Autor: José Antonio Lugo
16 Agosto 2019
El 8 de agosto de 1879 nació Emiliano Zapata. Mi amigo el historiador Felipe Ávila, en su libro Los orígenes del zapatismo, publicado por El Colegio de México, señala:
“La exclusión y la injusticia que padecieron los grupos subalternos morelenses, los abusos y las actitudes insensibles de parte de las elites locales y particularmente la ruptura del pacto entre los notables y los grupos de abajo, que había permitido la convivencia y el orden hasta entonces mediante un contrato tácito de obligaciones y derechos recíprocos, desiguales, pero aceptados, fueron el motor de la insurrección zapatista”.
El zapatismo fue fundamental para las reivindicaciones sociales que, después, se cristalizaron en la constitución de 1917. Reflexiono junto con ustedes: ¿estaremos nuevamente rompiendo los “contratos tácitos” entre los distintos sectores de la sociedad? No hablo de partidos ni de gobiernos; hablo de un “orden” que ha dejado de ser funcional y por eso tenemos los niveles de violencia, la polarización y el ánimo social de hoy.
32 años después de Zapata, el 8 de agosto de 1911, nació mi padre, Raúl Lugo Aguirre. Fue contador público de la UNAM, ¡generación 1932-1936! Imagínense, se inscribió tres años después de la autonomía de mi Universidad. Fue un hombre de su tiempo. Me compartió su amor por la literatura. Soy lector gracias a él. Hoy lo recuerdo con amor y gratitud.