
Granja Modelo
Mayo 2025
Autora: Helena Caorsi Frick
Es increíble y a primera vista difícil que en el año 1965 existiera y funcionara con todo éxito un establecimiento que reuniera una producción tan variada y atractiva como la de aquella moderna granja.
Se trataba de la Granja Santa Rosa perteneciente a mi padre cita en Durazno a unos 5 km de la capital del departamento.
Ésta tenía, como dije, una amplia gama de producción, en 550 hectáreas se trabajaba la agricultura, avicultura, apicultura y los rubros más conocidos: bodega y lechería. Nos referiremos a cada una de estas producciones haciendo un poco de historia.
El fundador de este milagro productivo fue José Antonio Caorsi quien adquirió en 1928 un campo infecundo que sería dedicado a la fruticultura. Con los años uno de sus hijos convertido en ingeniero agrónomo Héctor Omar Caorsi convirtió aquella área adquirida por su padre en un verdadero vergel.
Corría el año 1930 cuando su actual propietario Don Héctor dedicó a su propiedad nuevas orientaciones reflejadas en sus diversas actividades. Su tambo adquirió rápidamente renombre no solo en el departamento sino a nivel nacional. El ganado Normando fue elegido para el ordeñe por sus características de doble propósito es decir muy buen nivel de carne y leche. Recordemos el afán por mejorar la raza y la introducción desde Francia de nuevos ejemplares. Se ordeñaban por aquellos años 105 vacas 2 veces al día y el promedio de cada vaca era de 11 litros lo cual hacía incluso factible la elaboración de crema y manteca y el consumo de estos productos a nivel local. Recuerdo la nobleza de estos productos los cuales eran requeridos por las familias duraznenses haciendo énfasis en la pureza de los mismos para ser consumidos por los niños de corta edad y el resto de sus familias.
En cuanto a la bodega se refiere el ingeniero poseía 16 hectáreas de viñedos lo cual permitía tener una producción de 130 o 140 mil kilos de uvas destinadas íntegramente a la producción de vinos. Las variedades de vinos de la casa, juzgados por catadores como de excelente calidad, trascendieron las fronteras del departamento y fueron muchos los paladares montevideanos que saborearon el blanco, clarete o tinto de la bodega.
Por aquellos tiempos el cambio climático o sinsabores del mismo afectaban la producción de uva. Estos eran los “veranillos de San Juan” o también un severo tornado que nos azotó en 1963. A pesar de estos azarosos cambios en el clima se preservó aquel hermoso viñedo tratando de superar lo mejor posible estos intempestivos cambios en el clima.
El ganado también era uno de los productos valiosos del establecimiento. Contaba en aquel entonces con 800 lanares y 120 normandos entre machos y hembras en el campo de Tejera. En Carve se contaba con 500 hembras corriedale de plantel y 118 hembras normandas.
El Caburé, otra posesión de campo cercana, contaba con 6.000 lanares corriedale todo mejoramiento ovino. En vacunos se cruzaba el Hereford con Normando en un total de 600 reses. En la misma granja por otro lado existían 800 cabezas de Hereford y un total de 950 corriedale.
Es asombrosa la alta dotación de animales vacunos (más de 1 animal por hectárea) lo cual es una cifra relevante y desacostumbrada dentro del país. Se contaba por ese entonces con 5 potreros, 12 piquetes y 10 chacras.
Mencionaremos dos actividades que marchaban anexas a las anteriores: se trataba de la apicultura, con el cuidado de más de 40 colonias de las cuales se extraían 1.800 litros anuales comercializados en la misma ciudad.
Recordemos que la posibilidad de exportar miel al exterior es una experiencia poco explotada en el país y que sería una fuente muy amplia de recursos uniendo así el esfuerzo aislado, por ahora, de apicultores de todo el país.
Veamos otra actividad anexada al establecimiento: la avicultura que contaba con 2.000 aves de corral, las cuales eran para consumo interno y comercialización dentro del departamento.
En fin, observamos después de este relato la clarividencia de este productor y el tesón manifestado en la producción de tan variadas actividades todas complementarias y que darían un renombre especial a este establecimiento inusual para aquellos tiempos que se vivía.
Basado en experiencias personales y en un artículo del diario “El País” del 18 de setiembre de 1965.

Helena Caorsi Frick nació en Montevideo, concurrió al Colegio y Liceo Elbio Fernández. Realizó estudios en la Facultad de Derecho. Obtuvo el título de profesora de inglés y dictó clases en institutos privados y oficiales, asistiendo asimismo a congresos de idioma inglés en el exterior.
Posteriormente se dedicó al Turismo Rural profesionalizando tal actividad en la Universidad ORT y en la Universidad de la Empresa. Concurrió del 2007 al 2012 a las clases de Rodolfo M. Fattoruso, publicando su primer libro “Vivir y Recordar” en 2008, el segundo “Seis Vidas Ejemplares” en 2011 y el tercero “Prosa y Poesía” en el año 2014 y el cuarto libro “Retazos de mi vida” en el año 2022 bajo el sello Artemisa Editores.
Desde el año 2009 integra AUDE, Asociación Uruguaya de Escritores.