lo recibió con sus calles coloniales y su famosa talavera. En una pequeña universidad tuvo un encuentro con estudiantes que gran mostraban interés por la literatura y por la conexión cultural entre Canarias y México. Notó como un nexo entre dos mundos se manifiesta sobre el papel.
Puebla también le dio la oportunidad de probar uno de los platillos más conocidos de la localidad: el mole poblano. Durante su degustación, un lugareño le contó que este platillo es representativo del multiculturalismo que en México se respira.
Y, por último, la guinda de su viaje fue la visita a la ciudad de las pirámides: Teotihuacán. La escalada a las pirámides del Sol y la Luna fue una auténtica lección de humildad. Mientras ascendía, sentía que la historia de cada piedra lo acercaba a los secretos cósmicos que intentaron descifrar los antiguos teotihuacanos. Y, desde la cima de la Pirámide del Sol hizo un recorrido por la Calzada de los Muertos y entendió que México no se vive, se siente a través del alma.
Su viaje culminó con un corazón lleno de gratitud. Descubrió que las historias, sean escritas o grabadas en la piedra, son las que nos unen, porque formamos parte de una red que a través del tiempo y las distancias, continuamos tejiendo con palabras, sueños y experiencias.
Carmelo Germán González Zerpa (Gran Canaria)
Informático. Docente del INEM en FPO; escritor, poeta y comunicador. Es autor de varios poemarios (Sentimientos de un soñador…) y ha participado en diversas antologías de ámbito local, nacional e internacional, en proyectos multidisciplinares, revistas culturales y literarias, y en programas televisivos y radiofónicos. Miembro y cofundador de la Asociación Literaria y Cultural Letras y Sonidos con la que ha presentado el libro a tres manos Un paseo por las emociones, el audiovisual Tomás Morales en Agaete, el concierto Solidario a favor de APEM y múltiples eventos culturales. Miembro de la Asociación de Escritores de Canarias ACTE; de ADOC; del grupo de teatro aficionado El Ómnibus, Teatro del Pueblo y del grupo musical Tabaiba. Se estrena como pintor, con la exposición Complicidad (2021), a la que siguen dos colectivas.