Dos poemas de Gela Manzano

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Por Gela Manzano

16 Julio 2020

 

Hoy lloraré por los muertos que no pudieron despedirse de sus familiares. Los que supieron morir solos en un cuarto de hospital. Los que se ahogaron vacíos  en la mas pura desesperación. Los que no pudieron elevar una oración por la falta de aire en sus pulmones. Todos aquellos que no alcanzaron a ser ungidos con los oleos sagrados, los que no vieron las luz del cirio que alumbrara su retorno, los que no oyeron las letanías de los labios amados, los que  no olieron las flores blancas sobre su cuerpo tendido, los que les falto el llanto de despedida. Los que se fueron solos.

Seguramente escucharon el frio redoble de las botas militares que envolvieron su cuerpo en plástico transparente y bien sellado. Sin posibilidad de despedidas. El horno crematorio esperaba ansioso su cuerpo con virus. Las llamas quemarían todo rastro de infección y  apenas habría tiempo de escribir  su nombre alimentando la estadística.

 

…..

 

La ciudad corre sola, de prisa, ciega, loca. Yo no alcanzo a entender  sus tardes de llovizna fresca, no logro reconocer el callejón  sin tu mirada. La ciudad con brizna, con cielo de alborada, con el silbo del viento. Tu ausencia me  doblega como un viejo periódico bajo el brazo. El miedo atrapa mis pies que tropiezan con el atardecer.

Quisiera abrazarte y desahogarme, vaciar la tristeza,  alejar la incertidumbre, desprenderme del miedo, hablar a ciegas y locas, dejar que el silencio grite. Y no escojo tu hombro para mi cabeza, es el destino  que me alcanza.

Porqué tu? Y no otro regazo? Porqué tus ojos? Porqué tus manos? Porqué el azar caprichoso nos hizo esta mala jugada de encontrarnos cuando los cántaros del cielo se habían roto, y derramaban agua en abundancia.